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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

No acertar ni con el Plan Zapatero

Gran papelón el que habrá de resolver el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, en lo que resta de esta muy santa semana. El deterioro en el seno del grupo de gobierno se hace insoportable, por mucho que algunos gestos traten de aparentar lo contrario. Por ser incapaces, los que dicen ser grandes gestores de la ciudad no han sabido siquiera interpretar una de las iniciativas del Gobierno Zapatero para apaciguar la crisis. El Plan Zapatero, brillantemente gestionado en toda España por la ministra Salgado, dejaba la letra pequeña de los métodos de valoración de ofertas a cada Ayuntamiento. Pero llegados al de Las Palmas de Gran Canaria, sus cerebros decidieron que si se valoranran las bajas presupuestarias se producirían grandes agujeros que provocarían la pérdida de los dineros en cuestión. Entonces decidieron valorar esas bajas por debajo de lo normal y muy por encima el personal que se contrataría en cada obra. Así, en una obra de un millón de euros, por poner un caso, que precisaría de cincuenta trabajadores, al no premiarse la baja económica, un ofertante podía proponer gastarse ese dinero con 100 trabajadores. Está claro que si se contratara esa cantidad de personal, la obra costaría mucho más dinero del presupuestado. Santana Cazorla lo vio y ganó. Una de Néstor, que se llama.

Gran papelón el que habrá de resolver el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, en lo que resta de esta muy santa semana. El deterioro en el seno del grupo de gobierno se hace insoportable, por mucho que algunos gestos traten de aparentar lo contrario. Por ser incapaces, los que dicen ser grandes gestores de la ciudad no han sabido siquiera interpretar una de las iniciativas del Gobierno Zapatero para apaciguar la crisis. El Plan Zapatero, brillantemente gestionado en toda España por la ministra Salgado, dejaba la letra pequeña de los métodos de valoración de ofertas a cada Ayuntamiento. Pero llegados al de Las Palmas de Gran Canaria, sus cerebros decidieron que si se valoranran las bajas presupuestarias se producirían grandes agujeros que provocarían la pérdida de los dineros en cuestión. Entonces decidieron valorar esas bajas por debajo de lo normal y muy por encima el personal que se contrataría en cada obra. Así, en una obra de un millón de euros, por poner un caso, que precisaría de cincuenta trabajadores, al no premiarse la baja económica, un ofertante podía proponer gastarse ese dinero con 100 trabajadores. Está claro que si se contratara esa cantidad de personal, la obra costaría mucho más dinero del presupuestado. Santana Cazorla lo vio y ganó. Una de Néstor, que se llama.