Wroclaw, una visita a la ciudad polaca de los gnomos

Puente sobre el Öder. Wroclaw está formada por un total de doce islas que están unidas por unos 130 puentes.

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Si se pierden las llaves, fueron los diablillos del Öder. Si se cae algún vaso y se rompe en mil pedazos, fueron los diablillos del Öder. Si alguien tropieza con un objeto fuera de su sitio, fueron los diablillos del Öder… El chivo expiatorio de todas las pequeñas desgracias que suceden en Breslavia siempre es uno de estos diablillos del Öder. Porque aquí estos seres mitológicos tienen un hueco especial en la historia y en las historias que se cuentan de generación en generación desde hace siglos. Dicen por aquí que cuando los primeros vecinos y vecinas llegaron a este lugar para edificar la ciudad se encontraron con la intervención molesta de estos diablillos que boicoteaban las obras. La solución fue hacer una alianza con los gnomos (krasnoludeks) para neutralizar a los demonios. Hoy los diablillos del Öder sólo hacen pequeñas travesuras sin malicia: porque están controlados por los gnomos. Y por eso la ciudad les rinde homenaje con cientos de pequeñas esculturas que se encuentran repartidas por toda la ciudad. Gnomos por todas partes. Gnomos que arrastran pesadas piedras; gnomos que tocan la guitarra; gnomos que leen; gnomos que conducen motocicletas; gnomos que trabajan con sus ordenadores portátiles…

Ni que decir tiene que uno de los objetivos de cualquier viajero o viajera que llega hasta aquí es coleccionar los 360 gnomos que se hayan repartidos por toda la ciudad. Pero también disfrutar de una de esas genuinas poblaciones polacas que se caracterizan por su belleza y la armonía de sus centros históricos. Los gnomos son un aliciente más (seguro que el más curioso) para dejarse llevar por sus calles, plazas y canales. Son tan capitales en la cultura local que hasta se les dedica un festival cultural durante el mes de septiembre con música, teatro, actividades callejeras y mucho bullicio (una digna despedida del verano justo antes de que llegue el frío).

La ciudad se articula en función a la relación con el Río Öder: en total, el centro histórico está conformado por doce islas que se conectan entre sí por 130 puentes formando un paisaje que algunos han querido bautizar como la Venecia del Norte (y van cuatrocientas ya…). Pero nada que ver. Wroclaw tiene entidad propia y es una de las ciudades más bonitas de Polonia (que ya es decir). Un ejemplo de este entorno especial marcado por el agua lo tenemos en la llamada Isla de la Catedral donde se acumulan los grandes edificios religiosos más allá de la propia Catedral de San Juan (Plac Katedralny, 18); la Colegiata de la Santa Cruz y de San Bartolomé (plac Kościelny, 1), la pequeña, pero bonita, Iglesia de San Martín (Świętego Marcina, 67), la Iglesia de San Pedro y San Juan (Katedralna, 4), el imponente edificio del Seminario Metropolitano (Plac Katedralny, 14)… A esta zona se la conoce como el Pequeño Vaticano con sus palacios, sus enormes jardines (aquí está el Jardín Botánico de la Universidad de Wroclaw), sus iglesias, sus edificios barrocos, sus curiosidades (como el laberinto de la ribera del Öder). Es un conjunto de gran belleza arquitectónica y artística que nos adelanta lo que hay más allá de los puentes que conectan la Isla de Piasek (donde hay más iglesias y edificios históricos) con la ‘zona civil’ de la vieja Wroclaw.

Una ciudad castigada por la guerra.- Aunque todo parece impoluto y en su sitio, la ciudad sufrió bombardeos brutales durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes se atrincheraron aquí y resistieron más allá de la propia caída de Berlín. Cuando los rusos entraron en la ciudad no quedaba piedra sobre piedra. Pero como sucede con otras joyas históricas polacas, Wroclaw levantó sus edificios al milímetro y hoy presume de uno de esos cascos históricos que quitan el hipo por lo bonitos que son. El Ayuntamiento (Rynek, 50) es la gran joya de la corona. Uno de los emblemas del gótico civil del país. Una maravilla de ladrillo rojo y piedra que reina sobre la Plaza del Mercado, una de esas ‘Myastos’ que quitan el hipo de lo bonitas que son. El Ayuntamiento es hoy la sede del Museo de la Ciudad y es lindo para ver por dentro. Y también para tomar una cerveza en Piwnica Świdnicka (Rynek Ratusz, 1), un local que lleva sirviendo bebidas y comida desde principios del siglo XIII. Antes de empezar a callejear ándate hasta la Iglesia de La Magdalena (Szewska, 10) y sube hasta el llamado Puente de los Penitentes (una estrecha pasarela de piedra que une las dos torres de la iglesia). Desde ahí puedes tener una panorámica de conjunto de casi toda la ciudad.

