San Cristóbal lucha por reponerse del oleaje mientras reclama una escollera y medidas ante futuras inundaciones

Ha pasado un mes desde que el mar embistiese durante la madrugada y la tarde del 10 de abril al barrio marinero de San Cristóbal, ubicado en la capital de Gran Canaria. A lo largo de este tiempo, los vecinos de la calle Timonel, la callejuela que en mayor medida se vio anegada a causa de las pleamares, han intentado asimilar la situación y devolver a su hogar a la normalidad.

Inmaculada Peña, que es natural del barrio de San Cristóbal y residente de la calle Timonel, comenta que aún sigue en “shock”, no porque el mar se haya colado en su vivienda, ya que indica que es algo normal para ella desde pequeña, sino por lo caudalosa que fue la inundación. “Yo nací en esta casa y toda la vida ha entrado agua, pero la podíamos expulsar por la puerta trasera. Esta vez no. No podía abrir la puerta porque se me se inundaba la casa”. Así mismo, resalta que nunca se había inundado la calle en la que vive y que tampoco se habían visto afectados los domicilios que se encuentran en segunda línea de costa, pero que en esta ocasión sí.

Por otra parte, Inmaculada asegura que la riada en Timonel se produjo debido a que el agua no tenía salida, ya que señala que antes esta calle desembocaba en un acceso a la playa y que este permitía canalizarla. Sin embargo, esta entrada al mar se eliminó a finales de 2022 durante una obra de emergencia que afectaba al tramo del paseo marítimo al que da esta vía. “Es que cerrar una rampa ahí es de locos, cada calle tiene una salida. Todas las bocacalles tienen escaleras y esta tenía la rampa grande y la cerraron”, recrimina. A la vez pide que “abran esa rampa”, porque alerta que “va a venir otro reboso y va a pasar lo mismo”.

Considera que es primordial que se vuelva a habilitar esa bajada al mar para poder desaguar cuando ocurran episodios parecidos, porque indica que los tres sumideros que actualmente sustituyen a esta bajada no surtirán efecto y que de nada servirá reparar los daños del reciente temporal. “Que no somos ricos, nosotros estamos viviendo aquí bien, siempre hemos vivido bien en ese sentido, pero porque hemos tenido desagüe”, resalta.

Asimismo, Inmaculada apunta que algunos desperfectos que sufrieron las viviendas fueron causados por la fuerza de la marea, como que las puertas y ventanas fueran arrancadas de cuajo, pero remarca que lo que perjudicó de más a los vecinos fue que el agua no se podía canalizar. “Porque nosotros podíamos haber cerrado la puerta del paseo y drenar las casas por la puerta trasera, pero es que no podíamos. Por eso fue todos los desperfectos que hubo”, lamenta.

Alicia Navarro, vecina pared con pared de Inmaculada, relata que en otras ocasiones en las que el nivel del mar había subido en San Cristóbal, el agua “no llegaba hasta el final de la calle Timonel” como pasó esta vez, sino que se extendía hasta la mitad de esta callejuela y con la misma que entraba, salía. “No se quedaba estancada ni hacia estos daños, no los hacía por que lo que te entraba era en la puerta, lo echabas y ya está, no te entraba en todas las habitaciones”, explica.

El domicilio de Navarro ha sufrido perjuicios en la totalidad de las estancias, debido a que las distintas dependencias se encuentran distribuidas en una sola planta y no en varias como sucede en las viviendas de sus colindantes. Expone que todos los muebles de su casa, los cuales solo tenían un año de antigüedad, se han visto afectados.

Alicia Navarro calcula que los desperfectos en útiles superan los 4.000 euros. En cambio, la ayuda estatal a la que el Ayuntamiento le ha informado que se puede acoger, solo ofrece como máximo 2.580 euros para paliar los daños de enseres.

La vecina de San Cristóbal describe este tiempo después de las pleamares como “muy ahogante” y “bastante duro económicamente”, ya que explica que no solo ha tenido que renovar el mobiliario estropeado, sino que además ha debido reponer los alimentos dañados. “Son gastos y tú te puedes amarrar los pantalones, pero es que estos gastos han sido extraordinarios y no entraban en tu cabeza”, expresa.

Semanas después de la catástrofe, conforme intenta traer la normalidad a su casa, Navarro relata que aún sigue descubriendo nuevos objetos dañados. Entre los últimos hallazgos menciona un libro de lectura que su hija se encontró empapado en el fondo de un cajón donde pensaban que no había entrado el agua.

Unas casas más allá, Pino Martín continua con la puerta de su vivienda entablillada con materiales de una nueva obra que se está llevando a cabo el paseo marítimo. Martín relata que mientras achicaba agua durante la madrugada del 10 de abril, una ola descuajó su portón provocándole que se le cayese encima y que tuviera que ser trasladada al hospital. Un susto que indica que afortunadamente tras varias pruebas médicas solo se quedó en un “chichón en la cabeza”.

