Opinión

'Élite 5': así ha conseguido romantizar a un violador hasta convertirle en héroe

Valentina Zenere y Pol Granch en 'Élite'

Laura García Higueras

“Hagas lo que hagas, decidas lo que decidas, haya pasado o no haya pasado, quieras olvidarlo o no; para mí vas a seguir siendo mi emperatriz”. Así es como la quinta temporada de Élite culmina su conversión de un violador en héroe. Y no porque él realmente haya hecho un camino de trabajo personal, o de reflexión sobre su primera agresión y posterior intento; sino porque da la casualidad de que asiste a la violación múltiple de su novia -en la que no interviene porque está drogado- y es el único que consigue convencerla de que denuncie.

De repente ya no queda nada del “depredador” -como le define Cayetana- violento y sobrepasado por el alcohol. De hecho, es mientras se bebe una cerveza cuando descubre en Instagram la fiesta organizada por Isadora (Valentina Zenere) en Ibiza, a donde se lleva a Iván (Andre Lamoglia) y otros tres compañeros de clase. En las imágenes se ve que lleva pastillas encima y llama a sus súbditos para que le lleven allí inmediatamente.

Ahora bien, ¿qué había ocurrido dos escenas antes? Phillipe (Pol Granch), le echa en cara lo siguiente: “Yo no voy a luchar por una yonqui, llena de maquillaje y de purpurina para tapar los huecos que tiene dentro. Mírate. Estás sola. Es patético. Procura no morir de una sobredosis, un poco de clase por favor”.

Ya en la isla es donde la joven invita a los otros tres a su local privado y él justifica su viaje alegando que “no puedo ver cómo te destruyes”. Un intento de heroísmo absolutamente romantizado que se usa para lavar la imagen de un personaje que, insisto, no ha demostrado tener interés en ello.

Ni tampoco la serie porque, de hecho, nunca más se supo de la chica francesa a la que violó y que apareció en la fiesta inaugural de la temporada para asegurar que se iba a encargar de contar “su verdad”. Además, la supuesta química entre ambos personajes -Phillipe e Isadora- está tan poco trabajada que este insistente y repentino interés resulta impostado y muy poco creíble.

El violador “menos malo”

En nuestro análisis de los tres primeros episodios de Élite 5 -los únicos que Netflix facilitó a la prensa- hablamos de que se banalizaba la violación, convirtiendo al agresor, según la escena, en alguien o con morbo o como alma en pena desprotegida. Una pérdida de rumbo muy grave por cómo se toma a la ligera una cuestión tan seria como la violencia sexual ejercida sobre las mujeres. En sus cinco capítulos restantes, pese a que le viene bien dejar de centrarse en esta trama tan mal llevada; da un paso más. Allana el camino, utilizando a la víctima de una nueva violación -esta vez múltiple-, para convertir a un violador en un poco menos malo por una cuestión meramente circunstancial.

Es más, la forma en la que se habla de la drogadicción de Isadora, el que sea ella misma quien organiza la fiesta e invita a los chicos a que “nos despelotásemos y estuviéramos a gusto”, rozan otro terreno pantanoso: la culpabilización de la víctima, con frases como “si iba entregadísima” o “súper cachonda”. Y a la vez, reafirma que lo demasiado presente que está la cultura de la violación: conjunto de pensamientos, creencias y actitudes que fomentan y justifican la violencia sexual masculina contra las mujeres. Una cultura que se mantiene porque, como explica Ana Requena en elDiario.es, “muchos de estos comportamientos están normalizados y pasan incluso desapercibidos”.

Ya lo contó con sumo atino la cruda Una joven prometedora (Emerald Fennell, 2020), a través de una mujer (Carey Mulligan) que se dedicaba a salir de fiesta, fingir estar borracha y, una vez algún hombre se ofrecía a cuidarla y acompañarla a casa, hasta acabar queriendo aprovecharse de ella por su estado de embriaguez; darles un buen susto y castigo. Algo que El Xokas puso de manifiesto en un deleznable vídeo la semana pasada. El youtuber describió como “un crack, un fuera de serie, un puto pro” a un amigo suyo que “se divertía mucho llevándose a pibas que estaban colocadas”.

Esto es lo mismo que vemos en Élite. Cuando Isadora cae rendida en la cama, inconsciente por todo el alcohol y las drogas que ha mezclado, tres chicos se acercan a sobrepasarse con ella -móvil en mano-. Mientras tanto, Phillipe e Ivan yacen en el suelo, también inconscientes, sin “poder” hacer nada. Claro que, siendo hombre, que te pase esto no tiene nada que ver con las consecuencias que puede conllevar en una mujer.

Y he aquí donde está el problema. ¿Se incluye esta escena para reflexionar sobre las violaciones múltiples? ¿Para ahondar en la problemática que suponen con algún tipo de perspectiva constructiva? ¿Para concienciar? No. Se inserta para que Phillipe, que hizo esto en dos ocasiones, de repente quede como “el bueno”.

