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Y a Madrid, si hace falta

En concreto, Marcelino Rodríguez (al que hemos pedido cita desde el viernes pasado para que nos dé su versión, y nada) disfruta de una estupenda plaza, la número 10040401, de jefe de servicio de Reforma de la Gestión presupuestaria, plaza adscrita a la Dirección General de Planificación y Presupuesto, de la Consejería de Economía, Hacienda y Comercio, es decir, la de Adán Martín y José Miguel González en su momento. La plaza en cuestión está creada y sigue sin ocuparse por el titular porque está, naturalmente, en situación de excedencia especial. Lo estuvo también cuando fue nombrado director general de Presupuestos y cuando le otorgaron el puesto de gerente de la oficina de Canarias en Madrid. Luego, no debe ser muy decisiva la tal plaza porque, que sepamos, sigue sin cubrirse al menos eventualmente. Tiene, la plaza, nivel 28, pero dado que el titular ya ha prestado altos servicios a la nacionalidad, ha conseguido consolidar el nivel 30, máximo de la Administración autonómica. Con ese bagaje, nuestro hombre ejecuta el mobbing por el cual le denuncian sus propios compañeros. Un encargo complicado del que todavía está a tiempo de zafarse.

En concreto, Marcelino Rodríguez (al que hemos pedido cita desde el viernes pasado para que nos dé su versión, y nada) disfruta de una estupenda plaza, la número 10040401, de jefe de servicio de Reforma de la Gestión presupuestaria, plaza adscrita a la Dirección General de Planificación y Presupuesto, de la Consejería de Economía, Hacienda y Comercio, es decir, la de Adán Martín y José Miguel González en su momento. La plaza en cuestión está creada y sigue sin ocuparse por el titular porque está, naturalmente, en situación de excedencia especial. Lo estuvo también cuando fue nombrado director general de Presupuestos y cuando le otorgaron el puesto de gerente de la oficina de Canarias en Madrid. Luego, no debe ser muy decisiva la tal plaza porque, que sepamos, sigue sin cubrirse al menos eventualmente. Tiene, la plaza, nivel 28, pero dado que el titular ya ha prestado altos servicios a la nacionalidad, ha conseguido consolidar el nivel 30, máximo de la Administración autonómica. Con ese bagaje, nuestro hombre ejecuta el mobbing por el cual le denuncian sus propios compañeros. Un encargo complicado del que todavía está a tiempo de zafarse.