Documentos internos muestran cómo la UER ha eludido sus propias medidas para evitar otra crisis con Israel en Eurovisión

Documentos internos muestran cómo la UER ha eludido sus propias medidas para evitar otra crisis con Israel en Eurovisión

Marcos Méndez

20 de mayo de 2025 07:00 h

La UER jamás ha mostrado dudas sobre la participación de Israel en Eurovisión. Ni en 2024, ni en 2025. Antes del festival del año pasado ratificó su presencia, e incluso intentó descargar la decisión de incluir a Israel en Eurovisión 2024 en las televisiones públicas que la conforman. Y para este año se mantuvo firme en su decisión, pese a la enorme polémica de la edición anterior, y la actitud tanto de la cadena israelí KAN como de la prensa del país, que estuvo a punto de hacer estallar el certamen el día antes de su final.

No podemos repetir todo lo que ocurrió en esa edición, aunque ya lo contamos tras vivir en primera persona la Eurovisión más tensa de la historia, con la UER inoperante ante la actitud de Israel. Una inoperancia que tuvo un paréntesis con un gesto que quedó como testimonial: un “aviso de advertencia” de la UER a la KAN al que ahora ha tenido acceso verTele. Este documento, fechado el 11 de mayo de 2024 -el día de la final de Eurovisión 2024-, es la carta que la Unión Europea de Radiodifusión remitió a la cadena israelí:

Bakel Walden, Presidente del Grupo de Referencia del festival; y Martin Österdahl, Supervisor Ejecutivo de Eurovisión; se dirigieron a Sharon Drikes, Jefa de Delegación de KAN; para lanzar ese “aviso de advertencia” (literalmente) por “ciertos incumplimientos de las reglas por parte de miembros de la delegación de KAN”. En concreto, el motivo de la carta se refería a dos circunstancias.

Para la primera, la UER explicaba que habían “recibido quejas oficiales de que el equipo de medios israelí ha mostrado en los últimos días un comportamiento intrusivo, ofensivo y provocador hacia otras delegaciones”. En su misiva, el organismo era extremadamente cuidadoso: “A este respecto, queremos recordarle amablemente que los Radiodifusores Participantes están obligados a respetar las reglas de filmación aplicables a las delegaciones y las Reglas del ESC, las cuales establecen principios que deben respetarse al filmar entre bastidores o en las instalaciones del Evento. En particular, se espera de los Radiodifusores Participantes que respeten la privacidad, proporcionen una cobertura justa, eviten contenido dañino u ofensivo y no desprestigien el festival de Eurovisión”.

La segunda circunstancia es que comunicaban haber “tenido conocimiento de que los comentaristas de KAN han hecho comentarios discriminatorios hacia actuaciones de ciertos países, concretamente hacia la actuación de Irlanda”, recordando qué parte concreta del reglamento de Eurovisión establece que “los comentaristas deben mantenerse neutrales y no deben hacer comentarios excesivamente discriminatorios sobre los concursantes o las canciones”. Por ambas circunstancias, la UER comunicaba: “Notificamos formalmente a KAN que debe respetar las reglas aplicables al festival de Eurovisión, las cuales están destinadas a proteger el correcto desarrollo del festival y su integridad”.

Ese “comportamiento intrusivo, ofensivo y provocador hacia otras delegaciones” de Israel, y no que estuvieran siendo ellos los perseguidos como la delegación israelí se victimizó durante el festival, fue el que hizo que la UER tomase la decisión de aislarles: “Como ya se les ha informado, su delegación será trasladada fuera del área de delegaciones para evitar más incidentes y quejas, y les instamos encarecidamente a asegurarse de que todos los miembros de su delegación cumplan con todas las reglas aplicables y mantengan en todo momento un comportamiento acorde con los Valores del festival de Eurovisión”. La Unión incidía en que para castigar “cualquier comportamiento que dañe la reputación y/o la integridad de los shows” podrían aplicar sanciones económicas, plasmando en la misma carta las reglas del festival que se saltaba la KAN israelí.

Tiempo después del festival se supo que al menos 16 delegaciones habían presentado quejas por la actitud de la delegación de Israel, lo que se sumó a que prensa israelí llegase a acosar a periodistas españoles. También trascendió que hasta seis países amenazaron con abandonar a media hora del inicio de la final, como clímax de un ambiente irrespirable creado por la delegación de Israel, mientras su estado masacraba a la población palestina en Gaza. Un problema que acabó llevando a la UER a la mayor crisis de su historia, por la que el organismo anunció que abría una investigación.

