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Así lo noqueó Pombriego

“En la persona de proyección pública el honor disminuye, la intimidad se diluye y la imagen se excluye”. Así se expresa en una sentencia la magistrada Raquel Díaz, que juzgó el pasado día 10 a Rafael Pombriego, dirigente empresarial de AIVA, por haber llamado “delincuente” a Suárez Gil en una entrevista en El Drago, de la Ser. Lo mismo que hizo con nosotros por unos artículos de Pepe Alemán en los que éste se hacía eco de lo que se sabe de las actuaciones de Suárez Gil, el presidente también pidió protección a su honor. Sólo que en este caso tropezó con una juez con un alto grado de competencia que seguramente, al igual que el del de Instrucción 11 mencionado más arriba, conoce sobradamente las andanzas sociales y mediáticas del sujeto en cuestión. Pombriego se preparó el juicio, se defendió a sí mismo e impidió que la parte plateada desplegara ante su señoría sus artes de víctima del sistema, perseguida por un mundo injusto que le tiene envidia por sus cualidades asociativas.

“En la persona de proyección pública el honor disminuye, la intimidad se diluye y la imagen se excluye”. Así se expresa en una sentencia la magistrada Raquel Díaz, que juzgó el pasado día 10 a Rafael Pombriego, dirigente empresarial de AIVA, por haber llamado “delincuente” a Suárez Gil en una entrevista en El Drago, de la Ser. Lo mismo que hizo con nosotros por unos artículos de Pepe Alemán en los que éste se hacía eco de lo que se sabe de las actuaciones de Suárez Gil, el presidente también pidió protección a su honor. Sólo que en este caso tropezó con una juez con un alto grado de competencia que seguramente, al igual que el del de Instrucción 11 mencionado más arriba, conoce sobradamente las andanzas sociales y mediáticas del sujeto en cuestión. Pombriego se preparó el juicio, se defendió a sí mismo e impidió que la parte plateada desplegara ante su señoría sus artes de víctima del sistema, perseguida por un mundo injusto que le tiene envidia por sus cualidades asociativas.