''Yo la quería un montón, no sé por qué la maté''

El acusado de matar a martillazos a su mujer mientras dormía, en Gran Canaria, afirmó este lunes que no sabe por qué lo hizo y que no fue consciente de lo ocurrido hasta horas después, aunque indicó que su esposa, que recibió al menos quince golpes en la cabeza, no “gritó” ni le “golpeó”.

Juan Carlos Falcón Cabrera, de 40 años, sostuvo ante la Audiencia de Las Palmas que nunca había discutido ni amenazado a su mujer, Agustina de los Ángeles Mirabal Rodríguez, de 26 años, a la que ni siquiera le insultó con “un coño”, y negó sentir celos y que su esposa le hubiera anunciado el día anterior de los hechos su intención de abandonarle.

“Entre nosotros no había celos ni discusiones, no sé por qué ocurrió todo esto. Yo nunca la amenacé, ni a solas ni delante de nadie, es más nunca dije ni un coño delante suya. Yo la quería montón, no sé por qué la maté”, declaró

Falcón Cabrera señaló también que el día de los hechos, el 19 de abril de 2005, después de dejar al niño en la guardería fue cuando se dio cuenta de su acción, por lo que regresó a su casa, ubicada en Firgas, “para ver si Tina estaba con vida, si respiraba”, con el fin de ayudarla.

Indicó que sólo recuerda que ese día, como todos, se levantó sobre las 5.00 horas de la madrugada, preparó café, sacó al niño del dormitorio conyugal, le dio el biberón y lo dejó acostado en el sofá de la sala.

Posteriormente, agregó, subió a la azotea a fumarse un cigarro y, al dejar la taza de café en el cuarto de lavado, “vi el martillo y lo cogí”. “Sé que lo cogí y bajé, pero a partir de ahí, cuando iba por el pasillo, no me acuerdo de nada más, sólo que cuando dejé al niño en la guardería me dije '¿Dios mío, Juan Carlos, qué has hecho?”.

El agresor insistió en su declaración ante el tribunal jurado, durante la vista oral que se prolongará hasta el próximo miércoles, que entre el matrimonio no existían problemas, y que los días anteriores al suceso se sentía “tenso y nervioso”, con “ansiedad”, si bien con su esposa no mantuvo discusiones. “Yo últimamente estaba algo nervioso, tenso, con ataques de ansiedad, pero no sé por qué hice esto porque no tenía motivos, yo soy reservado, tímido, buena gente”, concluyó el acusado.

Consciente y premeditado

El fiscal calificó los hechos como un delito de asesinato y solicitó una pena de 18 años de prisión para el acusado, sobre el que dijo que en su declaración de este lunes incurrió en numerosas contradicciones respeto a sus anteriores testimonios, en los que había afirmado que le pidió a su mujer que no se fuera de casa hasta que pasara el cumpleaños del niño.

Según el fiscal, al acusado era plenamente consciente de lo que hizo a su mujer, a la que le puso una manta en la cabeza mientras dormía y le destrozó la cabeza con un martillo, “de oreja” y de 33,5 centímetro de longitud, “de forma brutal”, por lo que es “totalmente responsable de sus actos”, que además fueron premeditados.

La acusación particular, que actúa en representación de la familia de la víctima, solicita una pena de 25 años de prisión por entender que en los hechos concurren las circunstancias agravantes de parentesco, alevosía y ensañamiento, y pide que se le prohíba residir en Firgas y en donde vivan los familiares de la fallecida, además de que se le retire la patria potestad del menor.

Así mismo, rechaza la atenuante de confesión como reconoce el fiscal, porque el acusado tenía premeditada hasta su entrega a la Guardia Civil, pues se trata de una persona “muy calculadora”.

El abogado del Estado, que actúa como delegado especial del Gobierno contra la violencia sobre la mujer, solicitó la misma pena que la acusación particular, que también fue reclamada por el Instituto Canario de la Mujer, que ejerce igualmente acusación.

La abogada del acusado calificó los hechos como un homicidio, con los atenuantes de confesión y enajenación parcial y el agravante de parentesco, por lo que reclamó una pena de 15 años de prisión, si bien dijo que se podría considerar como asesinato, en caso de que se reconozca que hubo alevosía.

La letrada descartó que se trate de un caso de malos tratos y consideró que se trata de un “hecho aislado y desgraciado” que no guarda relación con la violencia de género.