Los hay que critican con fervor eso de las concejalías de distrito en Las Palmas de Gran Canaria porque consideran que son un invento a mayor gloria de que dejen en paz a las oficinas municipales centrales. No les vamos a quitar el mérito. Pero parece claro que el movimiento vecinal, tan decisivo hace algunos años, ha vuelto a recuperar cierto fulgor tras el declive vivido tras la extensión de un determinado seguidismo (en algunos casos cercano al el pesebrismo) entre muchos dirigentes de las asociaciones de barrio. Los movimientos ciudadanos, pese a todo, siguen vivos, y esa vitalidad se aprecia en la capacidad de regeneración que algunas asociaciones protagonizan. Incluso en aquellas que estaban perfectamente articuladas y dinamizadas, como la de la Peña de La Vieja La Barra del Centro, que ha venido desarrollando una interesante labor. Pero se renueva y crece con la esperanza de ser más válida para los vecinos. En Telde, otro municipio con una importante actividad vecinal, se suceden las renovaciones en las asociaciones de vecinos en una demostración de que el movimiento (vecinal) se demuestra andando y que es capaz de llegar a marcar el paso a los responsables municipales. Vecinos, éstos últimos, en comisión de servicio, al fin y al cabo.