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Demandar a un testigo para que se sienta seguro

Nuevo y trepidante capítulo del culebrón del salmón, que tiene como artistas estelares a dos galanes del cine isleño y a toda una pléyade de secundarios que desean que llegue de una vez la entrega final para que se descubra quién es, por fin, el padre de la hija de la sirvienta, el amante de la señora de la casa y el cura que colgó la sotana para dedicarse a la vida disoluta. Este nuevo capítulo tiene como protagonista forzoso a un paciente inglés que sabe tanto que incluso estuvo en una ocasión pescando salmón con uno de los hijos de Lyng. Pero no por mucho conocer amanece más temprano; o dicho en romance: no todo lo que se sabe se depone ante una juez con alegría latina. Así que, para mejor proveer y aún a riesgo de que pueda parecer coercitivo, ¿qué tal si demandamos al paciente inglés para que se sienta más seguro a la hora de pretender volver a contar todo lo que sabe o más? ¿Le pedimos 1.700.000 euros o será poco? ¿Quebrará tal cantidad la proverbial flema británica?

Nuevo y trepidante capítulo del culebrón del salmón, que tiene como artistas estelares a dos galanes del cine isleño y a toda una pléyade de secundarios que desean que llegue de una vez la entrega final para que se descubra quién es, por fin, el padre de la hija de la sirvienta, el amante de la señora de la casa y el cura que colgó la sotana para dedicarse a la vida disoluta. Este nuevo capítulo tiene como protagonista forzoso a un paciente inglés que sabe tanto que incluso estuvo en una ocasión pescando salmón con uno de los hijos de Lyng. Pero no por mucho conocer amanece más temprano; o dicho en romance: no todo lo que se sabe se depone ante una juez con alegría latina. Así que, para mejor proveer y aún a riesgo de que pueda parecer coercitivo, ¿qué tal si demandamos al paciente inglés para que se sienta más seguro a la hora de pretender volver a contar todo lo que sabe o más? ¿Le pedimos 1.700.000 euros o será poco? ¿Quebrará tal cantidad la proverbial flema británica?