Eurovisión 2025 llega este sábado 17 de mayo a su gran final, la segunda consecutiva que está marcada y manchada por la polémica participación de Israel. Mientras día a día se actualizan las cifras de asesinados en Gaza por su gobierno, el estado hebreo campa una vez más a sus anchas por el mayor escaparate televisivo (y musical) del continente. Un festival que en sus bases se define como “apolítico”, pero que lleva dos ediciones haciendo la vista gorda, gracias a la permisividad y bunkerización de la Unión Europea de Radiodifusión, con la misma amenaza que en Malmö 2024: ¿Qué pasa si Israel gana con Yuval Raphael?
[ACTUALIZADO: El mensaje de RTVE antes de emitir la final de Eurovisión tras la amenaza de la UER: “Paz y Justicia para Palestina”].
Hace ahora un año, en verTele ya contamos cómo vivimos desde dentro la Eurovisión más tensa de la historia. Fue en Suecia, con la artista israelí Eden Golan y una comitiva, la de la cadena KAN, que tensó la cuerda al máximo ante la inoperancia de los organizadores. En la UER dieron el visto bueno a una canción plagada de propaganda política como Hurricane, sobre el atentado de Hamás del 7 de octubre, y se permitió a su delegación intoxicar el ambiente con aquellos participantes que se habían significado con la causa palestina.
Tras todo esto, que estuvo a punto de detonar horas antes de la final de Eurovisión 2024 con la amenaza de retirada de algunos de los artistas ante lo que estaba sucediendo, y que 12 meses después ha ampliado otra participante como la danesa Saba, afirmando que todavía está tratándose psicológicamente, los organizadores abrieron una investigación con todas las cadenas participantes prometiendo cambios. Llegados a la edición de 2025, estos cambios se han limitado a bunkerizar el certamen a la prensa para proteger a Israel, y nos enfrentamos a otra final que previsiblemente también se verá opacada por las proclamas de su televisión pública.
Desmontando los argumentos para mantener a Israel en Eurovisión
Desde que el gobierno israelí intensificó la ofensiva sobre Palestina, y ante la proximidad de la edición sueca del festival, fueron muchos los que pidieron a la UER su descalificación siguiendo el precedente marcado con Rusia, a cuyas televisiones expulsó en 2022 por la ofensiva a Ucrania. Sin embargo, esa posibilidad ha sido en todo momento descartada públicamente por los responsables de Eurovisión, alegando que es un certamen de emisoras públicas, no de países, y que la suya no incumple sus estatutos, como sí hacían las rusas RTR, Channel One y RDO. Pero, ¿es realmente así?
En sus bases, que son públicas, la Unión Europea de Radiodifusión desarrolla que sus objetivos son, entre otros, desarrollar la diversidad cultural, el diálogo intercultural y los intercambios para promover la tolerancia y la solidaridad. También lo es reforzar la identidad de los pueblos, la cohesión social y la integración de todos los individuos, grupos y comunidades.
Sin embargo, tal y como han recopilado desde la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina en un documento al que ha tenido acceso verTele, existen más de un centenar de ejemplos de cómo la televisión pública israelí, la KAN, sí ha incumplido estos estatutos apoyando al ejército, haciendo apología de la limpieza étnica en Gaza y blanqueando y normalizando el genocidio.
En uno de los muchos documentos audiovisuales recogidos, una presentadora de la cadena firma y dedica un misil “a la gente de Gaza”. En otro, un entrevistado, profesor de informática, declara que sueña con judaizar Gaza y el sur del Líbano, incluso a costa de miles de muertes palestinas.
Entre otros contenidos y reportajes recopilados en el listado, todos ellos emitidos en la televisión israelí, se realiza apología de la limpieza étnica en Gaza, o se normaliza la matanza que se está llevando a cabo en la Franja por parte del ejército del estado hebreo. También se criminaliza a la sociedad gazatí en su conjunto, afirmando que han sido “educados en la barbarie y el asesinato”.
Sólo cinco ejemplos en vídeo, de los más de cien por ahora listados, que tumban el argumento vertebral de la UER para mantener a la KAN y a Israel en Eurovisión, festival que siguen defendiendo como “apolítico” en sus bases y que permite que una cadena utilizada como arma política haga a su vez uso del escenario eurovisivo como su altavoz.
Eurovisión se 'bunkeriza' por Israel y confirma su 'ley del silencio'
Con todo, y pese al amplio listado de infracciones cometidas por la KAN que hemos explicado, Israel se ha vuelto a plantar un año más en Eurovisión, festival al que han enviado como representante a una superviviente de los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023. Su nombre, como anticipábamos, es Yuval Raphael y su canción New day will rise (Un nuevo día llegará), en inglés, francés y hebreo, recibió luz verde por parte de la organización pese a presentar una letra plagada de metáforas sobre la experiencia vivida por la artista, tal y como ha reconocido la misma prensa israelí.
Se trata, por tanto, de una circunstancia similar a la que ya levantó controversia en 2024, cuando la Unión Europea de Radiodifusión aprobó la canción Hurricane de Eden Golan -que incluía el mismo tipo de mensajes- tras rechazar versiones previas más explícitas. La cantante llegó a admitir que ir a Eurovisión era “una misión muy importante para mi país” y, tras su paso por Malmö, fue felicitada por Netanyahu, mostrándose satisfecha de haber “dado voz al mensaje” que el estado quería transmitir al resto del mundo.
