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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

''Chacha, Irina, ¿pero esto está pago?''

Se llama Irina Svistunova, es rusa y reside en España. En agosto de 2005 era esposa del empresario turístico noruego Bjorn Lyng. La viuda del fundador del Grupo Anfi y copropietario del emporio del sur de la isla de Gran Canaria fue llamada a declarar este miércoles, en calidad de testigo, por la magistrada Margarita Varona, que instruye en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) el caso del viaje del salmón, en el cual el actual vicepresidente del Gobierno canario, José Manuel Soria (PP), sigue imputado por un presunto delito de cohecho, y su secretario general en el PP canario y diputado autonómico por la isla de El Hierro, Manuel Fernández, por un presunto delito de colaboración necesaria en el cohecho, desde su puesto de alto directivo del Grupo Anfi.

Irina Svistunova acaparó este miércoles todas las miradas de la actualidad del caso abierto en el TSJC contra el vicepresidente del Gobierno de Canarias [facturas del presidente del PP canario aparte]. Tanto, que el adelanto por este periódico a primera hora de la mañana de su citación en calidad de testigo, a petición de la juez, provocó confusiones en la misma entrada del Palacio de Justicia de Las Palmas de Gran Canaria, al retratar los reporteros gráficos y preguntar después los redactores presentes a una señora, extranjera, rubia, que esperaba por su caso particular a su abogada. “¿Qué es esto? ¡Me siento una actriz de Hollywood!”, espetó la señora sorprendida.

Hasta que pasadas las once de la mañana llegó a la segunda planta del Palacio de la Plaza de San Agustín Irina Svistunova. La viuda de Bjorn Lyng recorrió el tramo de pasillo con naturalidad, en medio de flashes, hasta alcanzar un banco solitario a escasos metros de la puerta de acceso a la Sala. Un colega se le acercó y la abordó en perfecto inglés. Y Svistunova se despachó contra el denunciante, director de este periódico, al acusarlo de montar “un espectáculo increíble”, confiar en que “el nombre del señor Soria y el señor Fernández queden limpios”, y explicar que “dos matrimonios amigos fuimos a unas vacaciones en Salzburgo, a escuchar la música del señor Justus Frantz, y después en Noruega”.

Entre la confusión y la dificultad de muchos para preguntar y al mismo tiempo traducir sus respuestas, Svistunova no hizo referencia al pago del viaje en el jet privado de Bjorn Lyng por parte de Soria. El escolta del vicepresidente del Gobierno de Canarias desde su etapa de alcalde de Las Palmas de Gran Canaria le indicó el camino hacia la puerta de la Sala. La rusa se perdió durante tres horas largas detrás de esa puerta ante la que hicieron guardia decenas de periodistas, venidos a menos tras la salida de José Manuel Soria y su afirmación de que ha presentado “extractos bancarios de mis cuentas corrientes y movimientos de tarjetas de crédito que demuestran que por esas fechas tuve gastos superiores a 3.000 euros, en hoteles, restaurantes, alguna compra y del viaje de vuelta”.

Hasta que cerca de las tres de la tarde de este miércoles otro colega de profesión advirtió la salida de Irina Svistunova y Manuel Fernández por una puerta discreta de la Sala y su marcha, ya en la planta baja, junto a la esposa de José Manuel Soria, Mari Carmen Benítez, hacia la calle. Las carreras de fotógrafos y periodistas dieron su fruto y Manuel Fernández fue abordado por la mayoría de medios de comunicación presentes. Este periódico prefirió quedarse al lado de Irina Svistunova. Forzando el inglés, la pregunta a la viuda era obvia: “La cuestión es quién pagó el billete de avión a Salzburgo y Trondheim”. Svistunova, acompañada durante un tramo por Mari Carmen Benítez, replicó displicente: “Esa es su cuestión, pero no mi cuestión”. El inglés en el que se escudaba la ciudadana rusa difilcutaba la cuestión. “No, señora, esa es la cuestión del proceso”, replicó en apoyo otro colega. “Usted ha hablado antes con nosotros y ha dicho cosas y ahora podría aclarar esta cuestión”, insistimos. “Yo no respondo a nada y no he respondido a nada antes a usted”, finiquitó la conversación Irina Svistunova.

Metros delante, Manuel Fernández había acabado sus declaraciones al resto de medios. El secretario general del PP y alto directivo del Grupo Anfi, junto a Mari Carmen Benítez, se dio media vuelta y en alto preguntó: “¿Pero dónde está Irina?”. Svistunova, algo molesta por la “cuestión”, aligeró el paso para despegarse de los dos periodistas que queríamos saber su versión sobre el viaje del salmón. “¡Aquí, Manolo!”, dijo en un perfecto castellano. Con cara de bobos nos miramos unos cuantos. “Chacha, Irina, ¿pero esto está pago?”, debió haber sido la primera pregunta a la rusa, en canario de Mogán. Al menos la magistrada Varona habrá tenido un traductor a mano para cuestionar sobre la cuestión.