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Empresas y empresas

Se mostraba aparentemente tranquilo este miércoles José Miguel Suárez Gil, presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, al término del comité ejecutivo de esa corporación en el que se decidió plegarse a las exigencias de la Consejería de Industria del Gobierno. Le pedían desde el Ejecutivo que se dejara de boberías y que para mejor proveer quitara del censo para las elecciones de abril a las empresas que había montado solo o en compañía de otros. Al final, no sabemos si por curiosos endemismos sólo descritos en el Paralelo 28 o si por cosas de los extraños compañeros de cama, hoy en otro echadero, el caso cierto es que no eran todas las que estaban ni estaban todas las que eran. Porque sabemos de una decena de empresas que nada tenían que ver con el llamado Zorro Plateado, terror del movimiento empresarial. Siete eran de Luis Hernández, hasta hace poco enemigo íntimo de Suárez Gil, y tres de Ángel Luis Tadeo, que se echaba las manos a la cabeza al descubrir que lo habían metido en el potaje. Es más, una de esas tres empresas tiene como proveedor a Peláez Castillo, uno de los denunciantes del censo cameral.

Se mostraba aparentemente tranquilo este miércoles José Miguel Suárez Gil, presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, al término del comité ejecutivo de esa corporación en el que se decidió plegarse a las exigencias de la Consejería de Industria del Gobierno. Le pedían desde el Ejecutivo que se dejara de boberías y que para mejor proveer quitara del censo para las elecciones de abril a las empresas que había montado solo o en compañía de otros. Al final, no sabemos si por curiosos endemismos sólo descritos en el Paralelo 28 o si por cosas de los extraños compañeros de cama, hoy en otro echadero, el caso cierto es que no eran todas las que estaban ni estaban todas las que eran. Porque sabemos de una decena de empresas que nada tenían que ver con el llamado Zorro Plateado, terror del movimiento empresarial. Siete eran de Luis Hernández, hasta hace poco enemigo íntimo de Suárez Gil, y tres de Ángel Luis Tadeo, que se echaba las manos a la cabeza al descubrir que lo habían metido en el potaje. Es más, una de esas tres empresas tiene como proveedor a Peláez Castillo, uno de los denunciantes del censo cameral.