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Rueda de prensa y Fiscalía Anticorrupción

No hace falta ser un experto contable para llegar a la dramática conclusión de que allí donde el PP ha metido mano en la caja ha habido algún problemilla. Y no nos referimos a Esteban Bethencourt, que el pobre, condenado a año y medio de cárcel, malversó siendo alcalde por el tercio de Coalición Canaria, antes de pasarse al PP con ese historial. Nos referimos a algunas joyas de la gestión que trotan libremente por las praderas canarias como si las normas contables y de buen gobierno así como el Código Penal no fueran con ellas ni con sus semejantes, mayormente compañeros del partido. Pensamos, por ejemplo, en Águeda Montelongo, que se estalló unos cuantos miles de euros del Patronato de Turismo de Fuerteventura en invitar a hoteles y ágapes a altos cargos del PP, algunos de ellos senadores del Reino. O pensamos en Cristina Tavío, que dirigía el grupo municipal pepero en Santa Cruz cuando se desviaba dinero público a enjundiosos pagos de cambios de aceite, jamones, bragas y gayumbos. Ahora descubrimos a Antonio Alarcó, que parecía un tío serio, haciendo una utilización cuanto menos irregular de los fondos públicos de una fundación. Sus antiguos socios de CC y los nuevos socios de sus antiguos socios, los del PSOE, valoran qué día dar la rueda de prensa de presentación de la auditoría, pero no saben si antes o después de mandarla a la Fiscalía Anticorrupción. Para mejor proveer, que se dice.

No hace falta ser un experto contable para llegar a la dramática conclusión de que allí donde el PP ha metido mano en la caja ha habido algún problemilla. Y no nos referimos a Esteban Bethencourt, que el pobre, condenado a año y medio de cárcel, malversó siendo alcalde por el tercio de Coalición Canaria, antes de pasarse al PP con ese historial. Nos referimos a algunas joyas de la gestión que trotan libremente por las praderas canarias como si las normas contables y de buen gobierno así como el Código Penal no fueran con ellas ni con sus semejantes, mayormente compañeros del partido. Pensamos, por ejemplo, en Águeda Montelongo, que se estalló unos cuantos miles de euros del Patronato de Turismo de Fuerteventura en invitar a hoteles y ágapes a altos cargos del PP, algunos de ellos senadores del Reino. O pensamos en Cristina Tavío, que dirigía el grupo municipal pepero en Santa Cruz cuando se desviaba dinero público a enjundiosos pagos de cambios de aceite, jamones, bragas y gayumbos. Ahora descubrimos a Antonio Alarcó, que parecía un tío serio, haciendo una utilización cuanto menos irregular de los fondos públicos de una fundación. Sus antiguos socios de CC y los nuevos socios de sus antiguos socios, los del PSOE, valoran qué día dar la rueda de prensa de presentación de la auditoría, pero no saben si antes o después de mandarla a la Fiscalía Anticorrupción. Para mejor proveer, que se dice.