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Roldós: ''A mí la Guardia Civil''

Sólo le faltó a Mercedes Roldós clamar aquello de “Usted no sabe con quien está hablando”. El jueves le pitó el arco de seguridad de un control del aeropuerto de Gran Canaria cuando pretendía viajar a Tenerife. La vigilante jurada, una de esas personas puestas a ejercer esas funciones en nombre del 11-S y a mayor gloria de múltiples excesos dignos del Guinness, pidió a la consejera de Sanidad que se descalzara, que pasara sus zapatos por la cinta de rayos equis y que volviera a penetrar en el referido acto de seguridad. La Roldós se negó en redondo, que ella no se prestaba a tan humillante operación, por lo que ante la insistencia de la seguritas, pidió que llamaran a la Guardia Civil, que anda siempre por los alrededores. Personada la autoridad, militar por supuesto, la consejera fue liberada de la orden de descalzarse, y sin mayores miramientos ni explicaciones, cogió su bolso, el puñal, los pesos y se marchó. Como Pedro Navaja, pero del lado de los buenos.

Sólo le faltó a Mercedes Roldós clamar aquello de “Usted no sabe con quien está hablando”. El jueves le pitó el arco de seguridad de un control del aeropuerto de Gran Canaria cuando pretendía viajar a Tenerife. La vigilante jurada, una de esas personas puestas a ejercer esas funciones en nombre del 11-S y a mayor gloria de múltiples excesos dignos del Guinness, pidió a la consejera de Sanidad que se descalzara, que pasara sus zapatos por la cinta de rayos equis y que volviera a penetrar en el referido acto de seguridad. La Roldós se negó en redondo, que ella no se prestaba a tan humillante operación, por lo que ante la insistencia de la seguritas, pidió que llamaran a la Guardia Civil, que anda siempre por los alrededores. Personada la autoridad, militar por supuesto, la consejera fue liberada de la orden de descalzarse, y sin mayores miramientos ni explicaciones, cogió su bolso, el puñal, los pesos y se marchó. Como Pedro Navaja, pero del lado de los buenos.