Crítica

'Un cuento perfecto', el amor de verano de Álvaro Mel y Anna Castillo en Netflix que guía el paso de la comedia romántica

Anna Castillo y Álvaro Mel en 'Un cuento perfecto'

Laura Pérez

Entre todos los estrenos que este verano refrescan los catálogos de las plataformas de streaming hay uno que en la última semana ha sobresalido en Netflix. Se trata de Un cuento perfecto, una miniserie de nombre 'cursi' y premisa manida que en pocos días se ha desmarcado como la serie que quizás no pedíamos, pero sí necesitábamos. Un oasis romántico que late con la química de Álvaro Mel y Anna Castillo, y que deja en el cuerpo las mismas sensaciones que esos viajes cortos pero intensos que más marcan en vacaciones.

La historia que cuenta es la clásica de toda comedia romántica que se precie (si has visto cualquier comedia romántica, esto no es un spoiler): chico y chica se encuentran en un momento clave de sus vidas y sin buscarlo ni pretenderlo, se enamoran. Lo que hace especial a esta adaptación de la novela superventas de Elísabet Benavent no es tanto su contenido como su forma: un pack redondito que hace las delicias de los amantes del género y ablanda el corazón de aquellos que aunque no lo quieran admitir, también disfrutan de un buen 'pasteleo' de vez en cuando.

Al igual que el libro, Un cuento perfecto nos acerca a Margot (Anna Castillo), la heredera de un imperio hotelero, y David (Álvaro Mel), un chico que compagina tres trabajos para terminar durmiendo en el sofá de sus mejores amigos. Dos personajes de mundos distintos que se encuentran por casualidad y que deciden ayudarse mutuamente a recuperar a sus exparejas, ajenos a que su plan puede no salir como esperan.

Como también es un clásico en el género, el desarrollo de los acontecimientos da lugar a pocas sorpresas. Sin embargo, poco importa hacer las paradas esperadas si el camino se exprime y goza. Y eso lo consigue con suficiencia esta producción de Plano a Plano que traslada al audiovisual la esencia de la novela con el tino para enamorar a los lectores, algo especialmente complicado cuando se trata de adaptaciones, y también para que haya flechazo con los nuevos espectadores en Netflix.

En sus cinco únicos capítulos, Un cuento perfecto destaca por su buena producción y factura, que nos lleva de las céntricas calles de Madrid a los atardeceres de postal en Grecia con una fotografía de nivel. Pero además, la serie sabe encontrar su tono, azucarado y con toques de humor, hasta el punto de que ni los clichés propios de 'fanfic' de Wattpad, que los hay, produzcan sobredosis.

Todo ello, elevado por una gran dirección a cargo de Chloé Wallace y unas interpretaciones del todo naturales, especialmente de su pareja protagonista. El dúo Álvaro Mel y Anna Castillo brilla por conseguir que sus personajes fluyan con una química que traspasa la pantalla y que nos hace sentirnos partícipes de una historia que no es la nuestra.

En el caso del actor, que debutó en 2018 con La otra mirada y protagonizó La Fortuna de Amenábar en 2021, firma su papel más destacado y solvente. En el de la intérprete, que recordemos que tiene un Goya a Actriz Revelación por El Olivo, se desenvuelve con la espontaneidad y frescura que le caracterizan en un género que a priori podía no parecer su hábitat natural.

A la tercera va la vencida para Elísabet Benavent

La elección de los protagonistas es el gran acierto de Un cuento perfecto, el 'a la tercera va la vencida' de Elísabet Benavent en Netflix. La escritora valenciana, toda una referente en el género romántico, ha vendido más de 4 millones de ejemplares de sus hasta ahora 18 novelas publicadas. Sin embargo, muchos lectores tenían la espinita de que las adaptaciones audiovisuales consiguiesen enamorarles tanto como las páginas de los libros.

Esa misión la logra al fin esta miniserie, que llega tras las tres temporadas de Valeria y la película Fuimos canciones, estrenada también en Netflix en 2021. Aun sin conocer datos de audiencia de la plataforma, ni la primera serie ni la cinta protagonizada por Álex González y María Valverde consiguieron la aprobación unánime de la legión de seguidores de la autora, esencialmente por las importantes modificaciones introducidas en las historias en su cambio de formato que tampoco funcionaban para nuevos públicos.

Un cuento perfecto, a cargo de la misma guionista (Marina Pérez) y misma productora (Plano a Plano) que Valeria, apuesta esta vez por trasladar el contenido de la novela de la manera más fiel y orgánica posible al formato adecuado: una serie cerrada de cinco capítulos, con la duración suficiente para contar la historia de sus protagonistas sin excesivos rodeos, y dejando incluso con ganas de más. El broche lo pone un final original y también fiel al del libro, en el que son los espectadores los que deciden cómo termina el cuento.

Marca el camino de la comedia romántica sin prejuicios

Salvo sonadas excepciones como El tiempo que te doy o Todas las veces que nos enamoramos, la comedia romántica no es un género que esté especialmente en auge en el panorama seriéfilo patrio, ni que habitúe a llevarse los aplausos de la crítica.

Es cierto que ha habido otros estrenos en los últimos años como La última o la propia Valeria que se sitúan en los rankings de las series más vistas en las plataformas, pero como también ocurre en el cine, su disfrute se asocia con frecuencia a sectores concretos del público que las consumen sin sentido crítico mientras otros como mucho se atreven a catalogarlas de “placeres culpables”.

Esa barrera la supera Un cuento perfecto, una ficción sin grandes ambiciones que tiene todo lo que se le puede pedir a una buena comedia romántica. Su historia no pretende revolucionar el género ni su formato marca un antes y un después, pero sí puede alumbrar el camino para que plataformas y productoras españolas se lancen con más proyectos que aun abrazando los clichés, sean a su vez producciones cuidadas, bien dirigidas y bien interpretadas.

En definitiva, que como esta sean capaces de ofrecer justo lo que muchos pedimos cuando elegimos uno de estos títulos en los catálogos: disfrutar sin prejuicios de una serie que se tome en serio a sí misma y que nos mantenga cinco horas con una sonrisa en la cara. Ni mucho menos esta es la serie perfecta, pero sí un amor de verano que ha aparecido sin buscarlo.

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