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Como si aquello fuera de ellos

Dicen las encuestas que el PP va a ganar las elecciones, incluso en la galaxia de Andrómeda. Veremos, que ya les hemos dicho que nuestra intuición nos conduce a pensar que algunos que tanto vociferan con la boca llena se van a atragantar. La euforia les lleva a precipitare en demasía, a dar brincos y soltar vítores como si ya se hubiera hecho el recuento y el triunfo se hubiera inclinado a su favor. Y sus gestos son de ganador soberbio, de subirse seis escalones, de izar la bandera más grande y más alta que en el mundo se fabrique, de utilizar los medios públicos a su alcance como en los gloriosos tiempos de su excelencia. En el Cabildo de Gran Canaria, sin ir más lejos, un conductor de una furgobravo, la furgoneta comecocos del candidato José Miguel Bravo de Laguna, creyó que ya había llegado el ansiado día. Y se metió en el aparcamiento reservado para vehículos autorizados. Se le dijo que allí no podía estar, lo que el diligente operario del PP interpretó de modo adecuado: sacando el coche de la cochera y aparcándolo en la puerta. Y que me multen, que ya vendrán los míos detrás a arreglarlo. En su socorro acudió un experto en legalidad vigente, el consejero portavoz y candidato número dos Carlos Sánchez, que terminó de sublimarlo todo.

Dicen las encuestas que el PP va a ganar las elecciones, incluso en la galaxia de Andrómeda. Veremos, que ya les hemos dicho que nuestra intuición nos conduce a pensar que algunos que tanto vociferan con la boca llena se van a atragantar. La euforia les lleva a precipitare en demasía, a dar brincos y soltar vítores como si ya se hubiera hecho el recuento y el triunfo se hubiera inclinado a su favor. Y sus gestos son de ganador soberbio, de subirse seis escalones, de izar la bandera más grande y más alta que en el mundo se fabrique, de utilizar los medios públicos a su alcance como en los gloriosos tiempos de su excelencia. En el Cabildo de Gran Canaria, sin ir más lejos, un conductor de una furgobravo, la furgoneta comecocos del candidato José Miguel Bravo de Laguna, creyó que ya había llegado el ansiado día. Y se metió en el aparcamiento reservado para vehículos autorizados. Se le dijo que allí no podía estar, lo que el diligente operario del PP interpretó de modo adecuado: sacando el coche de la cochera y aparcándolo en la puerta. Y que me multen, que ya vendrán los míos detrás a arreglarlo. En su socorro acudió un experto en legalidad vigente, el consejero portavoz y candidato número dos Carlos Sánchez, que terminó de sublimarlo todo.