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Bañado por el Atlántico

Ya nos temíamos que no iba a hacer gracia alguna a comerciantes, asociaciones y a la rama correspondiente del Gobierno (de Canarias, que en Madrid esto es cosa de Rato), que el centro comercial El Muelle o El Mamotreto (según se mire de Norte a Sur o de Sur a Norte) plantara sus reales creyendo que todo el monte es orégano una vez obtenida la bendición de la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Previo pago de su importe exacto, claro. Alguien debió decirles -y nos imaginamos quién- que no habría problema, que abrieran todo el año y las horas que quisieran, y que tranquilos si se queda chico, “que ya haremos dos más al lado”. Es natural entonces que con esa confianza que te da estar como en tu casa, te conduzcas como el tal Pedro y hasta te permitas presentar El Mamotreto como si de la Ópera de Sydney se tratara, único junto a la mar océana, como se puede observar en la fotografía que sirve de portada para el dosier de prensa.

Ya nos temíamos que no iba a hacer gracia alguna a comerciantes, asociaciones y a la rama correspondiente del Gobierno (de Canarias, que en Madrid esto es cosa de Rato), que el centro comercial El Muelle o El Mamotreto (según se mire de Norte a Sur o de Sur a Norte) plantara sus reales creyendo que todo el monte es orégano una vez obtenida la bendición de la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Previo pago de su importe exacto, claro. Alguien debió decirles -y nos imaginamos quién- que no habría problema, que abrieran todo el año y las horas que quisieran, y que tranquilos si se queda chico, “que ya haremos dos más al lado”. Es natural entonces que con esa confianza que te da estar como en tu casa, te conduzcas como el tal Pedro y hasta te permitas presentar El Mamotreto como si de la Ópera de Sydney se tratara, único junto a la mar océana, como se puede observar en la fotografía que sirve de portada para el dosier de prensa.