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Un cubo de basura contra Ramírez

La primera entrega del Towers Show sólo nos dejó el ventilador puesto en marcha. Habrá de suponer que delante del ventilador hay un cubo de basura que le debe caer a partir de este miércoles a Miguel Ángel Ramírez, aunque la duda que planea desde la tarde de este martes, tras su apocalíptica -a la par que previsible- intervención radiofónica, es si el ventilador del inspector tiene pilas para que cada palo aguante su vela. O si, en vez de accionar el botón del ventilador, lo que se enciende es una aspiradora que le succione hasta el tuétano su pasado amarillo más reciente. Está claro que a Torres se la trae fresca que su andanada desestabilice a esta Unión Deportiva, que con sus errores y miserias, intenta salir de donde muchos la metieron. Incluido él y alguna que otra gestión que chirría en el Juzgado de lo Mercantil desde el concursal 5 de noviembre. Y que no ha entendido el mensaje de Miguel Ángel Ramírez: que la empresa no es suya, que sus dueños, los apoyos políticos que tienen sus todavía dueños, y, sobre todo, la Justicia, no quieren que el futuro presidente se estalle antes de ponerse la gorra de maquinista de la locomotora amarilla con un fichaje tan impopular.

La primera entrega del Towers Show sólo nos dejó el ventilador puesto en marcha. Habrá de suponer que delante del ventilador hay un cubo de basura que le debe caer a partir de este miércoles a Miguel Ángel Ramírez, aunque la duda que planea desde la tarde de este martes, tras su apocalíptica -a la par que previsible- intervención radiofónica, es si el ventilador del inspector tiene pilas para que cada palo aguante su vela. O si, en vez de accionar el botón del ventilador, lo que se enciende es una aspiradora que le succione hasta el tuétano su pasado amarillo más reciente. Está claro que a Torres se la trae fresca que su andanada desestabilice a esta Unión Deportiva, que con sus errores y miserias, intenta salir de donde muchos la metieron. Incluido él y alguna que otra gestión que chirría en el Juzgado de lo Mercantil desde el concursal 5 de noviembre. Y que no ha entendido el mensaje de Miguel Ángel Ramírez: que la empresa no es suya, que sus dueños, los apoyos políticos que tienen sus todavía dueños, y, sobre todo, la Justicia, no quieren que el futuro presidente se estalle antes de ponerse la gorra de maquinista de la locomotora amarilla con un fichaje tan impopular.