Era bonito conocer a la gente por los ojos, por la mirada y debajo de la mirada el misterio que realmente somos. Lo digo porque nuestros rostros han sido liberados y los tímidos tendrán problemas para mostrarse al aire. ¿Se llevarán las mascarillas nuestros gestos hoscos, volveremos a sonreír del todo? ¿Con qué vara medirán los cuerpos de seguridad la distancia obligatoria entre nuestros cuerpos inseguros? Un amigo me dice que ir por la calle sin mascarilla le produce un vértigo como si caminara por los bordes de La Caldera. Lo siento, señores fabricantes de mascarillas, hay que estar a las verdes y a las maduras. Recíclense, fabriquen máscaras de carnaval, que pronto volverá con fuerza, y usted, Míster Covid, relájese, que parece mentira que venga usted de la tierra del taichí.