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Una de agua y aceite

Hay veces que un consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas no da para mucho si no fuera porque los asesores de tanto alto cargo se encargan de alegrarnos la vida. Nos lo puso fácil, por empezar por algo sabrosón, el o la que decidió colocar agarraditos los dos, jazmines y terciopelos, a José Miguel Suárez Gil (ya sabemos por qué no viajó a Moscú), con Antonio Rivero, que como todo el mundo sabe son como el agua y el aceite. No se cruzaron ni una sola mirada, ni una mísera palabra durante el tiempo que duró la reunión. Les felicitamos por tan elevada disciplina en el odiar y el ignorar, porque lo hicieron hasta límites cuasi inhumanos. Mientras tanto, en la antesala, junto a esa maravillosa maqueta a escala casi real del puerto de La Luz, inigualable estampa de todos los dirigentes, jefes y asesores peperos mejor mezclados con la profesión periodística como denominador común. Allí estaban Larry Álvarez, por parte de José Manuel Soria; José Luis Jiménez, por parte de Luis Soria; Víctor Rodríguez Gago, por parte de Josefa Luzardo; y Teresa Cruz, por parte de José Manuel Arnáiz. Digno papel también el de Luis Larry, que de vez en vez entraba en la reunión para susurrarle algo a su jefe: “Oye, José Manuel, que esto de ser vicepresidente tercero, portavoz, porteador, y encima tu jefe de gabinete, a veces me resulta un tanto incómodo”, debería haberle dicho, como para destacar entre el resto de la tropa.

Hay veces que un consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas no da para mucho si no fuera porque los asesores de tanto alto cargo se encargan de alegrarnos la vida. Nos lo puso fácil, por empezar por algo sabrosón, el o la que decidió colocar agarraditos los dos, jazmines y terciopelos, a José Miguel Suárez Gil (ya sabemos por qué no viajó a Moscú), con Antonio Rivero, que como todo el mundo sabe son como el agua y el aceite. No se cruzaron ni una sola mirada, ni una mísera palabra durante el tiempo que duró la reunión. Les felicitamos por tan elevada disciplina en el odiar y el ignorar, porque lo hicieron hasta límites cuasi inhumanos. Mientras tanto, en la antesala, junto a esa maravillosa maqueta a escala casi real del puerto de La Luz, inigualable estampa de todos los dirigentes, jefes y asesores peperos mejor mezclados con la profesión periodística como denominador común. Allí estaban Larry Álvarez, por parte de José Manuel Soria; José Luis Jiménez, por parte de Luis Soria; Víctor Rodríguez Gago, por parte de Josefa Luzardo; y Teresa Cruz, por parte de José Manuel Arnáiz. Digno papel también el de Luis Larry, que de vez en vez entraba en la reunión para susurrarle algo a su jefe: “Oye, José Manuel, que esto de ser vicepresidente tercero, portavoz, porteador, y encima tu jefe de gabinete, a veces me resulta un tanto incómodo”, debería haberle dicho, como para destacar entre el resto de la tropa.