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La importancia de quedarse quieto

Ni una seña, oye. Nadie se mueve alrededor de la mesa donde se juegan los últimos nueve meses de legislatura. Nadie quiere dar un paso, ni siquiera en falso, por si el que fuera o fuese despedido de la foto pueda sacar el rendimiento electoral mínimo con el que ser engrasada bisagra. Bueno, todos menos uno, el vicepresidente del Gobierno, José Manuel Soria, que continúa interpretando de grosera manera esa opereta que quiere seguir protagonizando con la otra prima donna, Paulino Rivero. Allegro ma non troppo; ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; si te quieres dir, dite... Paulino, sabedor de las cartas marcadas con las que juega su socio, no evita una mueca de desagrado cada vez que en privado alguien le habla de Soria y de la posibilidad de reeditar el pacto que dejó a los socialistas con 26 diputados en la oposición. Unos socialistas que ahora están quietos, sin mover una ceja, de manera que nadie les diga que quieren darse al revolcón con los nacionalistas para tirarse estos nueve meses recomponiendo el juguete roto. José Miguel Pérez ha dado instrucciones muy precisas: silencio, que hablen ellos, que sigan mostrando en público sus vergüenzas y sus debilidades. Que mayo está a la vuelta de la esquina.

Ni una seña, oye. Nadie se mueve alrededor de la mesa donde se juegan los últimos nueve meses de legislatura. Nadie quiere dar un paso, ni siquiera en falso, por si el que fuera o fuese despedido de la foto pueda sacar el rendimiento electoral mínimo con el que ser engrasada bisagra. Bueno, todos menos uno, el vicepresidente del Gobierno, José Manuel Soria, que continúa interpretando de grosera manera esa opereta que quiere seguir protagonizando con la otra prima donna, Paulino Rivero. Allegro ma non troppo; ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; si te quieres dir, dite... Paulino, sabedor de las cartas marcadas con las que juega su socio, no evita una mueca de desagrado cada vez que en privado alguien le habla de Soria y de la posibilidad de reeditar el pacto que dejó a los socialistas con 26 diputados en la oposición. Unos socialistas que ahora están quietos, sin mover una ceja, de manera que nadie les diga que quieren darse al revolcón con los nacionalistas para tirarse estos nueve meses recomponiendo el juguete roto. José Miguel Pérez ha dado instrucciones muy precisas: silencio, que hablen ellos, que sigan mostrando en público sus vergüenzas y sus debilidades. Que mayo está a la vuelta de la esquina.