La investigación independiente, y el documento de la UER

En junio de 2024, un mes después de Eurovisión que se celebró en mayo, Pernille Gaardbo -que fue la productora ejecutiva del festival en 2014- fue la encargada de realizar una investigación independiente. Tras ella remitió a la UER el siguiente informe de la investigación independiente, al que también ha tenido acceso verTele, basado en 53 entrevistas, realizadas del 22 de mayo al 6 de junio de 2024, con miembros del Equipo Central de la UER, el Grupo de Referencia, y casi todos los Jefes de Delegación del festival.

El proceso no era un secreto: en ese mismo mes de junio la UER anunció que iniciaba una investigación y entrevistaría a las delegaciones tras las quejas por Israel, en julio proclamó que había cerrado esa investigación y prometió cambios en distintas áreas y en su cúpula, en octubre detalló que implantaría en Eurovisión 2025 un “espacio seguro” para los artistas y pidió “un comportamiento neutral y apolítico”, y en diciembre desglosó su Código de Conducta para Eurovisión 2025, blindando a los artistas para “minimizar riesgos”, entre otras comunicaciones.

Lo que en verTele podemos publicar ahora es en sí el documento del que partieron esos cambios, fruto de la investigación independiente que realizó Gaardbo y remitió a la UER, y en el que se recogía todo lo que debía mejorar y cambiar el festival. En el documento se recogen todas las “recomendaciones” a tener en cuenta para evolucionar Eurovisión a partir de ese momento, por lo que deberían haberse aplicado por primera vez en esta edición del 2025.

Esa investigación independiente, plasmada en el informe que recogemos sobre estas líneas, se trasladó a la UER. Y la Unión Europea de Radiodifusión lo “transformó” en otro documento, este ya oficial de la Unión, que remitió a todas las cadenas miembros. En verTele también hemos tenido acceso a dicho documento oficial de la UER, que es el siguiente.

En él se aprecia cómo la UER tomó nota de todas esas “recomendaciones” y las adaptó a su nueva “Hoja de ruta”, como el propio organismo lo denominó. La UER definió “nueve áreas clave de desarrollo”, y adelantó que la intención era “ser refinadas tras las discusiones con los Órganos de Gobierno de Eurovisión”. La traslación del informe de la investigación independiente es clara, como se aprecia en esos nueve puntos que mantienen incluso el mismo orden aunque cambian ligeramente su nomenclatura:

En el documento de la UER a sus miembros, celebra el crecimiento de Eurovisión e introduce: “Con el crecimiento vienen desafíos, y el festival de Eurovisión en Malmö lo ha dejado claro. No podemos ignorar que las tensiones geopolíticas seguirán afectando nuestro evento”. También reconoció el buen trabajo de la cadena pública sueca en “circunstancias difíciles”, y hacía autocrítica: “Pero reconocemos que se necesitan mejoras en otras áreas. Ahora debemos tomar las lecciones de Malmö, hacer cambios tangibles y asegurar que el festival de Eurovisión esté estructurado y preparado para un crecimiento y éxito continuos”.

Una “hoja de ruta”... ¿para no seguirla?

Entre el informe fruto de la investigación independiente y el documento oficial de la UER hay pocas diferencias, y no debería ser así ya que el primero es propositivo (con “recomendaciones” tras una investigación) y el segundo debería ser de actuación. Sin embargo, la “hoja de ruta” de la UER se limita a recoger las recomendaciones y convertirlas en acciones a futuro, sin definir demasiado.

De hecho, ya en la primera área clave de desarrollo referida a la “Lista aceptada de participantes”, la UER declara que “es y debe seguir siendo una organización no política”, y Eurovisión “un evento no político”. Y al mismo tiempo, reconoce “que con el aumento de tensiones (geo)políticas, la UER y Eurovisión están cada vez más expuestos a daños reputacionales por fuerzas externas”. Por ello simplemente traslada: “Se revisarán las reglas existentes del festival de Eurovisión para considerar formas de gestionar mejor los riesgos provenientes de eventos externos”. En ningún momento se menciona a Israel, y de hecho se saca de la ecuación su gestión reduciéndola a “fuerzas externas”.

Ese punto 1 también traslada la recomendación de que “la UER consulte a sus miembros a nivel directivo para desarrollar reglas y políticas”, estableciendo que “para reducir este riesgo en el futuro, debemos aclarar las responsabilidades de toma de decisiones de los distintos Órganos de Gobierno de la UER, siempre teniendo en cuenta la necesidad de escuchar una amplia gama de opiniones de los miembros sobre decisiones clave”. Esta declaración de intenciones contrasta con lo sucedido esta edición: un mes antes de Eurovisión 2025, precisamente RTVE fue la primera en pedir abrir un debate sobre la participación de Israel, y luego se sumaron otros tres miembros como Eslovenia, Islandia e Irlanda. Desoyendo su propia recomendación, la única respuesta de la UER ha sido comprometerse a hacerlo “a su debido tiempo”, consiguiendo su objetivo de que el festival se celebre y pase la semana.

El mensaje de RTVE, y la actuación de Israel en Eurovisión 2025

Básicamente, todo se centró en reforzar el área de “gestión de crisis”, en vez de acabar con la crisis. Y la crisis era, y ha vuelto a ser, la participación de Israel. En el documento no se hace ninguna mención a lo ocurrido, y de hecho parece apuntarse más a la polémica expulsión de Países Bajos, cuyo representante fue recientemente absuelto. Pero ni una palabra de las continuas infracciones de la KAN israelí, ni del acoso que periodistas israelíes sometieron a periodistas españoles.

Entre objetivos amplios como revisar las reglas, protocolos y contratos del festival “enfocándose en su simplificación, consolidación y mejor accesibilidad”; y revisar también las responsabilidades de los distintos equipos y órganos; se incide en la importancia de los Jefes de Delegación, que como establece la UER “deben garantizar que los roles y protocolos se respeten e implementen adecuadamente”. También establece directamente que los artistas “deben comprender y respetar plenamente las reglas y protocolos” de Eurovisión, explicando: “Unirse al evento es una oportunidad única para ellos, pero también puede implicar desafíos”. Frente a ellos, determina: “La estructura del festival de Eurovisión debe diseñarse para abordar los desafíos únicos que enfrentan los artistas participantes y garantizarles una experiencia positiva. Los miembros participantes y la UER deben ejercer un mayor deber de cuidado hacia ellos”. A tenor de lo visto en esta edición, la UER parece haber determinado que la mejor forma de “protegerlos” es bunkerizar el festival, y reducir tanto la atención a la prensa como sus apariciones públicas.

Israel, en su única aparición pública en Eurovisión 2025

El punto 5 es también algo más extenso, al referirse precisamente a los “Mecanismos de seguridad y gestión de crisis” tras la que había ocurrido en Mälmo. Por su interés, lo recogemos íntegramente teniendo en cuenta que es lo que la propia UER establece como su quinta área clave de desarrollo:

“La prevención y respuesta efectiva ante crisis requiere presencia especial y capacidad de toma de decisiones a nivel directivo. Además, las partes interesadas del ESC deben comprender y tener acceso a todos los protocolos actuales para garantizar su adecuada implementación. La UER revisará y reforzará los protocolos existentes de gestión de crisis del ESC con enfoque en simplificación, consolidación y mejora de la accesibilidad”.

Sobre la “prevención”, la UER siempre ha mantenido que Israel participaría en Eurovisión 2025, ý el estado designó como su representante a Yuval Raphael (pese a no tener trayectoria musical pero ser superviviente de los atentados de Hamás) mientras la UER aprobó a la primera su canción New day will rise (pese a basarse y contener claras alegorías de esos ataques, y del conflicto posterior). Sobre la “respuesta efectiva ante crisis”, como hemos dicho la UER no ha respondido a los estados miembros que pedían abrir un debate sobre la participación de Israel desde un mes antes del festival.

De hecho, cuando en febrero de 2024 la UER ratificó la participación de Israel en el festival de ese año, afirmó que la situación era “drásticamente diferente” a la expulsión de Rusia tras invadir Ucrania porque su relación con el Gobierno era distinta, y porque no era “una guerra que Israel quisiese o empezase”, así que expulsarla supondría según la UER “una inversión de la justicia”. Para echar a Rusia, el organismo se parapetó en que varios países miembros habían pedido su expulsión. Esta vez, sin embargo, España, Eslovenia, Islandia e Irlanda sólo han pedido “abrir un debate”, lo que la UER ha despachado comprometiéndose “a su debido tiempo”, volviendo a optar por la estrategia de esquivar el marrón y dejar que el festival se celebre.

