Javier Sardá: “Me voy a la selva brasileña con Loles León”
Javier Sardá ha viajado a Roma para grabar uno de los capítulos del nuevo programa que verá próximamente la luz en Telecinco. Alessandro Lecquio, su amigo y antiguo colaborador de “Crónicas Marcianas”, le ha acompañado por la capital italiana y ha aprovechado para hacerle una extensa entrevista que publica hoy la revista “¡Qué me dices!”, en su nueva web, www.quemedices.es. A continuación, reproducimos la entrevista íntegra por su interés.
Estamos grabando en Roma la primera entrega de tu nuevo programa… ¿En qué consiste?
Es una huida hacia delante. Cuando acabó mi año sabático decidí que nunca más quería volver a un plató. Yo creo que a nadie le interesa lo que pueda hacer en un plató, pero a quien menos le puede interesar es a mí. Cuando ya me había despedido de los directivos de Tele 5, que son una gente con la que he trabajado extraordinariamente bien, recibí una llamada de Jorge Salvador. Me preguntó si quería hacer un programa de viajes, de trece capítulos; y yo sólo pude decirle: “Eres un hijo de puta, a esto no me puedo negar.” Y ahora estoy aquí, en Roma, hablando contigo en el Palazzo Torlonia, y no sé lo que hago. Estoy a gusto, estoy bien porque contigo siempre se está bien, pero es el inicio de un periplo como los viajes de Willy Fogg. Además, después de tantos años de hacer radio en directo y televisión en directo, me puedo ir doce días a la India para hacer una hora de televisión. Editar, montar, hacer una pequeña película de cada país. Por eso, parte del éxito reside en el equipo.
¿Con qué otras personas piensas colaborar?
Hay una selección muy específica de personas: contigo he venido a Roma, con Joan Manuel Serrat me voy a Cuba, con Mercedes Milá a la India, y a Manaos, a la selva brasileña, iré con Loles León. A cada viaje quiero asociar a una persona determinada con la que compartir la experiencia.
¿Has elegido ya todos los destinos y colaboradores?
Lo divertido es que algunas personas no lo saben, como el presidente de la Generalitat, con quien me voy a ir a Berlín.
¿Y cuál es tu destino favorito?
Ninguno, no tengo. Cada viaje es como ir al servicio militar, cuando voy abandono mi hogar y a los míos.
¿Eres de los que piensan que cada destino puede llegar a tener su encanto?
Cada lugar puede tener su encanto y su espanto.
¿Crees que hay destinos para viajar solo, otros para viajar en pareja y otros para hacerlo con los amigos?
De lo que se trata es de imaginar; yo siempre me imagino viajando
acompañado de un harén, como hacen esos árabes que van a Marbella. Pero en ese caso la producción del viaje sería carísima, y por eso no es posible.
¿Qué opinas de los que dicen que para disfrutar con una mujer hay que ir a una isla hortera?
De la manera que has planteado esa pregunta no puedo responder bien, pero en el concepto que tienes de isla hortera me aburriría mucho. Además, en Barcelona o en Madrid puedes conocer a gente de todo el mundo sin tener la necesidad de viajar.
¿Por qué hay esa terrorífica afición a disfrazarse de ‘guiri’ cuando se viaja?
Yo soy una persona que mantiene una relación equívoca con el vestuario, hasta el extremo que he hecho ocho años de televisión con sólo tres trajes. No me gusta nada el vestuario; además, todo me sienta muy mal. Me pongo un albornoz de hotel y parece que estoy en un sanatorio.
¿En qué medida crees que en el nuevo programa va a pesar el fantasma de ‘Crónicas’…?
¿Quién es el fantasma de Crónicas? Porque había bastantes. Para mí estar ocho años arrasando en audiencia y divirtiendo a la gente no es ningún fantasma. Que la gente te diga por la calle: “Vuelve cuanto antes”, es un fantasma bueno, como el de la ópera.
¿De todos los programas que has hecho, ‘Crónicas’ es del que más recuerdos tienes?
Ocho años de televisión en directo, casi a diario, lógicamente te da momentos muy buenos. Era un programa domiciliario; al principio te metías en las casas de la gente, pero al final era la gente la que se metía en tu casa.
Hubo comentarios muy injustos…
Pero bien pagados.
¿Hubo alguno que te hiciera daño?
