Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
El PSOE se conjura para no sucumbir al desconcierto por el futuro de Pedro Sánchez
CRÓNICA | Sin noticias de Sánchez (ni de Begoña Gómez). Por Esther Palomera
OPINIÓN | 'La multiplicación de la mentira'. Por Enric González

Misteriosas rebajas

Como seguramente todos ustedes saben, Tenerife es uno de los escasos lugares de la geografía patria en el que las rebajas de verano empiezan fuera de tiempo, es decir, más tarde que las demás provincias. Se retrasan concretamente una semana para comenzar el 7 de julio y alargarse hasta el 8 de septiembre, día del Pino en la otra isla, la de enfrente. Se trata de una medida (la del retraso de las rebajas, que lo del Pino fue sin querer) impuesta por los pequeños comerciantes, especialmente los de Santa Cruz, con la bendición del Gobierno de Canarias, que también a veces bendice cosas que carecen de toda lógica. El retraso perjudica al consumidor con casi absoluta probabilidad, y constituye todo un misterio que se desvela a poco se meta uno en el bollo. El retraso se aplica mayormente a las rebajas en las grandes superficies y grandes almacenes, controlables por la autoridad competente. Pero mientras, muchos pequeños comercios, aunque no pongan sus carteles en los escaparates, se lanzan desde el 1 de julio a sus particulares rebajas o descuentos. Así, es lógico pensar que la peña, callada la boca, va haciendo su agosto desde julio sin temer a la competencia de los grandes ni a que algún inspector, de existir y tener ganas, les monte el número. El perjudicado, como siempre, es el consumidor que cuando acude a la rebaja oficial se encuentra con que el cliente habitual de los comercios espabilados ya se ha llevado lo mejor. Pero los tiburones son los otros. Claro.

Como seguramente todos ustedes saben, Tenerife es uno de los escasos lugares de la geografía patria en el que las rebajas de verano empiezan fuera de tiempo, es decir, más tarde que las demás provincias. Se retrasan concretamente una semana para comenzar el 7 de julio y alargarse hasta el 8 de septiembre, día del Pino en la otra isla, la de enfrente. Se trata de una medida (la del retraso de las rebajas, que lo del Pino fue sin querer) impuesta por los pequeños comerciantes, especialmente los de Santa Cruz, con la bendición del Gobierno de Canarias, que también a veces bendice cosas que carecen de toda lógica. El retraso perjudica al consumidor con casi absoluta probabilidad, y constituye todo un misterio que se desvela a poco se meta uno en el bollo. El retraso se aplica mayormente a las rebajas en las grandes superficies y grandes almacenes, controlables por la autoridad competente. Pero mientras, muchos pequeños comercios, aunque no pongan sus carteles en los escaparates, se lanzan desde el 1 de julio a sus particulares rebajas o descuentos. Así, es lógico pensar que la peña, callada la boca, va haciendo su agosto desde julio sin temer a la competencia de los grandes ni a que algún inspector, de existir y tener ganas, les monte el número. El perjudicado, como siempre, es el consumidor que cuando acude a la rebaja oficial se encuentra con que el cliente habitual de los comercios espabilados ya se ha llevado lo mejor. Pero los tiburones son los otros. Claro.