Pino, que nació y se crió en San Cristóbal, narra que antes de que se hiciese el paseo, la mar venía y con la misma bajaba con las piedras, pero indica que ahora con esta construcción se ha creado una “ratonera”.

Durante las pleamares asegura que el nivel del agua en su vivienda llegó a una altura que se extendía hasta los dos primeros escalones de la escalera que conecta la primera planta de su domicilio con la segunda. Cuenta que la inundación que padeció su casa se llevó consigo todo el mobiliario de un salón que tenía en la parte baja de la casa y dos electrodomésticos frigoríficos, aunque reconoce que se daría por satisfecha con que la cuantía de la ayuda estatal que va a solicitar, le diese para comprar una puerta nueva que reemplazase a los tablones que le pusieron los vecinos mientras ella estaba en el hospital.

La reconversión del paseo marítimo, el reclamo de los vecinos

La reivindicación de los residentes del barrio marinero de San Cristóbal para devolver el paseo marítimo al diseño original ha sido trasladada al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria a través de varios escritos y con la participación del presidente de la Asociación de Vecinos Nuestra Señora de Buen Viaje, Juan Jesús Santana, en el último pleno de la Corporación.

“La obra de emergencia ha sido un peligro”, apuntaba Santana durante la sesión plenaria que tuvo lugar el pasado 26 de abril en el Consistorio capitalino. “Fue ejecutada de tal forma que se hizo caso omiso al diseño original, poniendo en riesgo las vidas de nuestros vecinos”, proseguía en su intervención.

Según Santana, en el paseo inicial se contemplaba una rampa y explica que “no solo servía de acceso a las playas, sino para algo más importante, el drenaje de las aguas”. Por esta razón, desde la asociación vecinal consideran que con esta obra se ha podido producir una “negligencia” y una “omisión del deber” por parte del Ayuntamiento.

*Vídeo durante un oleaje del 2022 que refleja cómo esta entrada al mar servía de aliviadero.

Este colectivo del barrio de San Cristóbal solicita al Consistorio de la capital de Las Palmas de Gran Canaria que se restablezcan las características originales del paseo marítimo y que además se lleven a cabo medidas preventivas contra futuras inundaciones. Entre estas soluciones proponen la construcción de una escollera semisumergida, un proyecto que la Concejalía de Ciudad de Mar ha barajado en varias ocasiones, pero que no se ha llevado a cabo.

Desde la Asociación de Vecinos Nuestra Señora de Buen Viaje se ha presentado el pasado lunes, 6 de mayo, una denuncia ante la Fiscalía Provincial de las Palmas. En ella se ha informado al Ministerio Público sobre la modificación que sufrió dicho muro de contención y la vinculación que podría tener con las inundaciones que padeció la calle Timonel el pasado 10 de abril.

Este periódico ha intentado conocer la posición del Consistorio, que ha remitido a Canarias Ahora un fragmento de la grabación en diferido del pleno del pasado 26 de abril donde la alcaldesa, Carolina Darias, puntualizó que el Gobierno capitalino “se desplegó desde primeras horas”. Asimismo, recordaba que desde la Corporación se activó “la prealerta a las 00:00 horas del día en cuestión”, tal como les indicó el Gobierno de Canarias, que es quien tiene la competencia, y que “vista la virulencia del oleaje”, se decidió activar la alerta en el Plan de Emergencias Municipal (PEMULPA) y que posteriormente fue declarada por parte del Ejecutivo autonómico.

La alcaldesa también resaltó que mientras sucedía la primera pleamar se estaba estudiando cómo actuar en la siguiente, con el fin de intentar ganarle “tiempo al tiempo” y minimizar el daño del oleaje. También subrayó que “los desagües funcionaron”, pero que “era mucho más el caudal que entraba, que el que salía” y que por ello no puede decirse que no hubiera sumideros, sino que eran insuficientes en relación al volumen de agua que entraba. “Les puedo mostrar las fotos que hice personalmente, cómo sí había, pero evidentemente, el volumen de metros cúbicos que entraba en cada ola era superior y especialmente porque la calle Timonel está por debajo de la cota del nivel del mar, otro problema añadido que hacía que en la calle tuviéramos una situación extraordinaria, y sobre todo que la fuerza del mar no solo traía agua sino que traía callos pequeños y callaos grandes. Es decir, era impresionante lo que la fuerza del mar arrojo”, insistió.

El Ayuntamiento también informó el pasado jueves, 8 de abril, de que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha encargado al Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) un estudio de posibles medidas de prevención y reducción de los riesgos asociados al oleaje y las grandes pleamares en el barrio marinero de San Cristóbal. El Consistorio hacía pública esta información después de que Darias y el concejal de Presidencia, Francisco Hernández Spínola, se reunieran previamente el miércoles en Madrid con el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán.