Saint-Exupèry en Nueva York: tras los pasos de El Principito en la ciudad de los rascacielos

Sala principal de la Morgan Library. Aquí se custodia el manuscrito original de El Principito.

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El Principito llegó a La Tierra desde el Asteroide b-612, pero nació en Nueva York. La inmortal obra de Antoine de Saint-Exupèry se gestó en la ciudad de los rascacielos durante el convulso año de 1942. El escritor se había autoexiliado a finales de 1940 al rechazar una oferta de trabajo en la administración del régimen de Vichy, el gobierno títere francés que ‘administró’ durante algunos años la llamada Francia Libre en oposición al territorio ocupado por los alemanes. El escritor llegó a Nueva York muy cansado y decepcionado. Con perspectivas muy sombrías sobre el futuro próximo de la Humanidad tras haber participado en la ‘Desbandada’ francesa como piloto de reconocimiento en la frontera norte. Tras la aplastante y fulminante derrota de Francia, Saint-Exupèry se reunió con el Mariscal Petain en Vichy y solicitó ser retirado del ejército para instalarse en Estados Unidos. Y ahí empezó la intrahistoria que desembocaría (dos años y pico después) en la primera edición de El Principito de la que, este año, se cumple el 80 aniversario. Amamos Nueva York. No podemos evitar sentir fascinación por esta ciudad única. Y El Principito es una oportunidad para recorrer alguno de sus lugares más importantes siguiendo las huellas que dejó Antoine de Saint-Exupèry en los más de dos años que residió en la ciudad.

South Street Seaport (La puerta de entrada a Nueva York).- Saint-Exupèry llegó a Nueva York el 31 de diciembre de 1940 a bordo del SS Siboney procedente de Lisboa. Los ‘Piers’ de South Street fueron la puerta de entrada a la ciudad durante la época dorada de la navegación: todos los grandes trasatlánticos que unían la Gran Manzana con Europa partían y llegaban aquí. Así que el propio escritor (que ya había visitado la ciudad con anterioridad) empezó su nueva vida como exiliado en Nueva York en estos viejos muelles. Para el viajero de hoy, este lugar tiene muchísimos atractivos. Por ejemplo, desde aquí vas a tener una vista brutal de Brooklyn Brigde y de todo el frente marítimo del Distrito de Dumbo (uno de nuestros preferidos fuera de Manhattan). Pero es que el propio puerto está bueno. Si lo que quieres es dar un vistazo y ya está no dejes de pasear junto a los barcos históricos que están amarrados en Pier 16 (el Clipper Wavertree y el Barco faro Ambrose) y adentrarte un poco en la ciudad para visitar el Titanic Memorial Park (Pearl Street), un sencillo jardín en el que se rinde homenaje a las víctimas del famoso naufragio justo en el lugar a dónde no llegaron. Si eres un amante de la historia náutica aquí está el South Street Seaport Museum (Fulton Street, 12) que es muy interesante de ver (las entradas dan acceso a los barcos históricos).

El 240 de Central Park South (aquí nació el Principito).- Justo enfrente de Central Park y junto a Columbus Circle. A principios de los años 40, el edificio debería ser una verdadera mole con vistas directas al gran pulmón verde de la ciudad: hoy es apenas un modesto condominio de ladrillos pardos que se queda chico en comparación con las moles de cemento, vidrio y acero que lo rodean casi por todas partes. Pues en este edificio de apartamentos vivió el escritor durante su estancia en la city. Pero es que hay más: y muy importante. En los bajos del antiguo ‘rascacielos’ venido a menos se encontraba Le Café Arnold, un restaurante de cocina francesa en la que nació El Principito casi por casualidad. Según parece, Saint-Exupèry estaba cenando con su editor Eugene Reylad y la esposa de éste último cuando el escritor hizo un garabato en una servilleta: un niño de pelos desordenados vestido con una especie de mono y una pajarita… ¿Les suena? De ahí partió la idea. En ese lugar (hoy es un restaurante italiano especializado en mariscos carísimo) nació El Principito. ¿Qué ver en los alrededores? Pues el propio Central Park o lugares emblemáticos como Times Square o el mítico Hell’s Kitchen.

Ecos de una ciudad que ya no existe.- Para rastrear todo el proceso creativo que desembocó en una de las obras literarias más célebres de todos los tiempos habría que dar tumbos por toda la ciudad. En la Octava Avenida, por ejemplo, y a dos cuadras de la casa del escritor se encontraba la droguería en la que Saint-Exupèry compraba las acuarelas y el papel cebolla en el que se dibujaron las ilustraciones originales del libro. Otros lugares importantes son difíciles de rastrear, como el departamento de Park Avenue en el que vivía Sylvia Hamilton, la amante de Saint-Exupèry durante sus años en la ciudad. El mítico Club 21 (52nd West Street, 21), dónde el escritor se codeaba con la élite cultural y juerguista de la city cerró sus puertas hace algunos años y hoy solo pueden verse las rejas y las antiguas puertas. Una pena. Lo mismo sucede con la antigua sede de la Reynal & Hitchcock Co (Fourth Avenue, 386), la editorial responsable de la primera edición de la obra (30.000 ejemplares en inglés y 4.000 en francés).

Ver los originales de la obra.- A principios de abril de 1943, pocas horas antes de partir hacia África para unirse al Ejército del Aire francés, Saint-Exupèry le hizo una última visita a Sylvia Hamilton. Como despedida le regaló una carpeta: el texto original y las ilustraciones de El Principito (que se publicó de manera oficial el 6 de abril de ese mismo año). La amante del escritor guardó ese tesoro hasta 1968 cuando lo vendió a la Morgan Library (Madison Avenue, 225). Esta joya aún se custodia en esta institución y es habitual que se exhiba alguna de las acuarelas originales de la obra a lo largo del año. Y si no tienes la suerte de coincidir con alguna fecha especial, la visita a esta fastuosa colección bibliográfica y artística merece mucho la pena (la propia biblioteca es brutal de bonita).

Fotos bajo Licencia CC: Heath Brandon; James Petts; GothEric

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