Movistar Plus+ se guardaba para el tramo final de este año 2025 una de sus series más esperadas. Y desde este jueves 20 de noviembre, un 20N en el que se conmemora el 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco, sus suscriptores ya pueden ver Anatomía de un instante. Una ficción que ya hemos analizado en verTele, que adapta el libro homónimo de Javier Cercas para contar la Transición Española con el golpe de Estado fallido del 23F como eje.
Decir que “sus protagonistas son de sobra conocidos” vale tanto para los aquí personajes, como para sus actores. Porque para conocer más de ella, hemos podido entrevistar por un lado a Álvaro Morte (Adolfo Suárez), Eduard Fernández (Santiago Carrillo) y Manolo Solo (Gutiérrez Mellado), que encarnan a “los tres traidores” que se mantuvieron sentados en sus escaños del Congreso cuando retumbaron los disparos y el “¡Quieto todo el mundo!”; y por otro a David Lorente (Antonio Tejero) y Miki Esparbé (rey Juan Carlos I), el golpista y la figura monárquica que tantas dudas ha dejado con el tiempo.
Álvaro Morte protagoniza el primer capítulo como Adolfo Suárez, y del expresidente del Gobierno opina que fue una persona “que viene de una trayectoria dentro del movimiento franquista de la que sabe separarse, que no está anclada a nada y que tiene un objetivo ulterior mucho más potente”. Para el actor, su personaje “sabe que tiene un objetivo, no se casa con nadie” y que parte de su éxito nacía de su enorme capacidad de persuasión: “Hablaba con un falangista, o con un comunista, o con quien sea, y era capaz de llevarse bien con esa persona, intentar entenderse y hacerle creer a ese interlocutor que era su mejor amigo y que estaba a favor de todo lo que le pudiera decir”.
A sabiendas de que su carrera ha ido mucho más allá, nos atrevemos a preguntar a Álvaro Morte si, como estratega, Adolfo Suárez tiene puntos en común con El Profesor de La casa de papel, el personaje que le lanzó a la fama mundial. Y el actor es claro: “Yo no los he buscado. No sé si la gente encontrará algo, eso depende del público. La gente encontrará las similitudes que tenga que encontrar. Yo, desde luego, para Suárez no he tenido en cuenta ni El Profesor ni ningún otro personaje que haya hecho antes”.
Eduard Fernández centra el segundo episodio como Santiago Carrillo. El actor reconoce que ha “llevado bien” encarnar al mítico líder comunista, y confiesa que le “apetecía mucho hacer de Carrillo y hacerle un gran homenaje, darle el lugar que yo creo que se merece por todo lo que hizo por este país, por la democracia, y que fue arrasado por un vendaval que se llamaba Felipe González”. Tras la experiencia, el intérprete confiesa que le ha gustado interpretarlo porque “cuando lo encarnas, entiendes ese dolor de vivir 30 años en el exilio”, y resalta el dolor que impuso la dictadura: “Hubo gente que no podía vivir en su casa y tenían que estar fuera, y hay algunos que vivían en su casa pero no podían ser ellos mismos”. Por eso, celebra: “Creo que es bueno que se emita esta serie y que la gente joven la vea, que se vea lo que se luchó en este país y cuánto costó conseguir la democracia”.
El intérprete explica que para preparar su personaje empleó las muchas entrevistas e imágenes de Carrillo, pero que lo que más le gustó fue crear e “inventarse” sus escenas privadas, más íntimas. Destaca una en la que Carrillo y Suárez se reúnen a escondidas, que además fue la primera que tuvo que rodar (“dije: 'hostia, me pones la primera, la más difícil'”, bromea) por lo especial de ese paso de la política a las personas: “Era una escena muy bonita en la que se veía a dos personas que tenían que administrar la política y la llegada de la democracia a un país. Y al final todo se resume, creo yo, en lo personal: dos personas que se miran frente a frente, y como dice Suárez, 'si no lo solucionamos tú y yo, esto no lo soluciona nadie'”.
Manolo Solo encabeza el tercer capítulo como Gutiérrez Mellado, el único militar que en la serie muestra su faceta más frágil y familiar. El actor se ríe al señalarle ese contraste: “Una cosa no quita la otra. Se puede ser serio y recto cuando se tiene que ser. Yo creo que que Gutiérrez Mellado lo era cuando tenía que serlo. Y luego puedes ser cariñoso con los tuyos”. Del que llegó a ser vicepresidente de Suárez, al que mostró máxima lealtad pese a tener que ir “en contra de sus propios intereses o su propia estabilidad espiritual y mental”, resalta lo mal que lo tuvo que pasar: “Es un calvario lo que le supone ayudar a Suárez, es una inmolación a la que se presta”. Por lo que destaca haber podido dar vida a “un personaje lleno de contrastes”, bromeando con que ha intentado “no parecer un bailarín de contemporáneo, sino tener un porte militar”.
Al preguntarles si les da miedo encarnar a estos personajes en un momento con tanta polarización, los tres declaran que “no” al unísono. Manolo Solo sabe que habrá “gente que no le va a parecer bien”, pero Álvaro Morte defiende que es incluso “necesario” y que la serie puede ayudar a “clarificar” a la gente: “Que descubra hasta qué punto la democracia fue tan frágil, y que gozamos de lo que gozamos hoy por hoy gracias al esfuerzo de esta gente en aquel momento. Fue una cosa tremendamente complicada, y podíamos haber dado millones de pasos hacia atrás para volver a algo verdaderamente negro y oscuro”.
Queriendo valorar lo que tenemos, la entrevista acaba preguntándoles si esas sombras negras y oscuras se ciernen en la actualidad, y quien concluye es Eduard Fernández: “Hay un 17% de los chavales que dicen que les parece mejor la dictadura que la democracia. Es muy preocupante”.
