El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Un periodista godo, perdido en La Goleta
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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La presencia del periodista no pasó desapercibida ni en La Goleta (Arucas) ni en El Zumacal (Valleseco). Abordó por la calle a todas las personas que consideró pudieran aportarle algún dato, algún chisme, alguna información de interés con la que poder inflar un poco más las acusaciones hasta ahora sin pruebas del empresario Víctor de Aldama contra el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.
Pronto se corrió la voz por todas partes porque el barrio de La Goleta es muy pequeño y se conoce todo el mundo, más o menos lo mismo que ocurre en El Zumacal. El reportero, Rafa Martí, de El Español, el periódico de Pedro J. Ramírez, empezó por ahí, buscando personas que conocieran al ministro desde su nacimiento en ese barrio aruquense. Y lo que se encontró fue nada. O casi nada. Nadie le ofreció la más mínima pista que pudiera engordar la acusación, ya desinflada por el propio De Aldama, de que Torres usó en algún momento un apartamento en la calle de Atocha para encuentros que el periodista cataloga de “carácter furtivo” o, ya metido en el regodeo rosa, de “carácter húmedo”. Unas conclusiones que el propio comisionista denunciante ha reducido a reuniones en varias entrevistas, y El Confidencial a un alquiler por un solo día en 2018 a la plataforma Airbnb, según su edición de este martes. En 2018, quizás el audaz periodista no lo sepa, Torres no era presidente del Gobierno de Canarias sino vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria, y Ábalos acababa de ser nombrado ministro de Fomento.
Así que el reportero se tuvo que conformar con el testimonio de un masajista jubilado del que tomó como única experiencia extraordinaria la ocasión en la que Torres se dislocó un hombro y hubo que llevarlo a un estelero (el periodista entendió esterero, y así lo escribió), un viaje infructuoso porque aquel joven Ángel Víctor se colocó el hombro él solito por el camino. Ya empezaba a manejar bien las calamidades, cabe concluir.
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