Scorsese y Philips lanzan la campaña “Widescreen TV”
El director de cine norteamericano Martin Scorsese se ha involucrado con la empresa del sector de la electrónica Philips en una guerra contra el formateo de las películas para que se ajusten al tamaño del televisor. Este proceso se ha hecho siempre, y consiste en recortar una parte de cada frame de la cinta para hacer coincidir su anchura con la de la pantalla, más pequeña, de nuestro receptor. El autor de los míticos El cabo del miedo, Taxi driver o El color del dinero ha hecho hincapié en que “hay que educar al público para que se dé cuenta de que en realidad está perdiendo la mitad de la imagen”. El cineasta espera que la creciente implantación del vídeo DVD, que generalmente utiliza el formato widescreen con dos franjas negras en las partes inferior y superior de la pantalla, hará consciente al espectador de la necesidad de acabar con el corte sistemático de la imagen de cine. Lo cierto es que el consumidor de cine por la tele tiene las manos atadas. Sólo puede recibir el filme tal y como lo emiten y sus únicas alternativas para ver la imagen completa son recurrir a las salas de proyección (lo que beneficiaría a Scorsese y a la industria del cine en general) o adquirir un televisor panorámico (fabricado por Philips, entre otras marcas). Lo que no dice la multinacional Philips en su “campaña widescreen” es que el precio de su nueva gama de televisores con la pantalla adecuada para ver cine gira en torno a los 2000 dólares americanos (unas 392.000 pesetas). “El producto será más accesible según vaya aumentando la producción de tubos de imagen widescreen” ha comentado Bob Nocera, vicepresidente del departamento de Marketing de televisión digital en Philips. Medio siglo de enfrentamientos La lucha entre el cine y la televisión viene de lejos. Ya en los años cincuenta en Estados Unidos se decidió ampliar el ancho de la pantalla cinematográfica de 1.85 a 2.35 veces más grande que el alto. De este modo pretendían acabar con lo que consideraban un robo de audiencia por parte de la “caja tonta”, que podía emitir las películas sin ninguna traba y de manera gratuita para el televidente. Este formato se denominó widescreen y su objetivo no era otro que impedir la difusión del cine por la televisión y atraer al público de nuevo a las salas. Pero los profesionales de la televisión no iban dejar escapar el rentable negocio de emitir cine, así que desarrollaron un sistema llamado “pan-and-scan” que ajusta el filme a las características del televisor: 1.33 veces más ancho que alto. Para ello, eso sí, se recorta una parte de la imagen.