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Pifostios en La Caja

Hacía ya algún tiempo que no nos ocupábamos en estas páginas amables de la gestión que llevan de modo tan brillante los dirigentes de la Caja Insular de Ahorros de Canarias. Evitamos hacerlo muy a menudo no vayan a producirse sofocones innecesarios, o lo que es peor, que nos acusen de alarmar a los impositores, personas de gran sensibilidad que empiezan a estar hasta las narices de que traten así a su entidad. No nos hemos podido sustraer, sin embargo, a las reacciones que han estado ocasionando las nuevas medidas emanadas del departamento de Riesgos de la entidad, ése que dirige con mano dura en guante de esparto Juan Antonio Rodríguez, subdirector de la entidad y uno de los fichajes estrella de la dirección. Les resumimos, porque el sistema informático que persigue a los impositores es mucho más perverso: a los 30 días de morosidad de un cliente, bloqueo de todas sus cuentas al canto. Este plazo era antes de noventa días, y al menos avisaban, pero ahora no. Los directores de oficina han protestado, pero ya se sabe que cada vez cuentan menos para la dirección.

Hacía ya algún tiempo que no nos ocupábamos en estas páginas amables de la gestión que llevan de modo tan brillante los dirigentes de la Caja Insular de Ahorros de Canarias. Evitamos hacerlo muy a menudo no vayan a producirse sofocones innecesarios, o lo que es peor, que nos acusen de alarmar a los impositores, personas de gran sensibilidad que empiezan a estar hasta las narices de que traten así a su entidad. No nos hemos podido sustraer, sin embargo, a las reacciones que han estado ocasionando las nuevas medidas emanadas del departamento de Riesgos de la entidad, ése que dirige con mano dura en guante de esparto Juan Antonio Rodríguez, subdirector de la entidad y uno de los fichajes estrella de la dirección. Les resumimos, porque el sistema informático que persigue a los impositores es mucho más perverso: a los 30 días de morosidad de un cliente, bloqueo de todas sus cuentas al canto. Este plazo era antes de noventa días, y al menos avisaban, pero ahora no. Los directores de oficina han protestado, pero ya se sabe que cada vez cuentan menos para la dirección.