Símbolo de la excelencia
del vivo homenajeado
y del sujeto finado
que ya no huele su esencia.
Ejemplo para la ciencia
por sus didácticas flores,
brillantes por los colores:
blancos, rojos o rosados,
amarillos o morados,
deleite de los pintores.
Jócamo, 7.XI.2025
Nota: Los lirios o azucenas agrupan a más de un centenar de especies pertenecientes al género Lilium de la familia de las Liliáceas, populares por sus grandes flores más o menos fragantes y vibrantes colores, desde el blanco inmaculado hasta el rojo intenso. Para muchos son la flor de la excelencia, capaz de evocar tanto ambientes elegantes y festivos, como sobrios e intimistas. Lo mismo engalanan espectaculares fiestas y homenajes en honor a los vivos, que adornan el altar de la iglesia o la tumba del finado; el florero del salón que el bodegón del museo.
Diversos y ampliamente distribuidos por el hemisferio norte, aquí nos referimos en especial a los lirios asiáticos, englobados bajo el epíteto “orientalis”, que no responde a una especie natural concreta, sino a múltiples cultivares obtenidos por hibridación y selección en floricultura, tanto para su cultivo en jardinería como para la explotación como flor cortada, al igual que sucede con las rosas, gladiolos, crisantemos, dalias o claveles.
Son plantas perennes que se propagan por bulbos y que en la mayoría de los casos desaparece la parte aérea durante la época de reposo vegetativo (geófitos). Las flores, multicolores, son espectaculares y didácticas a la hora de interpretar su estructura. Como en otras muchas monocotiledóneas domina la trimería: tres piezas en cada verticilo o nivel de inserción sobre el tálamo floral, que en las flores completas suelen ser dos estériles (cáliz y corola) y dos o tres fértiles (estambres / androceo y pistilo / gineceo). En el caso de los lirios, se cumple además la singularidad de que el cáliz y la corola en lugar de estar diferenciados en sépalos y pétalos, son piezas similares y se llaman tépalos; el androceo lo conforman 6 estambres dispuestos en dos verticilos; y el gineceo 3 carpelos, que no se aprecian en la flor fresca, pero se adivinan por los tres lóbulos que dibuja el estigma al final del estilo.