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La Cueva del Tendal es el mayor ‘filón’ de información sobre los benahoaritas

La Cueva del Tendal, localizada en el barranco de San Juan de San Andrés y Sauces, es “el yacimiento arqueológico que, hasta la fecha, y sin ningún género de dudas, ha aportado mayor información sobre la forma de vida de los benahoaritas”, asegura Jorge Pais, doctor en Arqueología y jefe de la Unidad Insular de Patrimonio.

“Durante sus cinco campañas de excavaciones se han rescatado miles de evidencias que, convenientemente estudiadas por especialistas en la materia, han permitido la elaboración de nada menos que cuatro tesis doctorales que, por este orden cronológico, han sido las siguientes: Ecología Cultural (Ernesto Martín Rodríguez), Industria Lítica (Amelia Rodríguez Rodríguez), Zooarqueología (Jorge Pais Pais) e Ictiofauna (Carmen Gloria Rodríguez Santana)”, explica Pais.

Pero, quizás, resalta, “mucha gente no sepa por qué se denomina Cueva del Tendal”. “Este topónimo está relacionado con el hecho de que en la parte central de la cavidad y justo en la entrada, se conservan los restos de un horno para cocer tejas de barro. Y, precisamente, las tejas se ponían a secar, antes de introducirlas en el horno, en la denominada Área B (zona central de la cueva), en lo que popularmente se conoce como un tendal. Este nombre no solo está relacionado con las tejas, sino con cualquier producto (higos, tabaco, etc.) que se pusiera a secar”, detalla.

“En esta zona ha sido, precisamente, donde se han realizado las excavaciones arqueológicas más importantes, puesto que de sus materiales se han llevado a cabo los tres estudios citados anteriormente en último lugar. Desgraciadamente, y al ser la zona más expuesta, también ha sido la estratigrafía que más ha sufrido los embates de la legión de saqueadores que han visitado el yacimiento desde que se finalizó la última campaña de excavaciones en enero de 1988”, asegura.

“A pesar de que tanto el horno de tejas como los pajeros y construcciones que delimitan la parte derecha de la cueva (Área A) no son de época aborigen, tienen un elevado valor etnográfico y arquitectónico, por lo que se van rehabilitar para devolverles su antiguo esplendor, de tal forma que la visita al yacimiento no solo aportará información arqueológica sino también etnográfica”, adelanta.