De “reforzar la comunicación externa” a bunkerizar Eurovisión

El punto 6 propone expresamente “reforzar la capacidad de comunicación externa de la UER”, lo que contrasta con el cerrojazo que el festival ha tenido este año, dando mucha menos capacidad a los periodistas y también reduciendo las imágenes y vídeos de los ensayos, por ejemplo, además de la ya comentada supresión de las ruedas de prensa post-semifinales. Esa misma circunstancia sorprende también al analizar el punto 7, que determina que “la colaboración proactiva con grupos y clubes de fans, influencers y medios es clave para mantener y fortalecer la marca ESC”. Dicha área clave de desarrollo también incide en que hay que “asegurar una amplia participación de los fans basada en los valores del ESC”, pero las medidas proteccionistas han tenido precisamente el efecto contrario, como ya explicamos: han apagado su conversación.

Hay una circunstancia que refuerza esta idea: tanto en las semifinales como en la final, la UER dejó sin hablar a Martin Österdahl tras los abucheos en el festival del año pasado. El supervisor ejecutivo de Eurovisión, que vio limitadas sus funciones precisamente tras la mala gestión del festival en 2024, no cumplió con la tradición y se limitó a levantar el pulgar sin tomar la palabra. Una clara medida de protección que podría haber empezado antes: según ha sabido verTele, la UER pidió a RTVE censurar los abucheos a Österdahl que se produjeron durante el ensayo de Eurovisión Junior 2024, que organizó la cadena española en noviembre de 2024. Como RTVE se negó a censurar el audio para la final, el supervisor ejecutivo de Eurovisión optó por no hacer esa tradicional aparición.

El micrófono de cristal de Eurovisión 2025

Igualmente llamativa resulta la interpretación del punto 8 que ha realizado la UER en Eurovisión 2025. La propia unión define el festival como “un programa de entretenimiento de medios de servicio público que atrae a todas las audiencias”, y establece que “es importante asegurar que los espectáculos sigan siendo atractivos para una audiencia amplia, en horario estelar y de todas las edades. La UER y sus órganos de gobierno seguirán revisando el formato del evento para atraer a un público aún más amplio y ser lo más inclusivos posible”. La amenaza de la UER a RTVE, después de que en la segunda semifinal informase de las cifras de muertos en Gaza e hiciese un llamamiento por la paz, no parece estar muy alineada con ese deseo de “servicio público”. Tampoco que se prohibiese a los artistas llevar otras banderas, como el año anterior hizo Nemo luciendo la bandera no binaria, parece favorecer ese deseo de atraer a más público gracias a “ser lo más inclusivos posible”.

Lógico, pero también llamativo, es que en la última área clave de desarrollo se muestre la preocupación por la “Sostenibilidad financiera”. En ese punto 9 la UER avanza que “expertos revisarán cómo reducir costos y cómo aumentar los ingresos”, evidenciando su ambición económica que tiene a Moroccanoil, una empresa israelí de cosméticos a la que asociaciones civiles pacifistas acusan de manufacturar sus productos en territorios palestinos ocupados por Israel, y que guarda una fuerte vinculación con el gobierno del estado hebreo; como su gran contribuyente al ser el patrocinador principal de Eurovisión. Ese punto entronca con el segundo, en el que la UER determina que “las decisiones sobre la organización y ejecución del festival de Eurovisión se basan en reglas, protocolos y contratos”, especificando el “contratos” y elevándolo a la máxima importancia sobre las decisiones de la Unión.

En definitiva, aunque la UER fue anunciando distintas medidas para supuestamente implementar esa “hoja de ruta” ya en esta edición de Eurovisión 2025, lo cierto es que prácticamente todas las “áreas clave de desarrollo” que indicó la organización se han aplicado de una forma contraria a la que estaba prevista. La otra opción es que la importancia económica de Israel en el festival, la última gran preocupación de la UER en su documento, se haya priorizado sobre el cumplimiento de sus propias bases...

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