Irene Escolar se llevó una grata sorpresa cuando vio la primera temporada de La Ruta. “¿Pero esto qué es? ¡Qué bueno! ¡Qué guiones!”, exclamó la actriz, asombrada por la calidad del proyecto. Lo que no se imaginaba por aquel entonces es que ella misma acabaría formando parte de la serie con la que Atresplayer ha contado los inicios de la famosa Ruta del bakalao. Le llamaron para hacerle una prueba de casting y pasó el filtro.
“Fue un orgullo que me surgiera la oportunidad de estar aquí”, reconoce Escolar en una entrevista con varios medios de comunicación, entre ellos verTele. Un orgullo y un quebradero de cabeza, pues en el segundo volumen de La Ruta, que está disponible en la plataforma desde el pasado 26 de octubre, interpreta ni más ni menos que dos personajes: a Violeta y a Olivia, madre e hija.
Lógicamente, esto ha sido una carga de trabajo adicional para quien ya partía con demasiadas autoexigencias. Escolar no quería desentonar entre tanto talento: “El mayor desafío era estar a la altura de los actores de la primera temporada, que están todos increíbles, y el reto de hacer dos personajes”, explica la madrileña, curtida durante años ante las cámaras y bajo los focos. Ha trabajado en series como Dime quién soy, Las largas sombras y, más recientemente, en Las abogadas, donde dio vida a Manuela Carmena. Además, en 2016 recibió el Premio Goya a la Mejor Actriz Revelación por su papel protagonista en la película Un otoño sin Berlín.
Por experiencia sabe que no debe tomarse muy a pecho las pruebas de guion, pero esta de La Ruta le hacía especial ilusión. “Las pruebas fueron muy largas, muy intensas y muy difíciles. Hubo mucha improvisación y entramos en lugares muy oscuros”, recuerda la actriz, que tuvo que “hacer mucha meditación” para no perder la perspectiva. Al fin y al cabo, aunque La Ruta sea una serie “fascinante”, es solo una serie.
¿Cómo has afrontado el rodaje de esta temporada?
Recuerdo que al ver la primera temporada dije: '¿Pero esto qué es? ¡Qué bueno! ¡Qué guiones!“. La vi dos veces porque me fascinó. Es muy difícil encontrar ese nivel de escritura. Entonces, fue un orgullo que me surgiera la oportunidad de estar aquí haciendo dos personajes. Me apetecía y mira qué suerte he tenido de encontrarme con este equipo y de trabajar con Caballo Films [la productora de la serie], que todo lo que genera es único porque trabajan desde la humanidad, desde la inteligencia y te hacen sentir partícipe de lo que ocurre a nivel creativo. Eso suma mucho. El mayor desafío era estar a la altura de los actores de la primera temporada, que están todos increíbles, y el reto de hacer dos personajes.
El personaje de Violeta que podría haber quedado estereotipado. ¿Cómo has hecho para darle veracidad a ese personaje y que no parezca una burla?
Ahí ha habido mucho trabajo de Giovanna, que es la jefa de vestuario, y del equipo de maquillaje y peluquería, para armar este personaje sin que fuera la típica rubia hippie. Pero, aunque nosotros hayamos intentado quitar todos los clichés, supongo que siempre queda algo. A mí una de las cosas que más me sirvió fue leer un libro que se llama Las chicas, de Emma Cline, que habla de la secta de Manson. Yo cogí muchas cosas de la escritura de Emma Cline y de cómo describe a la protagonista, que me recordó mucho a Violeta. También incorporé muchas cosas de Anita Pallenberg, la musa de los Rolling Stones.
Se ha armado este personaje para que no fuera la típica rubia hippie
Violeta quiere vivir la maternidad de una forma muy distinta, pero eso tiene consecuencias en Olivia, su hija. ¿Cómo se consigue el equilibrio para no mostrar a Violeta como una hippie irresponsable?
