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Las recetas de Joseph Stiglitz

Sostiene Stiglitz que los gobiernos no deberían hacer caso de las agencias de calificación. Recuerda que estas agencias califican bonos pagados por los propios dueños de las agencias. También sostiene el Nobel de Economía 2001 (y así lo recoge en su libro Caída libre) que estas agencias que son escuchadas por los gobiernos son las mismas que habían dado la mejor nota a las hipotecas subprime de Estados Unidos horas antes de que estallara la burbuja financiera norteamericana.

Sostiene Stiglitz que los gobiernos y el Banco Central Europeo están haciendo dejación de sus responsabilidades cuando tienen en cuenta las calificaciones que hacen agencias privadas. Dice el autor de El malestar de la Globalización que no se entiende la permanente insatisfacción de los mercados, y recuerda que los inversores son jugadores en esta economía de casino y consideran que si especulan ponen a prueba a Europa y ganarán más dinero al final. La compra de CDS por bancos británicos y norteamericanos ha provocado un enriquecimiento de estas entidades financieras a costa de la crisis de la deuda de los estados europeos.

Sostiene Stiglitz que las recetas de los conservadores que hablan de bajar impuestos y recortar los gastos sociales nos llevarán al desastre. El exdirector del Banco Mundial considera que hay que usar las políticas fiscales para lograr la recuperación económica. Esas políticas pasan por subir impuestos a los que más ganan y bajarlo a las rentas más bajas. Desde el Estado también se puede estimular la economía apoyando a las empresas que crean empleo y retirando el respaldo a las que lo destruyen.

Sostiene Stiglitz que aunque Alemania tiene un gobierno conservador ha podido salir antes de la crisis porque no ha destruido su sistema de protección social. El economista compara la reacción alemana con las políticas en Estados Unidos, dice que hace cinco años que estalló la crisis en su país, y como tienen un mercado laboral demasiado flexible el coste social de la crisis es mayor. El autor de Los felices noventa apunta que uno de cada seis norteamericanos aspira a tener un empleo a tiempo completo y no lo logra.

Sostiene Stiglitz que Europa debe construir un sistema fiscal unitario, que le permita pedir a un interés bajo como el que logra Estados Unidos (el 1 %). Pero esto no le interesa a eso que llaman mercados, porque ganarían menos. No nos confundamos, Joseph Stiglitz no es un revolucionario con planteamientos anticapitalistas. Si estuviera en esas posiciones no hubiera llegado a los mandos del Banco Mundial ni habría sido reconocido con el Premio Nobel. Stiglitz plantea unas recetas socialdemócratas, que defienden el Estado social y de Derecho. Que recuerdan que según las propias constituciones liberales el papel del Estado es redistribuir la riqueza, y no socializar las pérdidas y privatizar los beneficios.

Para el fundador del PSOE, Pablo Iglesias, Joseph Stiglitz sería un liberal. Pero hoy vivimos esa paradoja. La gente del movimiento 15 M están en la calle para pedirla al gobierno del PSOE que aplique las recetas socialdemócratas. Y eso, en 2011, ante la dictadura de los especuladores que dirigen las políticas económicas, eso que sostienen Stiglitz y el 15 M, en este contexto histórico, puede considerarse una verdadera revolución.

En twitter : juanglujan

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Juan García Luján

Sostiene Stiglitz que los gobiernos no deberían hacer caso de las agencias de calificación. Recuerda que estas agencias califican bonos pagados por los propios dueños de las agencias. También sostiene el Nobel de Economía 2001 (y así lo recoge en su libro Caída libre) que estas agencias que son escuchadas por los gobiernos son las mismas que habían dado la mejor nota a las hipotecas subprime de Estados Unidos horas antes de que estallara la burbuja financiera norteamericana.

Sostiene Stiglitz que los gobiernos y el Banco Central Europeo están haciendo dejación de sus responsabilidades cuando tienen en cuenta las calificaciones que hacen agencias privadas. Dice el autor de El malestar de la Globalización que no se entiende la permanente insatisfacción de los mercados, y recuerda que los inversores son jugadores en esta economía de casino y consideran que si especulan ponen a prueba a Europa y ganarán más dinero al final. La compra de CDS por bancos británicos y norteamericanos ha provocado un enriquecimiento de estas entidades financieras a costa de la crisis de la deuda de los estados europeos.