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La flor y nata empresarial

Con los antecedentes relatados y otros que adornan su trayectoria, no es de extrañar que Soria aceptara sin recato la invitación a participar en un almuerzo-coloquio patrocinado por Repsol en medio de la controversia en la que se dilucidan los intereses y las urgencias de la petrolera por colocar sus plataformas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura antes de que entren en vigor las medidas de seguridad que a partir del año que viene va a imponer la Unión Europea. Estaba Soria en su salsa, rodeado del Ibex 35, cuyos presidentes no quisieron perder la ocasión de codearse con quienes no tienen los más mínimos escrúpulos para resolver los problemas de los más poderosos empresarios antes de cualquier otra consideración, como ha quedado suficientemente acreditado en estos escasos cincuenta días de Gobierno de Mariano Rajoy. Verbigracia, la suspensión de las primas a las renovables, que tiene a las eléctricas dando brincos de alegría como si hubieran metido los dedos en un enchufe. O la descomunal reforma laboral que no ha hecho más que iniciar su agitado recorrido por la indignación y la protesta de los ciudadanos, incluidos los millones de incautos trabajadores que pensaban que votando al PP las cosas iban a ser como prometían antes del 20-N. Acompañaron a Soria para dar mayor brillo y esplendor a la convocatoria los ministros Báñez, la de la reforma laboral; Montoro, el de la subida de impuestos en caliente, y Morenés, el de la empresa fabricante de bombas de racimo que denunció al Gobierno anterior por prohibirlas.

Con los antecedentes relatados y otros que adornan su trayectoria, no es de extrañar que Soria aceptara sin recato la invitación a participar en un almuerzo-coloquio patrocinado por Repsol en medio de la controversia en la que se dilucidan los intereses y las urgencias de la petrolera por colocar sus plataformas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura antes de que entren en vigor las medidas de seguridad que a partir del año que viene va a imponer la Unión Europea. Estaba Soria en su salsa, rodeado del Ibex 35, cuyos presidentes no quisieron perder la ocasión de codearse con quienes no tienen los más mínimos escrúpulos para resolver los problemas de los más poderosos empresarios antes de cualquier otra consideración, como ha quedado suficientemente acreditado en estos escasos cincuenta días de Gobierno de Mariano Rajoy. Verbigracia, la suspensión de las primas a las renovables, que tiene a las eléctricas dando brincos de alegría como si hubieran metido los dedos en un enchufe. O la descomunal reforma laboral que no ha hecho más que iniciar su agitado recorrido por la indignación y la protesta de los ciudadanos, incluidos los millones de incautos trabajadores que pensaban que votando al PP las cosas iban a ser como prometían antes del 20-N. Acompañaron a Soria para dar mayor brillo y esplendor a la convocatoria los ministros Báñez, la de la reforma laboral; Montoro, el de la subida de impuestos en caliente, y Morenés, el de la empresa fabricante de bombas de racimo que denunció al Gobierno anterior por prohibirlas.