“La Rosa de España”: De niña grande a gran mujer
Si Operación triunfo hubiera tenido un sólo ganador, Rosa sería indiscutiblemente la elegida. El 26,6 por ciento de los votos que la situaron en primer lugar la elevaron, al mismo tiempo, a los altares del reconocimiento más excelso que jamás podría haber imaginado. Rosa gustó desde el principio. Del extendido y peyorativo “mira cómo canta la gorda”, se pasó rápidamente al “es la mejor, menuda voz, y más maja que las pesetas”... Y así hasta la gala final, en la que esta granadina supo demostrar todo su potencial artístico-musical, como si de una veterana se tratara, ante casi trece millones de españolitos. Rosa López Cortés es una “niña grande” de 21 años que ha vivido en sus carnes el cuento del patito feo. Cuando era pequeña, su obesidad provocaba mofa, ahora que es “cisne”, es aclamada como una auténtica top star. El lunes, cuando fue nombrada por Rosana, seguro que se acordó de la estricta dieta que la hizo perder 20 kilos, de sus fallos en las letras, de ese propósito de intenciones que venció su inseguridad -“¡créetelo Rosa!, le repetía Ángel-. Su inpresionante talento, su evidente inocencia y humanidad y ese toque de imperfección han seducido, durante los cuatro meses de programa, a propios y extraños. De pueblo en pueblo, de boda en comunión
Los orígenes de Rosa son, como en todo cuento de hadas, humildes. Hace dos años, en un concierto de verano en un pueblo granadino, hacía los coros de un cantante local. Éste dejó que Rosa interpretara brevemente un tema de Whitney Houston, y el público acabó pidiendo que siguiera ella el recital. Era algo innato porque desde los cuatro años ya destacaba por su capacidad para la música -cantaba rancheras-. A partir de entonces, sus padres -un vigilante de aparcamiento y un ama de casa- la acompañaban por todos los pueblos de Granada, en los que amenizaba bodas, banquetes y otros actos sociales. Rosa siempre quiso cantar. Dejó la ESO para dedicarse a las labores del hogar, continuar con los bolos vecinos y estudiar algo de solfeo y piano. Era consciente de su gran voz pero sus complejos físicos no le permitían ver más allá de un bautizo o una comunión. Empezó a plantearse lo de ser cantante cuando era adolescente. En aquella época le pedía a sus padres que la llevaran a restaurantes o pubs en los que hubiera música en directo. Cuando la actuación terminaba, Rosa reclamaba a los músicos que la dejaran cantar con ellos. Rosa tiene mucho apego a su familia, y eso lo demuestra el hecho de que hasta ahora no se había separado de sus padres ni un solo día. Todos, desde su abuela a sus tíos, tienen algo en común con Rosa: su afición a la música. Es la tercera de cuatro hermanos. Los chicos -ella es la única chica- se llaman Eduardo, José Octavio y Francisco José. Su relación con todos ellos es perfecta, pero se lleva especialmente bien con el menor por la poca diferencia de edad, apenas un año. Íntimo y personal
A esta capricornio de 1,73 cm de altura le apasiona el estilo “hippy”, los buenos restaurantes y es amante de la música salsa. Le encantan Celine Dion, Donna Summer y Mónica Naranjo e idolatra a Whitney Houston. Se confiesa una persona muy “bailonga”. En cambio, su familia dice que no se le da bien, pero que nada bien, el flamenco puro. Su habitación está decorada con velas, lunas e inciensos y se considera una persona humilde e inocente que necesita madurar. Tiene pocos amigos, pero muy intensos. Dice ser virgen y no haber tenido nunca novio. Teme a las entrevistas y cualquier contacto con los periodistas, porque se considera muy tímida y cree que no sabe expresarse bien. Su mejor amiga en la Academia ha sido Verónica. Posee un extraordinario afán por aprender musicalmente y asegura que no le importan ni el dinero ni la fama (perdió el cheque de 15 milones que le entregó vale Music). Sus familiares la definen como una “niña grande”, inocente y muy cariñosa. Dicen que cuando Rosa volvía de uno de los castings del programa lo hacía sin sus collares, sortijas, pulseras... porque los había regalado a la gente que iba conociendo. Locura colectiva en Granada
Armilla, una pequeña localidad a dos kilómetros de Granada, ha vivido con la máxima intensidad cada gala de Operación Triunfo, las actuaciones de su paisana Rosa y su éxito arrollador. El pueblo está empapelado por todas partes con el rostro de la joven. Fotos en blanco y negro, en color y en rosa. En la repostería Marisol, por donde Rosa pasa habitualmente, el confitero le ha hecho una tarta rematada con una foto suya, un pastel que no está en venta. En Radio Armilla -la emisora municipal-, los teléfonos arden literalmente a diario. Manuel Jiménez, responsable de la plataforma de apoyo a Rosa, comenta que se está organizando una fiesta de bienvenida a la joven. “Estamos intentando que Rosa pueda venir esta semana”, anunciaba. Con el éxito de Rosa, el Ayuntamiento recibió gran cantidad de llamadas de felicitación, incluso una señora de Jaén contactó con el consistorio porque quería regalar a la triunfadora 50 litros de aceite virgen extra. Además, una parapsicóloga de Logroño ha predicho que ganará Eurovisión, una radio local argentina le ha dedicado programas especiales, olvidándose de la crisis que asola el país, y desde Suiza la votan todavía por Internet. Ha escuchado cantos de sirena de los representantes de Julio Iglesias y Monserrat Caballé, es un fenómeno de masas con un club de fans al lado de su casa y ha pasado a la historia de la televisión española. Rosa, la ganadora de Operación triunfo, afronta a partir de ahora su verdadero reto: la perspectiva de una actuación eurovisiva para la que tendrá que prepararse a conciencia y, sobre todo, una carrera discográfica -con BMG Ariola- que miles de personas esperan, con ansia, vea pronto la luz.