Ninguno, pero los buenos tampoco me dieron una gran satisfacción. Yo me imaginaba que era el presidente de un país imaginario llamado Crónicas Marcianas, y ya se sabe que a los presidentes siempre se les critica.
¿Dónde estaba el secreto para atrapar a tanta audiencia?
Tele 5 tuvo la paciencia de dejarnos aprender durante un primer año; y nosotros, por nuestra parte, fuimos unos buenos estudiantes. Nos dimos cuenta de que teníamos que hacer lo que la gente quería, pero como nosotros queríamos.
¿Por qué la gente piensa que estábamos todo el día de cachondeo?
En Crónicas había momentos de todo. Había momentos serios, había
entrevistas, pero el cachondeo era una parte esencial del programa. Por ejemplo, si estabas tú, nunca se sabía si hablabas en serio o en broma; tenías una pasmosa seriedad casi británica, pero con un impresionante subyacente de ‘folleteo’.
Hay una cosa que no consigo entender. La última temporada surgió Buenafuente, que quitando un par de días siempre quedó bastante lejos. Aún así tenía su presencia, pero cuando desapareció ‘Crónicas Marcianas’, Buenafuente se hundió… ¿Por qué?
Buenafuente es un talento y le deseo toda la suerte del mundo. Sí es cierto que nosotros en ocho años conseguimos paulatinamente que mucha más gente se acostase tarde. Una cosa es el porcentaje de share y otra el número de gente que ve la tele. Nosotros conseguimos que la gente se acostase más tarde. Eso no sé si era bueno para el país, pero lo que es cierto es que había mucha gente acostumbrada a Crónicas que ha vuelto a acostarse pronto.
Has tenido un año sabático… ¿A qué lo has dedicado?
A calmarme y a dormir. Cuando veo que por la noche se puede cenar, ver un rato la tele y leer un poco, aún hoy hay noches en que lloraría de emoción. Durante ocho años tuve que cambiar mi biorritmo porque seguía madrugando. Ahora me levanto a la misma hora pero me acuesto a las dos.
¿Tienes otros proyectos en la agenda?
Son muchos proyectos estar medio año viajando por el mundo.
¿Cuál te gustaría pero no te atreverías a hacer?
Ninguno. De hecho algunos de los que tenemos previstos ya me parecen bastante problemáticos, por ejemplo Caracas, una de las ciudades más problemáticas del mundo. De 1998 a 2004 han asesinado en Venezuela a 90.000 personas.
En el último año se ha hablado mucho de leyes sobre los medios y sobre organismos de control… ¿Te dan miedo ese tipo de iniciativas?
Que haya unos señores que digan lo que se puede hacer... ¿En base a qué criterios lo van a hacer? Hay que aplicar las leyes y quien se sienta agredido por la televisión que recurra al sistema judicial, y si pudiera conseguir algo en menos de 75 años, pues sería mucho mejor. Eso sí, si se crease ese control de la televisión también debería hacerse una comisión de control de los periódicos y de las radios.
¿Qué dirían los periódicos y las radios?
La gente se toma a cachondeo la televisión, no hay que darle tanta importancia.
¿Te da miedo que intenten ponerte un bozal?
A estas alturas, no.
¿Han intentado hacerlo?
Soy el profesional ‘antiproblemático’. Ha habido momentos de tensión pero las empresas para las que he trabajado saben que no soy flexible, pero tampoco problemático. Ha habido momentos de presión, y yo me he dejado presionar hasta un determinado punto; quienes me han presionado sabían que sólo podían hacerlo hasta un punto concreto. Ahora tengo 49 años. He tenido momentos extraordinarios de felicidad, momentos de pura rutina, y también ha habido momentos angustiosos y tristes, pero todos forman parte de mi historia profesional.
¿El nuevo programa es un proyecto de transición, o no piensas volver a la vanguardia cañera?
Nunca más volveré a hacer un programa diario, ni a un plató. Habría que entrar en el terreno del malabarismo o la magia. Me gustaría ser trapecista pero es tarde; como saxofonista daría el pego, pero no da ganancia.
¿Qué tipo de programa haría falta, aunque la audiencia no lo apoyase?
Yo no tengo ningún interés en cambiar la tele; personalmente no me interesa la ficción, lo que me atrae es la realidad.
¿Estás feliz?
Razonablemente feliz.