E incluso posteriormente se le someta a la cultura, en su caso, de la cancelación. Los nuevos agresores le echan en cara que sea precisamente él quien les acuse de nada. Su propio amigo Iván, presa de las lagunas propias de una noche de semejantes excesos, le dice: “Yo no he podido hacer eso, yo no soy de esos”. Ante lo que el personaje de Granch replica: “¿Y yo sí?”. Pues sí, es lo que tiene contar con un historial de una violación y un intento de otra.

Es desastroso dedicar tan poco tiempo a tratar de no revictimizar a la propia Isadora que, en un primer momento, trata de hacer como si no hubiera pasado nada, hasta que su vagina sangra mientras se ducha. Allí, desnuda, es donde Cayetana acude para ofrecerle su coherente apoyo.

Pero no, el único con la frase grandilocuente de turno que le convence para ir a la Policía es Phillipe. Alguien que no debería estar sentado a su lado en comisaría, sino frente a las dos mujeres que fueron víctimas de sus agresiones. Pero nada de eso resuena a estas alturas. De hecho, la ficción consigue que hasta se olviden sus actos con total impunidad. Gracias también a que Cayetana “rehace” su vida besándose con Felipe (Álex Monner), que aparentemente es de los personajes más sanos que aparecen en la serie -veremos cuánto dura-.

Aunque justificando la ausencia de cuerpos normativos en la serie, el cocreador y guionista de Élite, Carlos Montero, explicó a Fotogramas que la ficción es “una estilización, una idealización”. Consciente, por lo tanto, de ese componente “aspiracional” que atraviesa Élite, al que la propia Georgina Amorós hizo alusión en su entrevista con El Mundo, ¿qué necesidad había de validar así la violencia sexual?

Vale que la trama principal de la temporada es resolver la nueva muerte/intento de asesinato -que se queda en el aire-; y que con ese misterio, que realmente es el que menos interesa, se “tapa” en cierto modo el gran problema de la tanda; pero no es suficiente. Claro que la misión en última instancia de Élite es entretener y ser adictiva, pero hay líneas rojas que no se deben cruzar. Sobre todo si al hacerlo vas a restar y normalizar una cultura de la violación que lo que merece es erradicarse; no banalizarse ni romantizarse.

Así ha cerrado 'Élite' su temporada 5

Más allá de eso, Élite cierra su quinta temporada resolviendo que el cuerpo, aparentemente sin vida, que llevaba apareciendo durante toda la temporada en una piscina boca abajo, corresponde a Samuel. El joven acude a casa de Benjamín para negociar si devolverle una tarjeta con una información que, de ser entregada a la Policía, le enviaría directamente a la cárcel. El alumno se niega a dejarse “comprar” por él y, en un forcejeo, acaba cayéndose al suelo, dándose con la cabeza en el bordillo y hundiéndose en el agua. Patrick, que llega al poco rato, ayuda a su padre a sacar el cuerpo y, minutos más tarde, Samuel recobra el sentido, aunque muy débil.

Mencía, Ari, Rebe y Omar acuden también a la mansión y descubren lo ocurrido, avisados por Patrick. La primera llama a la Policía y los otros dos se quedan con su maltrecho amigo, hasta que llega una ambulancia. La tarjeta se queda flotando en la piscina, Benjamín es detenido y sus hijos se quedan igualmente devastados. Mencía, además, acaba de “dejar” lo poco que ha tenido durante la temporada con Rebe. Y ésta, junto a Omar, lanzan una última mirada a cámara que parece anticipar su salida de la ficción, pero no se llega a especificar nada. También queda en el aire si finalmente Samuel sobrevivirá o no al golpe.

Como ya hemos mencionado, Phillipe e Isadora concluyen en comisaría denunciando la violación, mientras que Iván y Patrick también se reconcilian. El padre de Iván reúne a ambos para disculparse con su hijo por haberse besado con su amigo. Además, decide rechazar una oferta para irse a jugar al fútbol a Qatar para que Iván, al que ha visto feliz por una vez en todas las ciudades en las que ha vivido, pueda quedarse en Las Encinas, con Patrick. De ahí a que salga en su búsqueda y le acabe encontrando en su casa, llorando tras lo sucedido con su padre y Samuel.

Por lo tanto, a priori, los que todo invita a pensar que continúan en Élite son Patrick (Manu Ríos), Ari (Carla Díaz), Mencía (Martina Cariddi), Isadora (Valentina Zenere), Phillipe (Pol Granch) e Ivan (André Lamoglia). Por contra, en duda se quedan Rebe (Claudia Salas), Omar (Omar Ayuso), Samuel (Itzan Escamilla) y Cayetana (Georgina Amorós), a la que expulsan del instituto, por lo que no queda claro a qué dedicará ahora su futuro ni la relación que seguirá manteniendo, o no, con el resto de personajes. Y lo mismo con Bilal (Adam Nourou), el menor sin hogar que acaba trabajando en el restaurante del Lago. El fichaje que más desapercibido ha pasado en los episodios.

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