La limitación del espectro radioeléctrico es la principal dificultad a la que se enfrenta el Gobierno a la hora de hacer realidad su deseo de conceder hasta dos televisiones privadas analógicas más, que se sumarían a las tres ya existentes, Antena 3, Telecinco y Canal +. El Secretario de Estado de Telecomunicaciones, Franciso Ros, ha asegurado esta semana que estudios de mercado avalan que hay hueco para más cadenas. Sin embargo, el meollo de la cuestión no está en este caso en el mercado sino en el espacio radioeéctrico que, según los expertos, está totalmente ocupado. El espectro en el que se ubican las frecuencias, que el Gobierno ha ido asignando a lo largo de la historia a televisiones tanto analógicas como digitales, no es un chicle capaz de alargar su capacidad indefinidamente. El espectro no sabe de pluralismo y menos de talante, y se mueve a golpe de megaherzios. Y los megahertzios son tozudos. Partiendo de esta verdad radioeléctrica, la pelota de la reforma audiovisual que prepara el Gobierno está ahora en manos de los ingenieros de telecomunicaciones, que buscan contrarreloj huecos libres en un espectro que padece «overbooking» desde hace años, por la proliferación de televisiones locales sin licencia para emitir. En este conexto, con las locales ilegales extendidas como setas y con cuatro canales (del 66 al 69) reservados para las futuras emisiones de televisión digital, expertos consultados han expresado serias dudas acerca de la posibilidad de que el espectro acoja sin mayores dificultades dos nuevas cadenas privadas analógicas, a sumar a las tres ya existentes -Antena 3, Telecinco y Canal +-, tal y como es la pretensión del Gobierno. Es más, estos expertos aseguran que es materialmente imposible que, en las actuales circunstancias, puedan concederse dos nuevas licencias de televisión analógica, como desea el Gobierno, ni siquiera una, por el alto riesgo de interferencias que conlleva. El «espectrazo». Estos expertos que, con los megahertzios y canales disponibles en la mano, ven imposible la existencia de más televisiones analógicas, sólo ven una salida al Gobierno: que perpetre un «espectrazo» en toda regla con el objetivo de liberar el espacio que busca. Este golpe de efecto, que pondría patas arriba el escenario actual, tendría dos posibles vías de aplicación: la primera, el cierre de las más de 1.000 emisoras locales que operan de forma alegal en España; la segunda, el uso analógico de los cuatro canales que deben acoger las emisiones de la futura Televisión Digital Terrestre. En el primer caso, el cierre masivo de televisiones locales alegales, afectaría a grupos tan poderosos como Prisa, propietaria de Localia, y Vocento, que controla su propia red de emisoras alegales a través de la marca UNE. Estos dos grupos son agentes activos en la reforma que ultima el Gobierno: Prisa, mediante su petición formal de emitir en abierto; Vocento, por su deseo de que su licencia digital emita transitoriamente en analógico. En cualquier caso, según los expertos consultados, el cierre masivo de locales sería la vía más rápida para encontrar espacio. Los expertos consultados coinciden en señalar que sólo mediante el cierre masivo de las locales que emiten sin licencia, el Gobierno encontrará frecuencias para satisfacer las demandas de distintos grupos de comunicación, algunos de los cuales vendieron en su momento la licencia analógica de la que disfrutaban. Esta solución, la del cierre masivo, se enfrentaría, sin embargo, a una política de hechos consumados a lo largo de los últimos 20 años, que ha llevado a los distintos gobiernos a permitir esta alegalidad mirando para otro lado. Es más, en los casos en los que se ha intentado el cierre de algunas de estas emisoras, los tribunales han antepuesto el derecho a la información a la ocupación ilegal del espectro. La muerte de la TDT. La segunda opción manejada por los técnicos independientes consultados es la reutilización analógica de las frecuencias inicialmente destinadas a las futuras emisiones de televisión digital. De decantarse por esta vía, que liberaría en cualquier caso mucho menor espacio que el cierre masivo de locales, el Gobierno firmaría, según estos expertos, el acta de defunción de la Televisión Digital Terrestre (TDT). En la actualidad, a los 49 canales disponibles (del 21 al 69), hay que restar los cuatro últimos asignados a las frecuencias digitales. Son esos cuatro canales (del 66 al 69) los destinados a acoger los futuros canales digitales, que multiplicarán al menos por cuatro la actual oferta de televisión. De esos cuatro canales (o múltiplex, en la terminología digital), 3,5 fueron devueltos por Quiero a la Administración cuando la primera plataforma gratuita de televisión digitales cerró sus emisiones, y el Gobierno tiene pendiente su reasignación entre los futuros operadores digitales. El otro medio canal no puede en principio utilizarse, pues a través de él emiten las digitales Net TV y Veo, que ante su nula recepción por el espectador quieren pasar a analógico.