Pepe Navarro valora “UHF” en las páginas de “La Razón”
Por su interés, reproducimos el comentario de Pepe Navarro, a quien se debe el lanzamiento a la fama de humoristas – actores como Florentino Fernández, responsable del espacio, o Santiago Urrialde, que también colabora en UHF. Qué manera de desperdiciar talento. Qué obsesión por llevar al desolladero a chavales con futuro y, algunos de ellos, con un contrastado y glorioso pretérito. Bajo la apariencia de un cohesionado programa, y con un equipo de maquillaje y caracterización digno de un Oscar, se ha construido un espacio, «UHF», en Antena 3, cuya principal característica es que no sabe lo que quiere ser. Falto de ideas -parecen «prestadas»- y timorato, consuma el peor de los pecados que se puede cometer en televisión: la ausencia de humanidad. Los actores -en su mayoría con una gran vis cómica y sobrada capacidad de comunicación- parecen muñecos empalados obligados a recitar un texto. Dirigir actores en programas como el que éste pretende llegar a ser entraña mayores dificultades que hacerlo para una película. Supone conocerlos, provocarlos, averiguar dónde están sus límites y a qué distancia de éstos -por exceso o defecto- se les debe llevar a actuar; pero, sobre todo, lanzarlos al vacío de las posibilidades que ellos mismos ignoran para que, al descubrirlas, por alegría o por miedo, encuentren el goce que les hará humanos y geniales. Y eso, un actor, debe repetirlo sucesivas veces con diversos personajes en un solo programa y, además, en clave de humor. La empanada no sólo la disfrutan los responsables del programa; también los programadores de la cadena. Dan la sensación de estar inmersos en un despiste colosal y generalizado. Han dejado zarpar un hermoso barco, no terminado de ensamblar, en mitad de una tormenta, sin protección, sin rumbo ni capitán... ¿Venga, que salgan, a ver qué pasa!: ¿quizás, por casualidad, suene la flauta? Ésta es la industria donde mayor porcentaje de fracasos se cometen sin que por ello disturbe la rentabilidad de las empresas. El pastel publicitario es sobradamente amplio y da para todos, aún sin éxitos. Un espacio como «UHF» desperdicia su don más preciado: los guionistas y los actores. Es como llevar una cuadriga de caballos ganadores del Arco del Triunfo parisino al paso, porque alguien tiene vértigo de lanzarlos al galope. Ánimo muchachos, a pesar de todo, la gente os quiere. Las audiencias lo dicen.