Para mí fue muy importante entender cuál era la herida de Violeta. Ella también es hija y eso pesa en ella. Vive en una contradicción muy grande: por un lado, la mujer que quiere ser; por otro, la educación que ha recibido y cómo eso a ella la ha herido ante una maternidad no deseada de la que no sabe cómo hacerse cargo. Hay algo muy oscuro en Violeta y en Leonor, que quiere captarla, llevársela a su terreno para reivindicar que puede ser una mejor madre si ella entiende que no puede dejar su vida solamente por eso, que tiene que lugar por la mujer que quiere ser. Eso implica dejar de lado a su hija, que también carga con una herida que tiene que ver con eso, con cierta orfandad. Es una mujer mucho más tímida y, a diferencia de su madre, no tiene la necesidad de ser líder, sino que hay una especie de conexión espiritual a la que se ha tenido que agarrar para sobrevivir.
La serie parece que, de manera directa o indirecta, lanza el mensaje de que no hay una manera de maternar mejor que otra.
Sí, esto se ve porque hay tres mujeres que son madres de diferentes maneras y en épocas muy concretas. En los años 70 ves a dos madres diferentes: una cree que lo tiene que hacer de una manera y la otra le abre un mundo de posibilidades, pero esa manera que ella está probando tampoco acaba de funcionar porque está hiriendo a su hija. Yo no soy madre, pero veo a mis amigas y entiendo que hay mucha contradicción, es muy complejo y no se puede juzgar nada porque uno hace lo que puede.
Dices que te gustó mucho la primera temporada de 'La Ruta'. ¿Luchaste por estar en la segunda?
No, me llegó una prueba [de casting] y la hice. Luego ya me preguntaron sin me apetecía el reto de hacer dos personajes.
Cuando es un proyecto que te gusta, ¿luchas mucho por conseguir el papel?
Sí, pero esas cosas también te pueden jugar malas pasadas porque, si pones demasiado ahí, al final vas a las pruebas con un estado de estrés y nervios que puede incluso estropearla. Las pruebas fueron muy largas, muy intensas y muy difíciles. Hubo mucha improvisación y entramos en lugares muy oscuros. Tuve que calmarme, hacer mucha meditación e intentar concentrarme para no perder [la perspectiva]: 'Esto es importante, pero quizá no tanto'. Pero había tanta gente haciendo pruebas para estos personajes y es de las pocas veces que dices 'joder, por fin voy a tener un buen guion'. Hay que intentar calmar todo esto.
Las pruebas fueron muy largas, muy intensas y muy difíciles
El rodaje se paró por la DANA. ¿Te pilló a ti en Valencia? ¿Cómo lo viviste?
Sí, estábamos allí. Lo más bonito es todo lo que ocurrió a nivel colectivo en el equipo de rodaje. Muchos eran de Valencia y fueron a ayudar. Yo llegué cuando ya había pasado. Había mucha tristeza y un desconcierto muy grande, pero fue muy bonito ver cómo todo el equipo se unió en la humanidad de eso. Había gente que venía al rodaje sin haber dormido porque había estado quitando barro y ayudando a sus vecinos; nosotros les dábamos mucha energía y muchas ganas de estar ahí. Desconectábamos y nos poníamos a jugar y a trabajar, era muy bonito. La tragedia de lo que ocurrió estuvo presente durante todo el rodaje de la temporada.
¿A Irene Escolar qué Ibiza le gusta más? ¿La de los 70 o la de los 90?
La de los 70, quizá porque, como se dice en la serie, en los 70 empezaron los planes urbanísticos y la explotación de la isla. En aquel momento todavía no estaba explotada de esa manera y el turismo no estaba masificado. Ahora estamos invadidos por ese turismo loco. La gente que vive en Mallorca no puede ir a las playas porque están invadidas. Toda esta locura empezó en esa época.
La serie mantiene la personalidad y la esencia de la primera temporada. ¿Cómo se ha transmitido a la segunda siendo un contexto distinto?
La música es importante. Quizá la droga no está tan presente, quizá tiene un componente incluso más espiritual, al menos en mis tramas, pero la música sigue estando muy presente. Han hecho un trabajo musical brutal.
¿También prefieres la música de los 70?
Me quedo con la de los 70, sí. Soy más de cantautores.
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