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Opinión - 'Sobre la mismidad de Sánchez', por Esther Palomera

Desayuno en Santa Cruz

Cada vez que un tinerfeño se toma un barraquito, un par de empresas del grupo ático del entorno de don Pelopincho factura sus céntimos. Desde los panes hasta los azucarillos, pasando por el café y los croasanes, los tinerfeños desayunan gracias a ese conglomerado de sociedades de las que sabe una barbaridad nuestro José Miguel González. Y Adán Martín también. Hubo una época en la que contabilizamos hasta cuarenta empresas vinculadas a él y domiciliadas en su propia casa. Luego las ha ido derivando hacia aquí o hacia allá, utilizando a su señora esposa y a otros seres queridos. Verán que hay personas a las que basta con aplicarles sus propias realidades para definirlas. Él, para poder seguir en el mejunje, tiene que pactar una mentira y llevarse por delante la credibilidad del Parlamento. Del que también cobra, claro.

Cada vez que un tinerfeño se toma un barraquito, un par de empresas del grupo ático del entorno de don Pelopincho factura sus céntimos. Desde los panes hasta los azucarillos, pasando por el café y los croasanes, los tinerfeños desayunan gracias a ese conglomerado de sociedades de las que sabe una barbaridad nuestro José Miguel González. Y Adán Martín también. Hubo una época en la que contabilizamos hasta cuarenta empresas vinculadas a él y domiciliadas en su propia casa. Luego las ha ido derivando hacia aquí o hacia allá, utilizando a su señora esposa y a otros seres queridos. Verán que hay personas a las que basta con aplicarles sus propias realidades para definirlas. Él, para poder seguir en el mejunje, tiene que pactar una mentira y llevarse por delante la credibilidad del Parlamento. Del que también cobra, claro.