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OPINIÓN | 'A paladas', por Antón Losada

El más deslucido de la historia

Sin ánimo de ofender, el primer Día de Canarias de Adán Martín ha sido, con diferencia, el más desabrido de todos cuanto hemos tenido que soportar los isleños. No nos referimos sólo a la transmisión televisiva -que también- sino especialmente a la falta de ambiente, a la ausencia de acierto en los actos populares organizados, y al poco interés mostrado por la peña -la oficial y la que cuenta- en la agenda que se supone que hubo. Y la hubo, porque para ello levantaron una buena talegada a un ramillete de empresarios (seguimos sin saber cómo, cuánto y dónde se metió el dinero recaudado por Presidencia del Gobierno). Pero el que resultó deslucido por falta de público fue, sin duda, el acto central, el celebrado en el Auditorio de Tenerife para entregar los Premios y las Medallas de Canarias. Sólo se cubrió la mitad del aforo, lo que significa que falló la gestión de invitados, una de las responsabilidades, junto a la comunicación, encomendadas, por cierto, a la empresa de los Premios Canarias de Comunicación, Ecopress.

Sin ánimo de ofender, el primer Día de Canarias de Adán Martín ha sido, con diferencia, el más desabrido de todos cuanto hemos tenido que soportar los isleños. No nos referimos sólo a la transmisión televisiva -que también- sino especialmente a la falta de ambiente, a la ausencia de acierto en los actos populares organizados, y al poco interés mostrado por la peña -la oficial y la que cuenta- en la agenda que se supone que hubo. Y la hubo, porque para ello levantaron una buena talegada a un ramillete de empresarios (seguimos sin saber cómo, cuánto y dónde se metió el dinero recaudado por Presidencia del Gobierno). Pero el que resultó deslucido por falta de público fue, sin duda, el acto central, el celebrado en el Auditorio de Tenerife para entregar los Premios y las Medallas de Canarias. Sólo se cubrió la mitad del aforo, lo que significa que falló la gestión de invitados, una de las responsabilidades, junto a la comunicación, encomendadas, por cierto, a la empresa de los Premios Canarias de Comunicación, Ecopress.