David Lorente y Miki Esparbé son Tejero y el rey Juan Carlos
En otro set facilitado por Movistar Plus+ podemos entrevistar a David Lorente y a Miki Esparbé, que en Anatomía de un instante encarnan al golpista Antonio Tejero y al rey Juan Carlos I, respectivamente.
La primera aparición de Miki Esparbé en la serie destaca por cómo se impone con la voz del rey Juan Carlos, aunque explica que “era algo que no sabía exactamente si acabaría siendo así o no”, y que fue él quien lo propuso aún en la fase de casting, reconociendo que era “raro si hacemos algo y raro si no lo hacemos”, pero que al final tratar de imitar su característica voz “les gustó”. Pero el actor incide en que no han querido imitar: “Lo que hemos intentado el reparto es no llegar a hacer una imitación, porque no era la voluntad. Sí una aproximación”.
El actor bromea con que no pudo preparar el personaje con el ahora emérito, y aunque valora mucho la labor de los documentalistas de la serie, reconoce que le “habría encantado” poder preguntar directamente a los protagonistas de la historia sobre todo porque él aprecia que la serie tiene una virtud: “Navega todo el rato en la tensión entre lo privado y lo público. Nos interesaba adentrarnos en lo privado, en tratar de hacer una propuesta de cómo son estos personajes en la intimidad, en una reunión, en un despacho, en su casa...”. De rebote, el no poder acceder a la verdad de lo que sucedió el 23F, destacando que Cercas en el libro lo llama “un golpe sin documentos” por esos archivos que siguen clasificados, le lleva a una reivindicación como ciudadano: “No lo sabremos, al menos de momento. Es una injusticia muy grande no poder saberlo”.
No queda clara la implicación del rey en el 23F
Una censura que le afectó al interpretar al rey: “Esto de no tener la información original, fue vencer un poco el prejuicio en torno a la figura”. Miki Esparbé nos explica también si le costó interpretar a “ese” rey, el de 1980 que aún dejaba dudas, pero sabiendo lo que sabemos del ahora emérito: “Teníamos que centrarnos en ese momento, ese rey”, sitúa, añadiendo que al final ha tenido que trasladar el relato de Javier Cercas, y valora: “Apunta a que más que el rey como salvador de la democracia, fue también el salvador de la Corona. Lo que quería por encima de todo era proteger la monarquía, y coge un sistema como el democrático para arraigar mejor esa monarquía”. Una reflexión que le hace volver a la misma valoración: “No queda clara la implicación del rey en el 23F. No lo sabemos ni lo sabremos nunca, creo, desgraciadamente. Pero deberíamos saberlo”.
David Lorente, siempre sonriente y con un tono aún más distendido, empieza por reconocer que Antonio Tejero era “un fanático de armas tomar, un prototipo de fanatismo”, pero explica que él ha intentado “encontrarle la contradicción” buscando qué le hacía ser así, y pone un ejemplo: “Descubrí es que era un cachondo con la gente. Tenía mucho carisma con sus subordinados, porque era un tío muy cercano, muy cachondo”. Aunque entre risas, tiene que añadir: “Estos son muy, muy peligrosos”. Se ríe aún más cuando le recordamos que, hace un mes, llegaron a publicarse noticias de que Tejero había muerto: “Alberto Rodríguez me puso un mensaje. Fue muy fuerte, sobre todo que resucitó. Le dieron la extrema unción, y este señor dijo: No, no, qué hostia, espérate, que todavía... ¡Y se fue a su casa!”.
Al actor le preguntamos por la escena que grabó en el Congreso real, encarnando a Tejero y pistola en mano gritando “¡Quieto todo el mundo!” para encabezar el golpe de estado. Y él reconoce: “Pelos de punta. Fue muy emocionante. Uno se mete a este oficio para hacer estas cosas”. Además, desvela que fue lo primero que se rodó de la serie, porque sólo podían lograr permiso en enero (“fuimos tres días a saco”, rememora) pero las grabaciones se retomaron en marzo, y de nuevo bromea y agradece la oportunidad: “Dije '¡Quieto todo el mundo!' 250 veces. Pero siempre... bueno, siempre no, ya a partir de las 150 se me fue bajando un poquito la cosa, pero también... Había como 200 figurantes, todo ambientado, era la hostia. Una suerte muy grande poder hacer todo esto”.
Los políticos actuales están todo el rato coqueteando con la tragedia, con enfrentarnos los unos a los otros
Para acabar, casi como un juego, les preguntamos si creen que los políticos actuales en unos años podrán merecerse una serie, y si se verían interpretando a alguno de ellos. Miki Esparbé es más políticamente correcto (como el gran rey Juan Carlos que ha interpretado, probablemente el mejor en nuestra ficción): “No hay ningún personaje a priori que diría que no. Para mí no es el qué, es el cómo. Lo importante es cuál es el enfoque”. Pero David Lorente juega y se moja:
“La verdad es que estos políticos de ahora son muy poco interesantes. Curiosamente se parecen mucho entre ellos, digo en las facciones que hay. Y además me preocupa que la serie tenga un final trágico, porque están todo el rato coqueteando con la tragedia, con enfrentarnos los unos a los otros. Si somos consecuentes y hacemos una buena serie, tendría que tener ese final. No sé si son conscientes de que ese final no lo queremos, pero a veces parece que no. Aquí, en esta comunidad autónoma [Madrid], oímos a nuestra líder decir cosas que si la hiciéramos caso estaríamos en la calle pegándonos. Es una barbaridad. Entonces, prefiero que no salga la serie”. Y acaba, como siempre, con una sonrisa.
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