No, Melody no quedó 24ª por RTVE e Israel: que la política no sea la excusa del enésimo tropiezo en Eurovisión
La resaca de Eurovisión 2025 se está alargando por dos motivos que en realidad convergen. Por un lado, el parón de Melody que ha retrasado más de lo común sus explicaciones y el cierre de su ciclo eurovisivo. Por otro, la utilización desde la política de una edición más politizada que nunca por la participación -y casi victoria- de Israel. Y como conclusión, una máxima que algunos han abanderado para justificar nuestro enésimo fracaso en el festival: “La postura de RTVE respecto a Israel nos ha perjudicado”.
Con el Eurovisión de Basilea ha ocurrido lo que pasa siempre que algo tan mediático como el certamen musical se convierte en “cuestión de Estado”: que los “opinólogos” que no recuerdan que existe Eurovisión hasta que hay polémica se lanzan a soltar “verdades” sin contexto, y sin tampoco interesarse por conocerlo. Así lo hemos visto durante toda la semana, desde la final del pasado sábado 17 de mayo, en platós e incluso en discursos de nuestra clase política.
Que el mensaje que La 1 emitió instantes antes de la final del festival, pidiendo “paz y justicia para Palestina” tras la amenaza de la UER, ha agitado el debate político respecto a Israel parece evidente. También la victoria israelí en un televoto promocionado por su gobierno para convertirlo en propaganda ha provocado reacciones como la de RTVE y otras televisiones públicas, que han pedido auditorías y una revisión del sistema de votación; y la de Pedro Sánchez, que ha solicitado oficialmente la exclusión del país hebreo de Eurovisión por su matanza en Gaza, como ya ocurrió con Rusia.
Que todo esto sea la causa del 24º puesto de Melody en el festival, sin embargo, es falso. Eurovisión es política, sí, y lo estamos viendo más que nunca en las dos últimas ediciones por la adulteración del televoto que se está realizando en favor de la causa israelí, con la permisividad de la UER. Sin embargo, ni toda la tabla de clasificación de Basilea 2025 es fruto de movimientos y alianzas políticas, ni la posición de España es un castigo por nada, sino el resultado de una candidatura que ni era ni ha sido competitiva.
Un argumento que se cae por su propio peso
Como comentábamos al inicio de este artículo, la política está monopolizando el debate eurovisivo por la polémica participación de Israel y sus consecuencias, que -a diferencia de hace un año, cuando ya vivimos una edición incluso más tensa- han derivado al fin en un debate a gran escala sobre la utilización de Benjamín Netanyahu del festival como un escaparate de propaganda mundial.
Lo llamativo en este caso es que se ha extendido hasta tal punto que, por atacar al Gobierno de Pedro Sánchez y a RTVE, se está achacando el mal resultado de Melody en Basilea a la decisión de la televisión pública de informar sobre las víctimas en Gaza y lanzar un mensaje de paz y justicia para Palestina.
Argumentan que la defensa de RTVE de los derechos humanos en un escaparate como Eurovisión, mientras Israel utiliza el mismo festival para lanzar sus mensajes políticos, habría condenado a Esa Diva a un mal puesto. Los ejemplos los hemos visto estos días en muchos escenarios. En redes sociales, donde el debate está agitado constantemente. En política, con mensaje directo del Partido Popular culpando a Sánchez de la 24ª posición. Y también en televisión, con voces como la de José Manuel García-Margallo en Cuatro: “El mensaje de RTVE arruinó las posibilidades que tenía Melody. No le ayudó entrar en ese conflicto”, dijo en Todo es mentira el martes.
El mismo día, en Telecinco, Alessandro Lequio criticó “la apuesta política” de RTVE y apuntó que “el televoto fue en sentido contrario”. E incluso Vicente Vallés habló de Eurovisión en Antena 3 Noticias señalando a Sánchez por el mensaje previo a la final del certamen: “Los 12 puntos del televoto español a Israel no han gustado en Moncloa, donde se decidió que los comentaristas del concurso criticaran a Israel, y donde ahora lanzan una ofensiva contra los organizadores de Eurovisión. El presidente lo ha convertido en cuestión de Estado”, expresó el presentador.
Preguntada por Europa Press a su llegada a España, ante el retraso de su rueda de prensa con los medios, Melody afirmó que responderá sobre si la política ha influido en su resultado cuando celebre finalmente el evento con periodistas este lunes 26 de mayo. Y adelantándonos a cualquier palabra de nuestra representante, lo cierto es que cometería un error si achacase el mal resultado de su propuesta a este tipo de condicionantes.
El argumento se cae por su propio peso por varios motivos. En primer lugar, las votaciones de los jurados (el 50% del resultado final) tuvieron lugar el viernes 15 por la noche en el llamado jury show. Fue después de la semifinal donde Tony Aguilar y Julia Varela pronunciaron el primer mensaje en La 2, pero antes de que todo trascendiese algo más por el apercibimiento de la UER a RTVE que tuvo lugar el sábado por la mañana.
Tampoco hay motivos para creer que los jurados profesionales o el público europeo hayan castigado a nadie por la posición de una televisión pública respecto a la causa palestina. Primero, porque es algo que no llegó fuera de la burbuja que se crea siempre alrededor de Eurovisión, y que sólo explota durante la final. Y segundo, porque el ejemplo más claro lo tenemos en Malmö 2024, donde todos los artistas que se significaron con Palestina, algunos de ellos con reivindicaciones públicas en las propias galas del festival, acabaron en el top-11.
