8 fenómenos 'paranormales' de la TV actual que dan tanto miedo como la noche de Halloween
31 de octubre, Halloween. Un noche única para sentarse en el sofá, encender el televisor, dejar la casa a oscuras y ponerse a ver una película de terror. Si este es tu plan y te van los clásicos, siempre puedes elegir Poltergeist, pero si prefieres algo de este siglo, una buena opción puede ser The Ring. Elijas la que elijas, lo cierto es que vas a ver lo mismo: un televisor encendido causando grandes estragos.
No hablamos del tuyo, por supuesto, pues que nosotros sepamos, la pantalla de tu Smart TV no la van a traspasar ni un ser maligno ni una niña salida de un pozo. Aunque esto no significa que no veas otros hechos terroríficos en tu día a día a través del televisor. La diferencia es que estos últimos no tienen forma de bruja, fantasma o monstruo de dos cabezas, sino de decisiones industriales que, a su manera, también nos dan miedo y nos quitan el sueño por las noches. A veces, literalmente.
Los horarios de 'MasterChef'
Si hay que hablar de asuntos televisivos que nos quitan el sueño, ninguno tan literal como las galas de MasterChef. Vale que el talent culinario de TVE no es el único programa de la parrilla que termina pasada la 01:30 de la madrugada, pero sí es el único que se emite en una cadena pública. De ahí que el suyo sea un caso especialmente sangrante, pues si hay una cadena de nuestro país que debe apostar por la conciliación de horarios, esa es La 1. Sin embargo, no parece que esto vaya a ocurrir a corto plazo.
“Estamos trabajando intensamente en cómo modificar el prime time”, aseguró esta misma semana el presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, al ser preguntado sobre este asunto. Aun así, reconoció que adelantar la emisión de la galas o, en su defecto, recortar la duración de las mismas, es “difícil”. Entre otras cosas, por una cuestión contractual con Shine Iberia, la productora del programa. Vamos, que los horarios de MasterChef seguirán dando auténtico miedo hasta nuevo aviso.
Que se recurra a la mentira como cebo para la audiencia
Vayamos con el segundo hecho terrorífico de los últimos días: el cebo de Sálvame sobre una presunta infidelidad de Omar Sánchez a Anabel Pantoja. Una “bomba” informativa que Kiko Hernández empezó a soltar el miércoles a primera hora de la tarde, pero que no estalló... hasta cuatro horas más tarde. Y cuando lo hizo, fue con poca mecha, pues el programa de Telecinco apenas emitió un clip en baja calidad en los que aparecía Omar hablando con otras personas. “Espero que sean más comprometidos que este”, llegó a decir Belén Esteban sobre los otros cuatro supuestos vídeos que según el programa quedan por salir a la luz.
En resumidas cuentas, lo del miércoles en Sálvame fue un claro ejemplo de cómo construir fácilmente un cebo de dudosa veracidad para tener enganchada a la audiencia. Una práctica más que vista en el programa de Telecinco, pero que todavía es más habitual en Socialité, que ha hecho de los cebos engañosos toda una tradición, e incluso en El Chiringuito de Jugones, que comenzó la temporada jugando día sí y día también con la supuesta dimisión de Josep Pedrerol. Y hasta un programa tan blanco y ejemplar como Pasapalabra cayó en esta práctica el pasado mes de febrero, cuando jugó a promocionar un presunto bote de Pablo Díaz que no se produjo hasta cuatro meses más tarde.
La crisis de audiencia y relevancia que atraviesa TVE
Hace ya demasiado tiempo que nuestra televisión pública no pasa por su mejor momento. Ni a nivel de audiencias, donde atraviesa la peor crisis de su historia, ni a nivel de relevancia, donde hoy por hoy apenas cuenta con contenidos que trascienden más allá de su emisión. De hecho, la Corporación ha sido más noticia en los últimos años por sus múltiples problemas a nivel interno e institucional que por proyectar una imagen exterior sólida y acorde a su brillante historia.
Algo a lo que han contribuido factores tan diversos como la manipulación informativa durante el Gobierno de Rajoy, la posterior falta de acuerdo entre partidos para renovar el Consejo de Administración y la situación actual, marcada por varios “fuegos” internos en una etapa de calma política. Es decir, que hace años que RTVE no tiene un clima propicio para remontar el vuelo y recuperar parte del brillo de su pasado. De los avances que consiga en este terreno el nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, dependerá gran parte de su éxito al frente de la Corporación.
