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Feminismo para tontos (sí, para ti)

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Puedo entender que la noticia de cinco mujeres asesinadas “por los hombres que las querían”, más el hijo de siete años de una de ellas, además embarazada, sólo en siete días, te rebote porque entender esto de primeras no es fácil. Puedo entender que no te preguntes por qué pasa esto porque supone un esfuerzo que, como te queda lejos, pues para qué. Pues mira, yo te lo cuento: esto lo provoca el machismo y el mantenimiento y fortalecimiento del comportamiento machista por los hombres. Lo que no entiendo es por qué tienes que ver con estos asesinatos. 

Te explico por qué eres cómplice. Imagina una pirámide triangular. En la punta de la pirámide están las mujeres asesinadas por “los hombres que las querían”. Toda la pirámide es la vida, y la vida es machista. Sí, amigo, me pinchas y no sangro. Y tú dirás, porque ya lo has dicho o pensado, que las mujeres también son machistas. Aclaremos esto de una vez. Si somos una sociedad de cultura machista, las mujeres lo somos por pertenecer a esta educación cultural machista, hasta ahí te aguanto. Pero el machismo aprendido por las mujeres ha sido, y es, de sometimiento y perpetuación de una posición inferior al hombre en todos los órdenes de la vida. El machismo cultural en el hombre, muy al contrario, ha sido dirigido a perpetuar su posición de poder, también en todos los ámbitos; a someter y tratar a las mujeres como seres a tutelar. Concluimos con esto: el machismo en la mujer es de obediencia, el del hombre de violencia. 

El machismo daña porque es violencia. Vamos a aclarar también el significado real de machismo, porque su concepción de maldad se ha difuminado de tanto usarlo. Te has quedado por comodidad intelectual en que el machismo es no fregar los platos o no ocuparte de los niños igual que lo hace una mujer. No, mira, esto es micromachismo, de donde se nutre el machismo. Esto puede parecer que, total, no es dañino porque “están acostumbradas”. Este comportamiento normalizado y repetido día a día alimenta un machismo que se convierte en violencia. Y empiezan los comentarios hacia el aspecto físico de las mujeres, los chistes de mal gusto, desacreditarnos intelectualmente, adjudicarnos roles “femeninos”, acoso y abuso sexual...Sí, sí, acoso y abuso sexual a la orden del día. Todo eso es machismo. Todo eso es violencia.

Y todo esto ocurre en la base de la pirámide de la vida, donde estamos tú y yo. Si no cambiamos esta concepción del hombre y de la mujer, de sus roles, de sus derechos y de sus libertades, el machismo (recuerda, la violencia) asciende por la pirámide como un puto huracán, cogiendo fuerza y siendo cada vez más violento, con el ojo puesto en la destrucción de la mujer. Control, celos, faltas de respeto, insultos...agresiones físicas, amenazas y una vida de tortura hasta el ASESINATO. Catorce en lo que llevamos de año y dos menores. 

Esto que te cuento es ciencia: ciencia sociológica, jurídica, psicológica y psiquiátrica, médica, social...y si un montón de expertos dicen que esto es así, quién eres tú para ponerlo en duda. Tu opinión y la mía no importan. Son como nuestros culos: todos tenemos uno y está dividido. 

Lo que importa es el trabajo diario para ir cambiando el comportamiento machista. Requiere de un esfuerzo intelectual que va a redundar en que no seamos una sociedad violenta, en aprender a tratarnos con el debido respeto. Sobre todo a las mujeres que quieres y que tienes a tu alrededor. A que nadie las violente. A ser más sanos mentalmente.

La violencia de género se alimenta de machismo. Según la 'ley integral contra la violencia de género', se trata de un delito de orden público, no privado. Eso significa que afecta al conjunto de la sociedad y evitarla es responsabilidad de todos. Si no te esfuerzas por evitar el machismo, se perpetúa la violencia contra las mujeres. Por eso serías cómplice de cada mujer asesinada, de cada mujer torturada, de cada una maltratada, insultada, vejada, humillada y opinada por el hombre que la quería. O por cualquier hombre.

Venga, en el próximo artículo te cuento que no todas las feministas llevan el pelo rojo.

Puedo entender que la noticia de cinco mujeres asesinadas “por los hombres que las querían”, más el hijo de siete años de una de ellas, además embarazada, sólo en siete días, te rebote porque entender esto de primeras no es fácil. Puedo entender que no te preguntes por qué pasa esto porque supone un esfuerzo que, como te queda lejos, pues para qué. Pues mira, yo te lo cuento: esto lo provoca el machismo y el mantenimiento y fortalecimiento del comportamiento machista por los hombres. Lo que no entiendo es por qué tienes que ver con estos asesinatos. 

Te explico por qué eres cómplice. Imagina una pirámide triangular. En la punta de la pirámide están las mujeres asesinadas por “los hombres que las querían”. Toda la pirámide es la vida, y la vida es machista. Sí, amigo, me pinchas y no sangro. Y tú dirás, porque ya lo has dicho o pensado, que las mujeres también son machistas. Aclaremos esto de una vez. Si somos una sociedad de cultura machista, las mujeres lo somos por pertenecer a esta educación cultural machista, hasta ahí te aguanto. Pero el machismo aprendido por las mujeres ha sido, y es, de sometimiento y perpetuación de una posición inferior al hombre en todos los órdenes de la vida. El machismo cultural en el hombre, muy al contrario, ha sido dirigido a perpetuar su posición de poder, también en todos los ámbitos; a someter y tratar a las mujeres como seres a tutelar. Concluimos con esto: el machismo en la mujer es de obediencia, el del hombre de violencia.