Por segundo año consecutivo, Israel ha vuelto a usar políticamente Eurovisión en favor de sus intereses de propaganda internacional mientras la UER ha centrado sus esfuerzos en elaborar un plan de contingencia que evitase un festival tan polémico como el que se vivió en Malmö. En la ciudad sueca, los intentos de blindaje de la organización presentaron 'grietas', con algunos artistas ingeniándoselas para alzar la voz con pequeños gestos que sorteasen la censura. En Suiza, a falta de la gran final de este sábado, ningún participante ha tenido ningún gesto de apoyo o denuncia sobre la situación en Gaza, lo que confirma que esa 'ley del silencio' de la que verTele advertía hace unos días, ha terminado calando entre los artistas.
Esta edición, para minimizar riesgos y daños, la UER ha suprimido las ruedas de prensa posteriores a cada semifinal, acortando las opciones de los medios de hablar con los participantes. Una medida del todo intervencionista tras lo ocurrido en Eurovisión 2024 tras la segunda semifinal, cuando se vivieron tensiones con la representante de Israel durante la comparecencia de los clasificados ante los periodistas. Unos profesionales de la información que este año han visto, hemos visto, limitada nuestra capacidad para contar al 100% los entresijos del evento.
La prensa ha podido tener acceso a menos ensayos que en años anteriores y, en el ensayo general de la final al que sí se ha permitido como siempre la presencia de medios, se ha prohibido por completo la toma de imágenes dentro del recinto. De esta manera, con el argumento de proteger unas actuaciones que el público general ya ha visto durante los días previos, se aseguraban que no trascendiese cualquier incidente, tanto con los participantes como con los propios periodistas como ocurrió en 2024 con los israelíes increpando a los españoles.
A estas maniobras se le suma también la prohibición a los artistas de portar cualquier bandera que no sea la de su país en todos los actos del evento a los que acudiesen. Por lo tanto, quedaban excluidas para los candidatos las insignias del colectivo LGTBIQ+ -lo que provocó hace unos días la irónica reacción del representante de Estonia al ver un símbolo de este tipo en la chaqueta de un periodista-, y cualquier bandera de Palestina con la que los participantes pudieran solidarizarse con la causa.
Por contra, y cambiando su criterio respecto a Malmö 2024, la UER sí ha permitido que el público pueda introducir este año en el recinto toda bandera permitida por la constitución suiza. Así pues, los asistentes al festival han podido llevar banderas de Palestina, como ocurrió tanto en la primera semifinal como en el ensayo general de la segunda semifinal, cuando seis personas del público fueron expulsadas del recinto por boicotear con silbatos y banderas palestinas la actuación de Israel. Una pitada que la realización trató de esconder, silenciando el sonido ambiente del estadio, tal y como relatamos. Silencio y más silencio en un festival cuyo patrocinador principal ha vuelto a ser Moroccanoil, una empresa israelí que ha patrocinado el evento por cuarto año consecutivo y que, por tanto, realiza una importante contribución económica.
Y frente a la bunkerización de Eurovisión y su sobreprotección con Israel, hay quien sí ha alzado la voz contra la continuidad del estado hebreo en el festival. Además de las protestas ciudadanas propalestinas durante la alfombra turquesa del pasado domingo, y las que se prevén para este sábado antes de la final en las calles de Basilea, 79 artistas exparticipantes del certamen -entre los que se encuentra Blanca Paloma (Eurovisión 2023)- han firmado una carta en la que piden la expulsión de Israel.
Finalmente, en el plano formal, cinco países han pedido a la UER que abra un debate sobre su participación en el evento. Entre ellos España, desde cuya televisión pública (RTVE) se lanzaba este jueves -antes de la actuación de Israel en la segunda semifinal- un recordatorio a la organización sobre esta solicitud, con Tony Aguilar y Julia Varela mencionando las cifras de muertos en Gaza y haciendo un llamamiento a la paz. Hace una semana, la UER se comprometía a tener el solicitado debate, pero... “a su debido tiempo”.
¿Y si gana Israel?
Llegados a este punto, es pertinente volver a hacerse una pregunta que verTele ya lanzó en la semana de Eurovisión 2024: ¿Y si gana Israel? Este año, de nuevo, la representación israelí ha llegado al día grande del festival como una de las favoritas para alzarse con el Micrófono de Cristal por una razón cristalina: los boicots no son posibles, ya que se vota a favor y no en contra de los participantes, y lo más probable es que se vuelva a vivir una ola de apoyo sionista que se traducirá en centenares de puntos del televoto para Yuval Raphael, como ya ocurrió el año pasado con Eden Golan.
La edición de Malmö sirvió para comprobar lo “fácil” que lo tiene Israel para arrasar en el voto telefónico. Entonces, el gobierno israelí ya admitió que había invertido “mucho dinero” para fomentar las llamadas y sms, y es predecible que como mínimo iguale aquella apuesta para salir victorioso en este escaparate mundial. Una estrategia favorecida además por el innovador sistema de votación implantado en 2024 que permite a cada usuario lanzar de una sola vez 20 votos hacia cualquier candidatura.
En una edición tan abierta como esta de 2025, con favoritos como Suecia y Austria destacados pero con otros candidatos a provocar una posible división de votos en los jurados y el público, Israel podría volver a tener serias opciones a una victoria que desataría un incendio en la UER. Frente a la edición de Tel Aviv 2019, que ya fue controvertida por celebrarse en suelo israelí, una hipotética de 2026 allí podría conllevar la retirada en masa de países. Algo que marcaría de manera definitiva a Eurovisión como un concurso inseparable de las políticas de los gobiernos, y que le dejaría, como ya hemos advertido, muy herido.