Doble sesión de “Callejeros” con el sexo duro y la droga de fondo
“Callejeros” ofrece hoy viernes a las 22:15 horas una edición especial con dos reportajes sobre el consumo de droga entre los jóvenes y las más diversas prácticas sexuales, informa una nota de la cadena.
Esta edición especial competirá contra la película de La 1 “Y entonces llegó ella”, por lo que “Comando actualidad”, el programa de reportajes de la pública, pasa a emitirse en late night, a pesar del aceptable dato que cosechó el viernes pasado (14.6%) en prime time contra “Callejeros” (11%).
Además, el programa de Cuatro se medirá contra “El comisario” (Telecinco), “¿Dónde estás, corazón?” (Antena 3) y el cine de laSexta.
Los reporteros Alejandra Andrade y Armando Rey han recorrido numerosos aparcamientos y descampados de distintas ciudades donde la gente pasa las horas previas y posteriores a la fiesta en las discotecas y donde miles de jóvenes se drogan sin pudor para aguantar la noche.
“Mira, trabajo doce horas al día y me como el bocadillo de pie. Soy responsable, pero de lunes a viernes. Ahora toca disfrutar de la fiesta”. Son las 12 de la mañana en los alrededores del aparcamiento de una macro discoteca española.
Decenas de jóvenes están pajareando- apurando el pedo y rematando la noche, ya convertida en día- sin camiseta, bailando alrededor de los coches, bebiendo tragos puros de alcohol y “flotando su fiesta”, en la que han consumido speed, cocaína, MDMA, mescalito o pastillas.
En el “porche” de una autocaravana, la imagen es surrealista. Una joven, con una silla de playa, una sombrilla y unas enormes gafas de cómic, vive su amanecer. En una cajita de plata lleva unos cartones verdes que se chupan y te llevan de viaje “a otros placeres”.
Son tripis, LSD (en sus siglas en inglés). Apenas puede sujetarla porque los temblores se lo impiden. “Mira, yo no trabajo. Mis padres tienen dinero, se lo pido y ya está. Además, aquí sentada estoy como una reina”. ¿Qué mas se puede pedir?“.
“En vez de cocaína, te pueden dar pintura de pared seca”
“Hay que tener cuidado con lo que te metes, porque a veces te venden cocaína cuando no es más que pintura de pared rascada”, cuenta un joven. Su amigo es el que lleva el coche, pero ya no se droga. Le vio la cara a la parca. “Hace unos años se me explotó una vena en el cerebro y estuve a punto de morir. Ahora toca vivir la vida limpio de mierda”, confiesa con cierta tristeza.
“Fíjate, esto da el pego completamente. Es una copia perfecta”. Lo explica un camello a plena luz del día, que lleva once años vendiendo “eso” a la gente. Pero ahí no queda la cosa. Despliega un papelito y enseña un polvo verde. “Es cactus, pero lo mezclo con harina para que no se pegue”.
Esa planta la chuparán o tragarán los clientes. El medio gramo de MDMA o cocaína está a 30 euros. Un pegaso blanco es una pastilla, cuyo precio es 5 euros para los españoles. “Pero si viene un guiri le vendo la rula a 20 y lo paga tan contento”, confiesa el vendedor.
“Mira, esto son las ganancias de hoy”. En su mano tiene un fajo de billetes marrones, azules y alguno verde clarito, que enseña un joven imberbe a la cámara. Mientras, un chaval al que apenas se le entiende al hablar, se hace una raya encima de un cartel de Prácticas, como el que llevan los conductores noveles en la ventana trasera del vehículo.
Su vecina de ventanilla ha tenido peor suerte. Está tumbada semi inconsciente en el coche y se echa agua por la cara para intentar despertar. A unos metros de allí, un grupo discute sobre la conveniencia o no de tomar drogas. “Tú cállate que tu padre es un farlopero”, le espeta uno al otro. Alrededor del grupo, están los pellejeros, un término inventado por los parkineros. Son gente que vive de lo que le invitan.
En un cruce de carreteras, dos chicas discuten sobre la conveniencia o no de coger el coche. Es mediodía, y una de ellas quiere ir a la ciudad a sacar dinero para comprar más droga. Está nerviosa y apremia a su amiga, que habla tranquilamente con los reporteros de Callejeros.
“Bájate de mi puto coche ahora mismo”, concluye la entrevistada ante las incesantes voces de su compañera. A unos metros, un coche cargado de gente, sale derrapando y levantando una gran polvareda. “Pero ¿seguís de fiesta?”, pregunta uno. “Sí. Nos vamos a un parking de un barrio de pijos que tiene movimiento hasta por la tarde”, contesta otro. A la misma hora, en una isla española, una ambulancia sale con las luces puestas camino del hospital.
“Sexo libre” repasa las prácticas sexuales más sorprendentes
Tras el estreno de “Parking”, Cuatro ofrecerá otro trabajo de los reporteros de “Callejeros”, David Moreno y Carlos Bermejo, que en el reportaje “Sexo libre” ofrecen una mirada sin complejos sobre determinadas prácticas sexuales en España.
“La primera vez que vine, tuve relaciones sexuales con ocho mujeres. Ahora de aquí no me mueve nadie”. Este no es el comienzo de una novela fantástica. Son las palabras de un joven apuesto con el pelo de punta y un antifaz en la cara, que mira a través de un ventanuco cómo una mujer rubia se quita el albornoz para entregarse al sexo con un desconocido.
Él, espera su turno. Si le invitan, la cama tendrá un nuevo inquilino. Nadie se conoce en este club liberal de Córdoba, pero basta una mirada, un gesto o una caricia para acabar en el catre.
En España hay ciento de clubes liberales de intercambio de parejas. “Buscan fuera lo que no tienen en su casa”, cuenta un psicólogo que toma una copa plácidamente en la barra de un club. “Mira cómo se está poniendo el vouyeaur ése”. Son las cuatro de la tarde en un área de servicio de una autopista que lleva a la Coruña. La escena la filmaría Fellini con los ojos cerrados.
Encima de una mesa de piedra, un matrimonio se besa, toca y magrea con un invitado de lujo: un travesti amigo de ellos. Los tres son asiduos practicantes del gang bang, una especie de orgías multitudinarias donde se cumple a rajatabla un lema: todos contra una, con un mínimo de cuatro hombres y una sola mujer.