Abraham Mateo visitó este martes El Hormiguero para promocionar el concierto que va a dar el próximo 11 de enero en el Movistar Arena (Madrid), con el que va a celebrar sus 20 años de carrera musical. 20 años llenos de luces, pero también de sombras. Sobre todo al principio, cuando se hizo famoso siendo apenas un niño y algunos de sus compañeros de colegio respondieron de la peor de las maneras a su incipiente fama.
“Había compañeros que me daban la espalda. Me veían en el recreo firmando autógrafos a niñas que me lo pedían y me criticaban, me insultaban y me hacían un poco la vida imposible. También había compañeros que no, que seguían siendo mis amigos y con ellos estaba todo bien, pero la cosa se fue yendo un poquito de las manos”, empezó contando el cantante sobre aquella dura época en la que sufrió acoso escolar. De hecho, llegaron a ponerle “seguridad en el centro” en el que estudiaba: Vigilaban que no ocurriera nada y los profesores ayudaban bastante“.
Por desgracia, esa ayuda no llegaba a todo: “Me acuerdo, sobre todo, cuando me compraba un bocadillo en la cafetería del instituto. En el pasillito siempre había una pandilla de niños que estaban ahí y que hacían que, para mí, pasar cada día por ese pasillo fuera horrible. Se metían conmigo, con mi familia, me pedían palomitas y me las tiraban a la cara, me ponían la zancadilla y eso era feo. Me encerraban en el baño y me decían 'de aquí no vas a salir hasta que cantes'. Y así mil cosas más. Todo se fue haciendo bola”.
Finalmente, el artista y su familia tomaron una decisión clave: “Decidí estudiar a distancia y, gracias a Dios, pude sacar mis estudios adelante y tengo el bachillerato”. Evidentemente, para entonces, la familia del gaditano ya estaba al tanto de todo lo que pasando. Sin embargo, no se enteraron directamente por él: “Yo no me atrevía a contarlo a mis padres. Lo supieron a través de un amigo que lo contó por mí”. De ocurrirle ahora, Mateo actuaría de manera diferente: “Hoy sí recomendaría a todos esos niños que pasen una experiencia así que lo cuenten, porque al final es lo mejor que pueden hacer. Para mí fue un alivio enorme poder abrirme con mi familia una vez lo supieron. Tomaron acciones muy rápido porque todo tiene solución. Menos la muerte, todo tiene solución”.