La sobreabundancia de las mismas marcas en parrilla
Lo analizamos hace unos días con el ejemplo de La isla de las tentaciones, que va camino de lanzar cuatro ediciones y un spin-off en menos de dos años. Una presencia casi ininterrumpida en pantalla que acerca al reality de Telecinco a marcas como La Voz y MasterChef, las cuales, gracias a sus diferentes versiones, se alargan durante meses en la parrilla y fomentan esa sensación de que la televisión vive en una especie de bucle infinito, con variantes de los mismos programas sucediéndose una y otra vez en el horario estelar.
Si a esto añadimos las tres galas por semana del reality de turno de Telecinco, se nos queda una temporada menos variada de lo esperado en la franja de prime time, pero consecuente con la estrategia de las cadenas, a las que, por norma general, les funciona explotar al máximo una marca de contrastado éxito.
La fiebre por los revivals, los remakes y los reboots
Una semana sin un anuncio de remake/revival/reboot no es una semana normal. No tanto en España, donde los casos son muy contados, pero sí en Hollywood, donde la falta de riesgo y creatividad, así como la necesidad de generar nuevos contenidos a toda costa para nutrir los catálogos de las plataformas, han despertado una fiebre tan grande por rescatar títulos del pasado que cualquier serie de antaño es susceptible de volver en el momento menos pensado.
Ahí tenemos casos tan surrealistas como el de Mentes Criminales, que anunció su vuelta apenas un año después de su capítulo final. Otras, en cambio, tardaron más tiempo en volver, pero lo hicieron para formar parte de un mismo mensaje: ahora las series ya no acaban, se detienen de forma indefinida hasta que algún ejecutivo las saca de su retiro.
La burbuja inabarcable de series
La ficción más popular del momento, El juego del calamar, muestra una competición feroz entre cientos de personas de la que solo una puede alzarse con la victoria. Si la extrapolamos a la vida real, la serie coreana de Netflix funciona como metáfora de la industria televisiva actual, en la que un número altísimo de series compiten cada semana por un único y valioso premio: la atención del público.
Pero claro, el público solo tiene dos ojos y unas pocas horas al día (en el mejor de los casos) para sentarse ante el televisor, así que debe hacer su propia criba entre tanta novedad y tanto estreno de temporada. Vamos, que solo unas pocas series sobreviven y se hacen un hueco en la conversación seriéfila. Las demás, aunque merezca la pena verlas, acaban siendo eclipsadas por el ingente volumen de lanzamientos que tenemos cada semana a nuestra disposición. Un ritmo de novedades tan inabarcable e infernal como El juego del calamar.
El estado actual de la ficción en abierto
Si las plataformas asustan por la sobreabundancia de estrenos de ficción, las cadenas en abierto causan pavor por todo lo contrario. Debido al auge del streaming y a los actuales hábitos de consumo, las series españolas en abierto cada vez se ven menos con independencia del canal que las emita, lo que sin duda repercute en su propia trayectoria, efímera en la mayoría de los casos. Su irrelevancia en términos de audiencia es tan acuciada que estrenar una serie española en abierto ha dejado de ser un gran acontecimiento. Incluso una cadena como Antena 3, que en los últimos años ha presumido de tratar con mimo su ficción en abierto, ha tenido que relegar Los hombres de Paco al late night por su escaso seguimiento.
Algo impensable si hablamos de sus series turcas, que han ofrecido un rendimiento tan espectacular en el último año que su presencia en parrilla no para de crecer, llegando incluso a la franja de tarde con Tierra Amarga, un título capaz de poner en aprietos al mismísimo Sálvame. Cierto es que el éxito de esta y otras ficciones otomanas están restando espacio en pantalla a las producciones nacionales, pero también que algunas producciones nacionales han nacido gracias a ellas, como es el caso de las series Alba y Heridas, ambas de Atresmedia, que adaptan las historias de Fatmagül y Madre, respectivamente.
La contraprogramación entre cadenas
Es verdad que estamos teniendo un inicio de curso 'tranquilo' en este aspecto, pero como sucede en las películas de terror, la calma solo es sinónimo de que algo malo se avecina. Es decir, que en cuanto haya un potente estreno en camino, lo más probable es que Antena 3 y Telecinco empiecen a jugar al gato y al ratón y se contraprogramen entre sí por unas décimas de share.
Una práctica que ha funcionado en el pasado y que, a buen seguro, seguirá funcionando en el futuro para una de las partes interesadas, aunque eso suponga poner a prueba la paciencia de una audiencia cansada y mareada por tanto cambio.