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Empresarios partidarios del chantaje

Pero Manolo Marcos no está en la guerra, y si alguien le preguntara en estos momentos si le seduce la idea de sumarse a una iniciativa así, la respuesta será inequívocamente negativa. Pero Franquis y Saavedra esperarán a que llegue el momento propicio para ofrecérselo, si es que para entonces se dan las condiciones necesarias, lo que de momento no ha ocurrido. Los empresarios más influyentes no se esconden para manifestar a Saavedra su desagrado por el pacto de los socialistas con Paulino Rivero. Presionan para que el PSOE rompa y acuerde un gobierno con quien maneja los presupuestos del Estado. Lejos de denunciar públicamente el chantaje que el PP y Soria en concreto ejecutan contra Canarias para forzar ese nuevo pacto, esos empresarios prefieren transigir en la creencia de que así se desbloquearán partidas y líneas políticas que ahora están en el alero. Al único que se ha atrevido a levantar la voz contra ese chantaje, Sebastián Grisaleña, presidente de la patronal de Las Palmas, le han caído las maldiciones de todos los lobbys, sanedrines, círculos y cuadraturas que de La Isleta al Refugio y al Muelle Grande mueven sus hilos para su continua recolocación. Dan por amortizado a Paulino Rivero y con él a José Miguel Pérez si no se pliega a esos designios. La dirección federal y canaria del PSOE opinan exactamente lo contrario: cualquier acuerdo con el PP es el suicidio político de quien lo promueva.

Pero Manolo Marcos no está en la guerra, y si alguien le preguntara en estos momentos si le seduce la idea de sumarse a una iniciativa así, la respuesta será inequívocamente negativa. Pero Franquis y Saavedra esperarán a que llegue el momento propicio para ofrecérselo, si es que para entonces se dan las condiciones necesarias, lo que de momento no ha ocurrido. Los empresarios más influyentes no se esconden para manifestar a Saavedra su desagrado por el pacto de los socialistas con Paulino Rivero. Presionan para que el PSOE rompa y acuerde un gobierno con quien maneja los presupuestos del Estado. Lejos de denunciar públicamente el chantaje que el PP y Soria en concreto ejecutan contra Canarias para forzar ese nuevo pacto, esos empresarios prefieren transigir en la creencia de que así se desbloquearán partidas y líneas políticas que ahora están en el alero. Al único que se ha atrevido a levantar la voz contra ese chantaje, Sebastián Grisaleña, presidente de la patronal de Las Palmas, le han caído las maldiciones de todos los lobbys, sanedrines, círculos y cuadraturas que de La Isleta al Refugio y al Muelle Grande mueven sus hilos para su continua recolocación. Dan por amortizado a Paulino Rivero y con él a José Miguel Pérez si no se pliega a esos designios. La dirección federal y canaria del PSOE opinan exactamente lo contrario: cualquier acuerdo con el PP es el suicidio político de quien lo promueva.