Confesiones del 'pequeño dictador' Jorge Javier y Risto sobre sexo, el Opus Dei y la clave de 'Salvame'
Catalán, licenciado en filología hispánica por la Universidad de Barcelona, Premio Shangay al mejor presentador de televisión y Premio Ondas en la misma categoría. Y además, autor del libro superventas 'La vida iba en serio'.
Jorge Javier Vázquez se sentó ayer en el 'Chester' de Risto Mejide para dejar ver la parte de él que no se ve cada día al frente de 'Sálvame'. Una persona que lleva casi cinco años entrando casi todos los días en millones de hogares durante más de cuatro horas, pero para hablar de la vida de los demás, no de la suya.
Jorge Javier Vázquez se encontró con Risto Mejide sobre un original chester de galgos para hablar de los temas más relevantes de vida personal y profesional, como recoge la web de Cuatro. Así fue su conversación.
¿Tú haces una mierda de televisión?
No
¿No es telebasura lo que haces?
Es un término que me produce mucho aburrimiento. Yo prefiero otro término.
Neorrealismo televisivo...
A parte de ese, también 'fast tv'. Televisión rápida. Es una televisión que está hecha para ser consumida en ese momento y luego te olvidas de ello.
¿Y sienta igual de mal que la comida rápida?
El 'fast food' se puede convertir en un momento de gozo, para mí lo es.
Inmediato, pero a largo plazo no te veo haciendo una dieta con 'fast food'.
No existen los placeres eternos.
¿En algún momento has querido dejarlo?
Sí, el año pasado. Estuve casi dos meses de vacaciones y al volver me di cuenta de que no me habían bastado y tuve dos ‘Deluxe’ muy duros con Remedios Torres y otro en el que estuve francamente desafortunado con Olvido Hormigos, pero el problema lo tenía yo.
Yo te veo en 'Sálvame' con una actitud de superioridad absoluta
Mi padre me llamaba el pequeño dictador con ocho años.
Seguro que te estás vengando de cosas que te han pasado a ti.
Al contrario. En el programa, el 'eje del mal', formado por los Kikos y Mila, me dicen que siempre me pongo del lado del más débil, que siempre suele ser Lydia.
Me han contado que tenías muchas ganas de venir al Chester.
Yo les decía a los productores que no había ido ni a la primera, ni a la segunda temporada. Me sentí un poco…
¿Ninguneado?
Claro, tenía que haber estado en la primera, pero me han dicho que la tercera va a ser mejor.
¿Es verdad que tienes un ego que no te lo puedes permitir?
No, no, no. Yo creo que no. No lo sé. ¿Tú crees que tengo ego?
Creo que hay que tener un ego muy importante para poder estar en la tele.
Creo que no es cuestión de ego, es cuestión de resistencia.
Hay muchas cosas que me intrigan de tu carrera. Una de ellas es esa leyenda urbana sobre el final de 'Aquí hay tomate'.
Hay leyendas que dicen que la orden vino de la Moncloa o incluso de la Casa Real. La realidad es que después de cinco años estábamos en un momento en el que la audiencia estaba sufriendo un desgaste. 'Aquí hay tomate' era un programa complicado y conflictivo. Entiendo que un programa así solo se debe mantener si arrasa.
Yo creo que lo que tiene de genial 'Sálvame' es la experimentación. Te lo digo de verdad, lo creo. No es que sea genialidad, es que hicimos de la necesidad una virtud. No teníamos otra cosa que hacer. Estábamos trabajando en un plató diminuto en el que no nos podíamos mover porque nos cruzábamos con las cámaras. Era tan asfixiante que las salidas del plató se convertían en una ventana de aire fresco.
Y luego cuando se fue alargando la gente empezó a merendar porque tenía hambre. Fue todo muy sencillo. De repente te das cuenta de que los elementos vitales de los colaboradores empiezan a interesar y que los colaboradores que han tenido y tienen una vida potentísima lo comparten con la audiencia. Yo soy el primero que a veces he odiado el programa. Pero te pasa con lo que más quieres. También pasa con la familia, con los amigos, con los jefes…
Te pasará a ti. ¿Tú odias a todo el mundo de repente?
En algún momento determinado de mi vida sí. ¿Tú siempre te llevas bien con todo el mundo?
Con todo el mundo no, pero hay gente con la que me he llevado bien siempre.
¿Has sentido frustración?
Yo quería ser actor pero no tuve valor. No tengo ese componente de valentía ni de amor por la aventura. Yo no me lo podía plantear. En mi casa eso hubiera sido… La presencia de mi padre no ayudaba a que yo cumpliera mis sueños artísticos. Recuerdo que cuando estaba en el Opus Dei nos pasaron un test para saber qué tipo de carrera iría acorde a nuestra personalidad. Recuerdo que se quedaron muy impresionados con el resultado, no para bien.
¿Te han jodido la vida los del Opus?
No puedo decir que el Opus me haya jodido la vida de una manera plena y absoluta porque también viví cosas muy buenas.
Sí, pero háblame de las malas que viviste.
En una época de mi vida conflictiva, sexualmente hablando, ellos ofrecían una protección, te ofrecían aislarte del mundo.
¿Cómo fue esa secuencia?
