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Qué dos Luises

Resulta verdaderamente descorazonador ver qué mal tratamos en esta tierra a los padres de la patria que deciden abandonar la sacrificada vida pública tras prestar servicios impagables a la comunidad. En lugar de garantizarles un retiro digno, una reinserción social que les permita sostener un nivel de vida acorde a sus dignidades, les obligamos a trabajar de la manera que mejor puedan, sepan y entiendan. Así, no es sorprendente que ex consejeros del Gobierno como Luis Hernández y Luis Soria (pronto les hablaremos de otros de mucho renombre) se tengan que dedicar a la azarosa tarea de la intermediación entre empresas y la Administración pública con la que han tenido tan estrecha relación, previo pago de la correspondiente comisión. Un asco, la verdad. De ambos Luises podemos contarles los indignos trabajos que han tenido que ejecutar para mantenerse en el candelabro (gracias, Mazagatos), vida laboral que vimos rematada este martes al enterarnos por La Provincia de que los dos aparecen como representantes de una empresa interesada en hacerse con la explotación de cafetería y cocinas del hospital general Doctor Juan Negrín, de Las Palmas de Gran Canaria.

Resulta verdaderamente descorazonador ver qué mal tratamos en esta tierra a los padres de la patria que deciden abandonar la sacrificada vida pública tras prestar servicios impagables a la comunidad. En lugar de garantizarles un retiro digno, una reinserción social que les permita sostener un nivel de vida acorde a sus dignidades, les obligamos a trabajar de la manera que mejor puedan, sepan y entiendan. Así, no es sorprendente que ex consejeros del Gobierno como Luis Hernández y Luis Soria (pronto les hablaremos de otros de mucho renombre) se tengan que dedicar a la azarosa tarea de la intermediación entre empresas y la Administración pública con la que han tenido tan estrecha relación, previo pago de la correspondiente comisión. Un asco, la verdad. De ambos Luises podemos contarles los indignos trabajos que han tenido que ejecutar para mantenerse en el candelabro (gracias, Mazagatos), vida laboral que vimos rematada este martes al enterarnos por La Provincia de que los dos aparecen como representantes de una empresa interesada en hacerse con la explotación de cafetería y cocinas del hospital general Doctor Juan Negrín, de Las Palmas de Gran Canaria.