El volcán de La Palma: una oportunidad para el desarrollo turístico insular

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Como he planteado en artículos anteriores, una vez superada la respuesta a la emergencia al haber finalizado el proceso eruptivo, tenemos que pasar a la fase más estratégica y de contenido, que es el Plan de Reconstrucción y Recuperación Económica de La Palma. Un Plan que, en mi opinión, tiene que partir de un diagnóstico acertado de los daños ocasionados y que debe estar presidido por tres principios fundamentales: 

  • el de colaboración interadministrativa, sentando a todas las administraciones en una misma mesa.
  • el de participación, para repensar el futuro de la isla y que este se planifique con un proceso de escucha participativo en el que estén todos los agentes implicados y la sociedad civil.
  • y el de colaboración público-privada, para sumar a la iniciativa privada a este gran reto de la reconstrucción y de la recuperación económica de La Palma.

Y, hoy más que nunca, es en este proceso de reactivación económica en el que la aportación del sector turístico a la reconstrucción de la isla de La Palma tiene jugar un papel fundamental. La materialización del modelo turístico insular, así como aquellos proyectos de inversión que han alcanzado en la actualidad un mayor grado de madurez y desarrollo por parte de los inversores ha de constituir un impulso de la actividad económica de la isla y un objetivo claro en la reconstrucción, con capacidad contrastada para diversificar el tejido productivo, generar nuevo empleo estable y, por tanto, fijar población residente al territorio. 

En tal sentido, hay que tener en cuenta que el modelo turístico de la isla de La Palma es el resultado de un largo proceso de maduración de más de dos décadas, vinculado a la apuesta por la calidad y la diversificación de la oferta, que está muy lejos aún de haber alcanzado una necesaria masa crítica inversora, que permita pasar de ser una actividad casi testimonial a ser un auténtico motor de la economía insular, así como contribuir al desarrollo económico local y la consiguiente redistribución social de sus beneficios.

Un modelo para el que se ha alcanzado un amplio consenso respecto a la necesidad de buscar un equilibrio entre el turismo de calidad –basado de modo genérico en el conocimiento, la innovación y la sostenibilidad-, y un modelo de turismo activo, no masificado, ligado a la naturaleza, personalizado, flexible, participativo y capaz de ofrecer experiencias únicas. Es decir, La Palma dispone de una concreción de su modelo turístico, con actuaciones estratégicas definidas, susceptibles de implantación y desarrollo, si cuenta con apoyos institucionales y la necesaria agilidad administrativa.

Para ello, el Cabildo Insular de La Palma tiene que jugar un papel dinamizador, de impulso del modelo de implantación de la actividad turística, pues ya dispone de un conjunto de proyectos turísticos maduros, de iniciativa privada, considerados de carácter estratégico y trascendencia insular, así como de otras actuaciones turísticas de equipamientos complementarios de promoción pública susceptibles de ejecutarse con los necesarios apoyos institucionales, tanto administrativos como económicos, pues en esta encrucijada económica conforman una oportunidad para la reconstrucción económica de la isla en el corto y medio plazo.

El turismo en La Palma presenta rasgos y características diferenciados con el resto de las islas. Tamaño más reducido y centrado en los puntos fuertes de la isla, la naturaleza y sus paisajes, la tranquilidad, el encanto de sus pueblos, así como nuestra cultura y gastronomía. A ningún observador de la realidad se le oculta que el sector turístico de esta isla tiene un gran potencial, al que todavía le falta desarrollo, por lo que hoy es más necesario que nunca llevar a cabo iniciativas que creen sinergias con el resto de la economía, que favorezcan el impulso de la demanda del sector comercial y que creen oportunidades de negocio en este y otros sectores, generando empleo para la población palmera, especialmente la joven.

Pero tanto el desarrollo de infraestructuras como la atracción de inversiones son aspectos críticos para el futuro desarrollo de la isla. Por ello, la creación de una oficina de gestión que asesore y atraiga inversores a la isla debe ser una prioridad, por lo que se debe trabajar en la simplificación burocrática, eliminando los impedimentos al desarrollo de grandes proyectos estructurantes en la isla capaces de dinamizar la actividad económica y generar efectos multiplicadores para el conjunto de los sectores productivos, como es el caso de la Fuente Santa, los campos de golf, las instalaciones portuarias o futuros proyectos estratégicos, algunos de ellos relacionados con la puesta en valor del volcán, que puedan financiarse con fondos europeos y que deben servir no solo como impulso a la economía en el corto plazo, sino como columna vertebral del desarrollo del modelo turístico de La Palma.

En definitiva, no podemos seguir poniendo “palos en las ruedas” a las actuaciones territoriales estratégicas, de índole turística, capaces de generar efectos multiplicadores para el conjunto de los sectores productivos, sino que se tienen que impulsar con una tramitación administrativa ágil y simplificada, tal como se establece en la Estrategia de Dinamización Turística aprobada por el Cabildo Insular en 2018, por elementales razones de conveniencia, urgencia y oportunidad, apoyada en la necesaria seguridad jurídica y ejemplaridad ambiental. 

Además, a mayor abundamiento, se ha de atender al carácter de urgencia de estas actuaciones ante la grave coyuntura económica por la que atraviesa la isla de La Palma desde hace varias décadas, que se ha visto agravada por la pandemia que sufrimos y, en mayor medida ahora, por la reciente erupción volcánica de Cumbre Vieja, evitando de este modo la pérdida de cualquier oportunidad inversora por causa relacionada con la lentitud burocrática en la tramitación de estos planes y proyectos.