Mi padre siempre me decía que me acercara a ellos pero que no me captaran porque tenían mucho poder y me podían ofrecer trabajo cuando terminara la carrera. Me acerqué tanto que al final estaba muy convencido de todo lo que ellos me ofrecían.
A mí me pasó lo mismo que a ti. Estuve a punto de entrar pero no lo hice gracias a mi madre porque al ser menor de edad tenía que firmarme un papel y me dijo que lo haría después del verano. Me preparó el verano de mi vida. Descubrí a las chicas, descubrí a las italianas, que dentro de la categoría chicas es otra categoría, y cuando volví ya era otro.
Yo echo de menos ese verano. Es necesario. Porque si no lo haces a los 17 años lo haces muy tarde y lo que pretendes es recuperar el tiempo perdido. Yo empecé a desbarrar a los 28 años. Es muy tarde para desbarrar, pero que me quiten lo bailao.
¿Crees que las nuevas generaciones lo tienen más fácil para salir del armario?
Deberían tenerlo más fácil porque los padres son mucho más jóvenes y los padres ya seguro que tienen amigos gays. Yo abogo mucho por la rebeldía porque creo que un chico, aunque no lo acepten en su casa, tendría que enfrentarse a sus padres. Eso sí es una guerra que se tiene que ganar. Probablemente sufran al enfrentarse a sus padres y sus padres no lo entenderán. Tú no puedes tener unos padres que no entiendan que eres gay. No puedes permitírtelo por tu propia dignidad.
Háblame de tu caso
Yo no fui capaz de decírselo a mi padre. Ahora me arrepiento, pero tampoco me fustigo. Con los años me he enterado de que mi padre lo sabía, me lo dijo mi madre hace dos veranos. Mi madre se enteró de que yo era gay porque tenía un novio en Lanzarote e iba mucho de viaje. Se lo conté a mis hermanas y ellas inmediatamente llamaron a mi madre, aunque les había pedido que no lo hicieran. Mi familia es así.
La génesis del 'Sálvame' es tu familia...
Mi madre me llamó y me dijo que ya lo sabía. Yo tenía vetado con mi padre hablar de novias. Mi madre me contó que mi padre encontró una carta de un tío en mi habitación donde quedaba claro que había algo. Mi padre lo sabía y no quiso sentarse conmigo, no quiso saberlo.
Contigo tengo sentimientos encontrados siempre. Creo que eres un tipo inteligente. Ser rápido intelectualmente no se puede preparar y la improvisación parte de la inteligencia. Cuando te dieron el Ondas, te lo dieron por tu sentido del humor y por tu brillantez en un género controvertido.
Lo del Ondas se ha convertido en algo que me va a perseguir siempre. A veces me pongo a pensar en lo del Ondas y me vienen pensamientos cada vez más elaborados. Cuando Francino y Barceló desaparecen del escenario para no darme el Ondas, ¿hubieran hecho lo mismo con Sardá si le hubieran premiado y no a 'Crónicas Marcianas'?
Nunca lo sabremos…
No, jamás lo hubieran hecho. Ya te lo digo yo. Porque Sardá pertenece a su casta y a un grupo social de Barcelona.
¿Siempre te has sentido marginado?
No.
La llamada de Pedro Sánchez tuvo un gran revuelo mediático...
A mí me sorprendió la reacción de algunos periodistas y de algunos periódicos a esa llamada. Los tiempos están cambiando, pero a veces es difícil aplicárselo a uno mismo. Yo ya soy mayor, la gente joven me ven como un señor mayor. Estoy perdiéndome muchísimas, es imposible estar al tanto de todo lo que está sucediendo. A raíz de la llamada de Pedro Sánchez me di cuenta de que hay periodistas que se han quedado anclados en un modelo de política que ya no existe, se han quedado anclados en la transición. Los tiempos cambian y ellos se han quedado mayores, deben aceptarlo.
¿Isabel Gemio se ha quedado antigua?
Claro que se ha quedado antigua. Probablemente como me pasará a mí también. En esta profesión cuando no estás es difícil volver a subirte al tren en marcha.
¿Por qué tu inquina hacia Isabel Gemio?
Tampoco es inquina. No me quiero quedar callado. No tengo que tolerar que una señora, porque le dé la gana, hable de mí tan despectivamente e hiriente y luego tenga que contar con mi silencio. No va a contar con mi silencio. Lo tengo que hacer por mí y por la gente que me rodea, porque ellos también sufren. Esto es lo que no valoran ‘los estupendos’. Ellos tienen en su cabeza que pueden iniciar una guerra cuando les da la gana y pararla cuando les da la gana. Además, ellos piensan que no pueden, ni deben, recibir ataques porque están en otro estadio.
Cuando me fui a la definición de telebasura, decía algo así como que son los contenidos televisivos que no tienen la suficiente calidad.
Detrás de esa definición hay una troica cultural que tiene que decidir qué tiene calidad y qué no. No es lo que la gente vea, es lo que esos estupendos decidan que de buena calidad.
Lo que me duele del término telebasura es que estás llamando audiencia basura, y eso es una manera de exterminio cultural.
Hay referentes culturales a los que ellos idolatran que están viendo 'Sálvame', y eso es la tremenda hipocresía de la que vive esta gente. ¿Y antes eso qué haces? ¿Te quedas en silencio?
Para nada. Por eso le deseo larga vida a 'Sálvame'.