La enésima confesión de Belén Esteban

En un nuevo derroche de ingenio, a Sálvame se le ocurrió este viernes otra forma de exprimir la historia de Belén Esteban: “El juego de tu vida Deluxe Aparentemente, se trataba de zanjar la polémica. Belén dice la verdad (porque así lo confirman Concepción, la única polígrafa de España, y su máquina de la verdad) y Jesulín miente. Más allá de todo esto, la guerra ya cansina entre Sálvame y DEC. La Fábrica de la Tele vs Cuarzo. Lucha de egos y audiencias en la cadena amiga.

Todo empezó con una supuesta llamada del torero a una de las colaboradoras de Sálvame, Raquel Bollo, en la que se refería a su alteza, al parecer, usando términos como “asco” y “repugnancia”. Suficiente para que Belén decidiera remover un poco más el fango, metiendo la mano hasta el fondo, hasta diez años de posos, de lágrimas, exclusivas, andreíta-cómete-el-pollo y otros lemas de nuestra era catódica. La llamada, curiosamente, se produjo con el tiempo suficiente para ir calentando el tema, alimentándolo y cubriéndolo con una pátina de morbo: “lo que Belén nunca ha contado”, “va a arder España” ... Lo que si ardió, como ya sabían que pasaría, fue el share: un 25,2% de audiencia, lo que se traduce en ingentes cantidades de dinero para la cadena. Es decir, una cantidad ingente de las personas que estaban postradas ante la tele el viernes pasado eligió Telecinco como animal de compañía. Desde luego el espectáculo era digno de ver: Belén envuelta en cables, como crucificada, dispuesta a asumir el sacrificio por SU cadena y SU programa.

La pantomima del polígrafo

Concepción, la mujer sin apellido, le restó más credibilidad al polígrafo con su desgana y su presencia insustancial, totalmente prescindible. Con esa cara que se te pone cuando vas a una junta de vecinos. ¿Estaba la máquina conectada o en realidad daba igual lo que dijera Belén? ¿Lo de los cables fue un numerito para ensalzar su papel de víctima? Recuerdo los tiempos de La Máquina de la Verdad, con el desaparecido Julián Lago. Allí había un señor con pinta de científico, analizando metros y metros de papel con gráficos. Sin embargo, en “El juego de tu vida Deluxe” Concepción se limitó a hacer acto de presencia y después se retiró a cotejar los resultados, que, curiosamente, tardarían dos horas, el tiempo que necesitaba Lydia Lozano para hablar de autoflagelación, desenterrar cadáveres y alcanzar su catarsis dentro de La Caja. Mientras, Concepción debía estar actualizando su Facebook o pasando el antivirus al ordenador, o tal vez jugando al solitario. Lo que desde luego no hacía era cotejar porque en la vida podría darse esa prueba como válida, y eso en el caso de que admitiéramos la fiabilidad del polígrafo. Pero tanto da: mamá Belén puso unos cuantos huevos, y ahora sólo hay que empollarlos y esperar a que los pollitos revienten el cascarón. Eso sí, ella no se cansa de decir que ya no quiere saber más del tema, pero siempre después de meter una última pullita. O un corte de mangas.

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Belén y el polígrafo convencen a la audiencia

Todo empezó con una supuesta llamada del torero a una de las colaboradoras de Sálvame, al parecer, osando referirse a su alteza en términos de “asco” y “repugnancia”. Suficiente para que Belén decidiera remover un poco más el fango, metiendo la mano hasta el fondo, hasta diez años de posos, de lágrimas, exclusivas, andreíta-cómete-el-pollo y otros lemas de nuestra era. La llamada, curiosamente, tuvo lugar con el tiempo suficiente para ir calentando el tema, alimentándolo y cubriéndolo con una pátina de morbo: “lo que Belén nunca ha contado”, “va a arder España”… Lo que si ardió, como ya sabían que pasaría, fue el share: un 25,2% de audiencia, lo que se traduce en ingentes cantidades de dinero para la cadena. Es decir, una de cada cuatro personas postradas ante la tele el viernes pasado eligió Telecinco como animal de compañía y llegó a atrapar a más de cinco millones de espectadores en su minuto de oro. Desde luego el espectáculo era digno de ver: Belén envuelta en cables, como crucificada, dispuesta a asumir el sacrificio por SU cadena y SU programa. Concepción, la mujer sin apellido, restándole más credibilidad si cabe al polígrafo con su poca profesionalidad. ¿Estaba la máquina conectada?

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