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Ay, señor, señor

Fernando Clavijo emula a Rafaela Aparicio cuando se dirige a los diputados del Parlamento canario. O a Gracita Morales cuando llamaba a López Vázquez el señorito en aquellas películas de Pedro Lazaga de los años 60.

El presidente del Gobierno principió el debate sobre el estado de la cosa tuteando con respeto a los contrincantes. Los llamó por su hombre de pila, pero anteponiendo el tratamiento de señor o señora. Así se refería a Antona como señor Asier, a la portavoz de Podemos como señora Noemí o al expresidente Rodríguez como señor Román.

El señor Fernando recordaba a aquella entrañable gente de pueblo que anteponía el señor o señora al nombre de pila. Señor Fulgencio, señora Robustiana. Verdaderamente sonaba un poco rústico el debate del estado de la cosa de Canarias.

Muchos echamos en falta un cara a cara parlamentario entre Fernando Clavijo y Antonio Morales, que en realidad son hoy por hoy los líderes políticos del Archipiélago Canario. Ese debate a dos sí sería la mar de entretenido y no las chorradas de los portavoces parlamentarios del momento, si exceptuamos la maestría y la oratoria estilosa del señor Román. Clavijo llamaría a Morales señor Antonio, como el criado Paco Rabal al señorito que encarnaba Juan Diego en 'Los santos inocentes'.

Sé que no soy nada original con lo que digo, pero a mí cada día me aburre más la política. No soporto lo políticamente correcto ni la burbuja de cristal en la que viven, como si fueran marcianos, los representantes públicos.

A mí más que escuchar al portavoz del PP acusar a Clavijo de ser el culpable de avivar el pleito insular con el ITE, me preocupa más si se dice efectivamente ITE o IGTE. Más que escuchar a Noemí Santana afirmar que la ley del suelo es un certificado de defunción, me interesa oír a Román Rodríguez decirle a Clavijo que su discurso le ha decepcionado.

El debate llegó a un punto naif y surrealista cuando, después de escuchar al presidente emulando a Petra, criada para todo, comprobé que también imitaba a Mariano Rajoy, el otro presidente, con frases tan redondas como inverosímiles. Verbigracia: “Canarias es mucho más que Gran Canaria y Tenerife”. Gran descubrimiento a la altura de Rajoy: un vaso es un vaso y un plato es un plato. ¿Qué será lo próximo, decir que el fútbol es así?

Cada día el señor Fernando nos sorprende más con sus ocurrencias.

Fernando Clavijo emula a Rafaela Aparicio cuando se dirige a los diputados del Parlamento canario. O a Gracita Morales cuando llamaba a López Vázquez el señorito en aquellas películas de Pedro Lazaga de los años 60.

El presidente del Gobierno principió el debate sobre el estado de la cosa tuteando con respeto a los contrincantes. Los llamó por su hombre de pila, pero anteponiendo el tratamiento de señor o señora. Así se refería a Antona como señor Asier, a la portavoz de Podemos como señora Noemí o al expresidente Rodríguez como señor Román.