En la Plaza del Mercado no dejes de recrearte en las fachadas de las casonas medievales y pasar, también, por la Plaza Solny, antiguo mercado de la sal de la ciudad. Y busca la Casa de Hansel y Gretel (Świętego Mikołaja, 1) el lugar donde, según la tradición local, nacieron los niños que inspiraron esta historia popular. Otro punto de interés de esta zona la vivienda donde vivió el poeta Pan Tadeusz (Rynek, 6), que es algo así como el poeta romántico polaco por antonomasia –este inmueble acoge uno de los museos fetiche más visitados de todo el país- o la peculiar Calle Jatki, un pasadizo que durante siglos fue la carnicería de la ciudad y que aún conserva algunos edificios de piedra y madera del siglo XIII que se usaron como matadero y puestos de venta (aquí hay una curiosa escultura que rinde homenaje a los animales que son sacrificados para el consumo humano). Para llegar hasta aquí tendrás que haber pasado junto a la Basílica de Santa Isabel de Hungría (Świętej Elżbiety, 1), otra de las grandes joyas arquitectónicas de la ciudad.

La vieja Universidad.- El Aula Leopoldina (plac Uniwersytecki 1) es uno de los pocos monumentos históricos de la ciudad que resultó ileso tras los estragos de la guerra. Esta aula de la antigua universidad es sólo la punta del iceberg en un campus precioso que cuenta con viejos edificios, claustros preciosos (más que notable el de la Facultad de Filología - plac Nankiera, 15-), media decena de iglesias (algunas como la de San Mateo y la de San Vicente y Santiago de porte monumental) y antiguas dependencias como residencias, bibliotecas y oficinas administrativas. Todo el conjunto se articula en torno a la calle Uniwersytecka que sirve para ir conectando los edificios principales de este campus barroco. El Aula Leopoldina es el culmen de este conjunto: una sala de clases decorada hasta el último centímetro cuadrado con maderas nobles, estuco y frescos. Otras curiosidades del mismo edificio que alberga el aula son el Oratorium Marianum, una preciosa capilla barroca, y la Torre Matemática, que sirvió de observatorio astronómico durante varios siglos. Ya que estás por aquí no te olvides de ir a ver el Mercado de Hala Targowa (Piaskowa, 17) que aún ejerce de recova histórica de la localidad.

Los Cuatro templos.- El antiguo barrio judío de Wroclaw se extendía al suroeste de la Avenida Kazimierza Wielkiego y abarcaba una amplia zona donde los hebreos convivían sin problemas con otras tres comunidades religiosas: los ortodoxos, los luteranos y la mayoría católica. De los templos judíos que se podían encontrar en el barrio, sólo la Sinagoga de la Cigüeña Blanca (Pawła Włodkowica, 7) sobrevivió a la ocupación alemana. Pero al barrio se le conoce como Cuatro Templos por la cercanía de la ortodoxa Natividad de la Santísima Madre de Dios (Świętego Mikołaja, 40); la luterana Divina Providencia (Kazimierza Wielkiego, 29) y la católica San Antonio de Padua (Świętego Antoniego, 30). Pese a la persecución y los asesinatos, la presencia judía en el barrio se mantiene a través de la sinagoga y su memoria pervive en multitud de detalles que pueden encontrarse en las callejas de esta parte de la ciudad.

Museos de Wroclaw.- Una de las características más curiosas de las ciudades polacas es que están, literalmente, llenas de museos. Harían falta muchos días para verlos todos así que te ofrecemos una pequeña selección de los cuatro que consideramos los más importantes. En el Museo Nacional de Wraclow (plac Powstańców Warszawy, 5) vas a poder ver una muy buena selección de arte medieval de la región de Silesia y entre los grandes maestros contemporáneos tienes una gran cantidad de obras de un tal Kansdinski. Otro lugar notable, por lo curioso, es el Panorama Raclawice (Jana Ewangelisty Purkyniego, 11). Aquí podrás ver un cuadro circular en gran formato (115 metros de largo por 15 de alto) pintado por Jan Styka que representa la batalla de Raclawicka (1794) uno de los episodios más importantes del levantamiento polaco lituano contra el dominio ruso de finales del XVIII. Este es el segundo lugar más visitado de Polonia tras las minas de sal de Wieliczka en Cracovia. El Movie Gate (Plac Solny, 10) es curioso por dos motivos: el primero es que ocupa un antiguo bunker de la Segunda Guerra Mundial y la segunda es que es una de las mayores colecciones mundiales de atrezzo y vestuario de grandes producciones del cine. Y terminamos con el Museo Arqueológico de Breslavia (Antoniego Cieszyńskiego, 9).

Fotos bajo Licencia CC: Sergei Gussev; Loris Silvio Zecchinato; Emmanuel DYAN; janneth

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