Nemo de Suiza (1º), Slimane de Francia (4º), Bambie Thug de Irlanda (6º), Angelina Mango de Italia (7º), Iolanda de Portugal (10º) y Marina Satti de Grecia (11º) fueron los que más se manifestaron durante la semana. Algunos se ausentaron del último ensayo, otros los aprovecharon para lanzar mensajes por la paz e incluso la portuguesa se lanzó a lucir las uñas con motivos palestinos. Ninguno de ellos fue penalizado en las votaciones por manifestarse, ni sus televisiones públicas por elevar numerosas quejas a la organización debido a la tensión con la comitiva israelí.
'Esa Diva' no gustó en Eurovisión, como otras muchas antes
La realidad, por mucho que nos duela a los que seguimos y cubrimos Eurovisión desde hace tantos años, es que la propuesta de España no gustó... como no han gustado otras muchas en nuestra historia reciente. Elogiando y valorando el talento, trabajo y entrega de Melody y todo su equipo, Esa Diva no era competitiva para conseguir un buen puesto Eurovisión, como se ha demostrado.
Sin ser adivinos ni pretenderlo, muchos periodistas especializados en el festival ya analizamos, tras la victoria en el Benidorm Fest 2025, que su candidatura lo iba a tener complicado para competir en Europa. Por mucho que nos pudiera gustar a nivel local, su elección ya suponía un cambio de rumbo en la todavía corta historia de nuestra preselección. Esa Diva ni reflejaba las tendencias musicales actuales ni su conjunto era vanguardista, ya que recordaba a lo que llevábamos al certamen hace unos años, cuando nuestras preselecciones estaban en otro punto y encadenábamos 'bottoms' (últimas posiciones). Muestra de ello es que, por primera vez desde que existe el Benidorm Fest, RTVE apostó por cambiar 'el pack' de Melody para actualizarlo y hacerlo más competitivo, pero no lo ha sido ni siquiera modernizando su sonido.
Así se reflejó también en las apuestas, que situaron enseguida a España a la cola de la clasificación. Como también contamos, con Esa Diva entramos directamente a los últimos puestos de los 37 posibles, y los pronósticos no nos dieron un respiro hasta que empezaron a vislumbrarse las novedades en la propuesta. Estas novedades la hicieron más vistosa, pero no lo suficiente para destacar en una edición con varias divas clásicas eurovisivas que tampoco han funcionado. Basta con mirar más allá de nuestro propio ombligo.
En los últimos diez años, por acotar un período asumible, España ha quedado 21ª (Edurne), 22ª (Barei), 26ª (Manel Navarro), 23ª (Amaia y Alfred), 22ª (Miki Núñez), 24ª (Blas Cantó), 3ª (Chanel), 17ª (Blanca Paloma), 22ª (Nebulossa) y 24ª (Melody). Un cúmulo de malos resultados de los que sólo salimos con SloMo y medianamente con EaEa, que sí compitió en la clasificación de jurados pero fue hundida en el televoto. Y no hubo que apuntar a conspiraciones para explicar que, pese a estar representados por grandísimos artistas, simplemente no fuimos competitivos.
Como explicamos varias veces en la previa de Eurovisión 2025, promover una campaña en positivo es relativamente sencillo, tal como ha demostrado Israel con implicación económica de su Gobierno. Hacerlo en negativo es directamente imposible, ya que por el propio sistema de votación no se puede hundir una candidatura en masa, habiendo tantas opciones en la votación.
Según refleja esta tabla que recoge los puestos de Melody en cada jurado y televoto de Europa, su propuesta estuvo entre las mejores valoradas de los jurados de Albania, Francia, Malta, Azerbaiyán o Suecia, y el público de Portugal, resto del mundo e Irlanda. Sin embargo, se quedó en tierra de nadie para otra docena de países, mientras que fue de las peor calificadas para el resto. Y eso es lo que ocurre en Eurovisión: que o rozas la excelencia como Chanel con su SloMo, o es difícil llevarte puntos. Porque para sumar, tienes que colarte entre las 10 favoritas de cada país, con lo complicado que es teniendo en cuenta que el mercado musical español poco tiene que ver con los del resto del continente.
Dicho esto, los argumentos políticos no pueden servirle a nadie para justificar lo que ha sido un nuevo tropiezo de España en Eurovisión. Tampoco a RTVE para echar balones fuera ante una tendencia que no preocupó en exceso el año pasado, pero ahora sí empieza a hacer saltar las alarmas. Con la fuerte apuesta por el Benidorm Fest, y tras dos-tres años de malos resultados, urge replantear el enfoque de nuestro certamen local si alguna vez queremos ya no ganar, sino volver a competir en Europa.
En cuanto a los que puedan seguir intentando ver fantasmas alrededor de Melody porque su actuación gustó mucho en casa, es en esto último donde deberían enfocarse. Hacer sentir orgulloso al espectador ocasional de Eurovisión, y que todo el mundo en España haya cantado su canción, es la victoria que la artista se lleva de todo esto. Ahora, es cosa de RTVE trabajar para que España pueda volver a ser alguien en el festival, y no solo quien paga la fiesta.